Por Orlando Pérez
(A la hora de revisar y pulir este artículo, la Asamblea Nacional aprueba la privatización del Banco Central, al dar por válido, con 84 votos, el proyecto de ley de Lenín Moreno, bajo el eufemismo de la Defensa de la Dolarización. 84 votos donde se incluyen los de Alianza PAIS, Pachakutik, Izquierda Democrática, quienes se autocalifican de izquierda y progresistas. Con lo cual se consolida y asienta la base para la edificación del neoliberalismo crudo y duro para los próximos meses y años, sin dejar por fuera la posibilidad de una nueva crisis financiera como la de 1999, que devino en la dolarización, pero que ahora serviría para salir de ella, con la diferencia que ahora sería para una ganancia multimillonaria para los banqueros, entre ellos el presidente electo Guillermo Lasso, su familia, sus herederos y sus socios).
El 11 de abril, por un estrecho margen, Ecuador optó por la banca. Y esa apuesta tiene unas explicaciones y unas consecuencias.
Las posibles explicaciones:
1.- Guillermo Lasso desarrolló una campaña de casi una década para instalarse en Carondelet y en ella gastó (no precisamente de su bolsillo) millones de dólares, difícil de cuantificar porque se han invertido de diversas formas y por diversas vías y “aportantes”. Hay, de hecho, recursos intangibles y acciones indirectas que no se podrían cuantificar. Por ejemplo, algunas de las más significativas: la acción política depredadora del gobierno de Lenín Moreno, los aparatos de justicia, la tarea mediática de medios y periodistas aliados, sin dejar de lado la “labor” de las iglesias ultraconservadoras de todo tipo. Todas ellas ni siquiera fueron para informar o amplificar sus propuestas de gobierno, sino para aniquilar a su contendedor: la Revolución Ciudadana.
2.- No ha sido poco el trabajo desarrollado por el aparato mediático conservador, corporativo y oficial de los últimos cuatro años. Además de dar continuidad a lo hecho durante los 10 años del gobierno de Rafael Correa, instauraron una matriz política para amplificar la narrativa mediática desde los discursos y relatos de Lasso. Cada una de sus intervenciones tenían una resonancia en editoriales, entrevistas, comentarios, “reportajes” y supuestas noticias. Con ello instalaron en el imaginario de la ciudadanía, de las nuevas generaciones y en el escenario electoral un enemigo al que había que eliminar y anular en sus valores clave: credibilidad, reconocimiento y respetabilidad políticas. Y en gran medida lo lograron, pero a la vista de los resultados no del todo, pues la diferencia fue de apenas cuatro puntos.
3.- Consecuencia de los dos anteriores puntos hay uno que está flotando en los análisis y evaluaciones del comportamiento electoral y que bien pueden explicarse más a fondo desde el artículo de Franco Bifo Berardi: La extinción de la mente critica. Es decir, la campaña electoral que favoreció a Lasso no empezó este año 2021, sino que ha sido construida desde hace varios años, pero sobre la base de un acentuado énfasis en lo que dice Berardi:
“La regresión cultural de nuestro tiempo no tiene su raíz en el mayor número de mentiras que circulan en la infoesfera. Antes bien, es un efecto de la inhabilidad de la mente social para elaborar distinciones críticas, de la incapacidad de las personas para priorizar su propia experiencia social y crear un camino común para una subjetivación autónoma. Por eso la gente vota por manipuladores de los medios de comunicación que a su vez explotan su credibilidad”.
Y esto no responde a una estrategia de mercadeo electoral, sino a un proceso sostenido, intenso y sofisticado del que forman parte un conjunto de actores políticos, mediáticos y religiosos. En Ecuador haría falta un “estudio de caso” para verificar esto, pero los elementos y los indicios están a la mano. Pero en lo fundamental eso tuvo impacto en jóvenes entre 18 y 30 años, quienes crecieron y se formaron durante la Revolución Ciudadana, desconocedores del feriado bancario del que fue responsable Lasso y, sobre todo, del signo mayor del neoliberalismo: la inexistencia de un Estado garante de derechos, capturado por las élites financieras y al servicio de los grupos económicos.
4.- Las clases medias y los grupos indígenas (no hablo aquí del “movimiento indígena”) fueron determinantes porque fueron los sectores “movilizadores” de la opinión a favor del voto de Lasso y del nulo, en la segunda vuelta. Por las cifras ya oficializadas por el CNE, es claro que el 11 de abril los votos que acumula y da el triunfo al banquero vienen de ahí. Y la explicación no solo está en la acogida de sus propuestas (algunas de las cuales ya no forman parte de su discurso tras el triunfo), sino en el rechazo al llamado correísmo, no precisamente porque éste no tuviera propuesta o reconocimiento, sino desde la construcción de su desprestigio por lo señalado en el punto 3 de este acápite. En otras palabras: esa clase media e indígenas se comieron el cuento de las supuestas desdolarización, venezolanización y peligro de perder los privilegios y bienestar alcanzados precisamente con la Revolución Ciudadana.
5.- Al candidato Andrés Arauz no solo le faltó tiempo para hacerse conocer como la figura relevante del correísmo (apenas llegó dos meses antes de empezar la campaña), sino que además tuvo contra sí un ataque virulento a su imagen, a su familia, a su prestigio intelectual y buena parte de su campaña tuvo que explicar, aclarar y hasta desmentir infundios, fakenews, “reportajes” y entrevistas donde se lo sentaba en calidad de acusado y no de candidato. Y con todo eso alcanzó a ser votado por casi la mitad de los ecuatorianos en segunda vuelta. A diferencia de su adversario que jamás respondió a entrevistas donde pudiera ser “desnudado”, apoyado por canales de televisión elevando su imagen de “demócrata” y figura del “cambio”.
6.- A pesar de ser la primera y más potente fuerza política, la Revolución Ciudadana (con 50 asambleístas en la legislatura) no tuvo capacidad para responder a tanto ataque, ni los recursos para contrarrestar una campaña millonaria en redes sociales, medios de comunicación, vallas publicitarias y un sinnúmero de espacios publicitarios. Solo para recordar: el experto en información y desinformación en redes Julián Macías desarrolló varios hilos de Twitter, entre marzo y abril de 2021, donde denunció “la campaña digital con miles de cuentas falsas difundiendo mentiras y odio contra @Ecuarauz, y apoyando a Lasso, presidente de una fundación de Atlas Network. Comienzo analizando los 200K tuits que interaccionan con los 4 candidatos que encabezan las encuestas. Y el más potente de todos se puede ver aquí: https://twitter.com/JulianMaciasT/status/1377648926770216960
Todo esto no es solo para explicar una victoria “pírrica”, en términos políticos, sino para advertir las consecuencias, que van más allá de lo obvio: la instalación, de nuevo, de un sistema político y económico neoliberal, ultraconservador, neofascista y autoritario.
Las posibles consecuencias:
1.- La consolidación de un sistema político y mediático totalitario, hegemónico y excluyente de cualquier voz disidente, lo cual incluye a medios y periodistas por fuera del establecimiento conservador. Con esto, tal cual ocurrió en 1999 con Jamil Mahuad, las decisiones de Lasso obtendrán el “consenso” social y su aplicación el apoyo “mayoritario”. Con lo cual el relato político estará garantizado y la narrativa mediática tendrá su más exigente tarea frente a una oposición política, social y popular activa, sin duda alguna.
2.- Una derecha codiciosa intentará aprovechar todo su poder para eliminar y aniquilar los principales postulados de la Constitución vigente, hasta con la opción de volver a la más neoliberal y causa del feriado bancario, la de 1998. Y con ello, además, apuntará a la privatización del Seguro Social y las empresas estatales, como Petroecuador, que ya empezó con Moreno. A eso no hay que dejar de lado la agresiva reducción de los beneficios de los derechos ganados por la clase media y sectores pobres en educación, salud y seguridad, sin descontar la pauperización que ya deja la pandemia, que con Lasso se atenderá desde la privatización de su gestión.
3.- El campo popular y social tendrá su mayor desafío: organizarse, unirse y actuar para enfrentar a Lasso desde una plataforma de defensa de derechos básicos. Sin embargo, preocupa qué va a pasar con la Conaie, las centrales sindicales y las organizaciones estudiantiles, de las cuales muchos de sus dirigentes han sido cooptados por la derecha, además de considerarse anticorreístas y cerrar cualquier opción de alianza con la Revolución Ciudadana.
4.- Para Andrés Arauz hay un largo e intenso trecho de desafíos en calidad de presidente del movimiento Compromiso Social por la Revolución Ciudadana, tomando en cuenta que ya se avecinan las elecciones de alcaldías y prefecturas, pero también para consolidar un frente de defensa de la institucionalidad democrática y de la misma Constitución de Montecristi. Y su mismo liderazgo entrará a prueba con todo el ataque que recibirá de la derecha y los medios (que son lo mismo ahora) cuando intente contraponer su programa al de Lasso cuando deteriore la economía y los derechos de la mayoría de ecuatorianos.
5.- Y queda una pregunta: ¿qué va a pasar con los medios y periodistas no alineados a la derecha y que se ubiquen en la crítica y denuncia a lo que haga o deje de hacer Lasso? Aunque se autocalifique de paladín de la libertad de expresión, sus acólitos y operadores políticos son todo lo contrario, como lo demostraron a lo largo de los últimos años, tomando en cuenta además que querrán imponer un discurso único y la deslegitimación de todo aquel que quiere desarrollar “el otro relato”. Porque además, como están las cosas ahora a nivel global: el campo de disputa es ante todo y sobre todo comunicacional, en el terreno de los medios, las redes y las plataformas mediáticas.