Como lo demostró Octubre del 2019, lo único que puede hacer recalcular y reconsiderar al Gobierno de Lenin Moreno es la protesta popular.
[Dejo el debate de las minucias de la ley electoral en torno a la aceptación del binomio Aráuz-Correa a aficionados a las leguleyadas tiro el profesor Oyarte*. A mí, la plena, tales cosas me aburren -Oyarte, como gran jurista, es un gran político populista.]
Porque lo relevante del debate sobre la inscripción del binomio Aráuz-Correa es lo que demuestra sobre nuestro endeble ‘sistema democrático’. A la descalificación del citado binomio no la mueve ningún noble ideal vinculado a la idea de democracia, sino el miedo. El puro y simple miedo, producto del fracaso: el miedo a que vuelva aquel a quien han intentado eliminar, ya por casi cuatro años, a toda costa.
Con el propósito de borrar de la faz ecuatoriana al ‘correísmo’, desde el Gobierno han hecho de todo: crearon un órgano ad hoc comandado por el célebre Notario Cabrera de la Política, pusieron a una Fiscal y a un Contralor altamente persecutorios, tuvieron una justicia servil a sus intereses… Armados de todas estas anomalías, desde el Gobierno destituyeron a decenas de autoridades y persiguieron penal y administrativamente a otras tantas, por el delito de ser ‘correístas’. En estos procesos, se pisoteó el debido proceso, la seguridad jurídica y el principio de legalidad. Y para peor, no les ha servido para nada, pues Correa sigue más vigente y popular que cuando dejó el Gobierno el año 2017. Todo lo hicieron sus enemigos.
Si tuvieran un genuino interés en la democracia, las autoridades del Gobierno deberían procurar la participación de Aráuz y su compañero de fórmula. Pero si por estas autoridades sin valores democráticos fuera, dicho binomio sería descalificado (y en ello están). A la falta de razón sólo la puede vencer la fuerza, en este caso, la presencia popular en las calles en ejercicio de su derecho a la protesta, el primero de los derechos.
Como lo recuerda Octubre del 2019, el pueblo en las calles puede cambiar las cosas. Porque al miedo a Correa, sólo lo vence otro miedo mayor. Y ese miedo de lo que pueda ocurrir en un futuro cercano en un país cebado por el odio**, podría incluso orillar a individuos sin valores democráticos y sus leguleyos a dejar que participe el candidato de Correa, como la alternativa popular que representa.
Si se valora que el pueblo tenga la opción de decidir en elecciones, así debería ser. Y tal vez nos ahorremos una guerra civil.
Amanecerá, y veremos.
* Como todo leguleyo sabe, ‘el diablo está en los detalles’. Son los mismos que ganan al 40 por tecnicismos. Vergantes.
** El dato triste de esta elección venidera es que las emociones en ella envueltas son negativas en su gran mayoría. El país está partido en torno a una figura, la de su Gran Elector.
Tomado del blog de Xavier Flores