Por Danilo Altamirano

La situación económica y geopolítica de la región suramericana se reconfigura con un giro a la izquierda, para reconstruir un nuevo orden territorial con carácter multipolar y visión de ciudadanía regional que permita priorizar políticas y fomentar la autonomía estratégica.

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) apareció en el 2008 con 12 países de Sudamérica. Sin embargo, en el 2018, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú anunciaron la suspensión de su participación en la unión por desacuerdos políticos y discrepancias ideológicas. Desde la creación de UNASUR han pasado 15 años donde la dinámica, los momentos y escenarios de la política han cambiado.

La nueva agenda de UNASUR requiere de procesos de retroalimentación y amplios espacios de participación, integración, articulación, cooperación, convergencia y convivencia basado en principios democráticos, sentido estratégico, pragmático y funcional que rebase las diferencias ideológicas, coyunturas, encajes y giros políticos, tensiones internas, sesgos mediáticos y los gobiernos de turno, con el propósito de construir sociedades más equitativas y cohesionadas.

Esto implica relaciones multilaterales con actores globales, nacionales, regionales y locales con conciencia pública en la configuración de las estructuras de poder y sus dinámicas entre naciones y regiones. Tomar decisiones conjuntas para la unidad, integración y el fortalecimiento del proyecto político con adopción de estrategias pertinentes y sostenibles que promuevan y fomenten los proyectos emblemáticos, como el Banco del Sur, el Consejo Suramericano de Defensa, el Instituto de Salud Suramericano, así como acciones programáticas en educación, salud pública, derechos humanos, migración, infraestructura, conectividad regional, energías renovables, etc.

En consecuencia, los gobiernos con orientación y dimensión de desarrollo humano tienen un gran desafío histórico y la oportunidad para fortalecer el proyecto de integración asentado en una nueva era política con marcos ideológicos que desde una perspectiva convergente basada en  concertaciones soberanas y multilaterales, y gestar ciudadanía regional que contribuya a la gobernanza mundial, consolidándose de esta manera UNASUR como el principal actor regional relevante y de bienestar global.

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