Fuente: Unidad de análisis y estudios de coyuntura
Aun sujeto a la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI (Fondo Monetario Internacional) en las próximas semanas, Anna Ivanova, jefa de la misión para Ecuador se adelantó al gobierno al anunciar el 21 de febrero que el FMI ha aprobado $4.2 mil millones para los próximos 3 años al gobierno de Lenin Moreno en el marco del Servicio Ampliado (en inglés Extended Fund Facility, EFF, en contraste con los tradicionales préstamos Stand By que implicaban MENOS condicionalidades estructurales). El compromiso abre las puertas para un respaldo más amplio de los organismos financieros multilaterales de casi $ 6 mil millones del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo de Reserva Latinoamericano (FLAR) y el Banco Mundial.
Con este acuerdo, Ecuador vuelve a la trampa de la condicionalidad cruzada de los llamados organismos de Bretton Woods de la que se había alejado exitosamente desde el fracaso que resultó de su implementación con la caída del régimen de Lucio Gutiérrez en 2005 por la movilización popular masiva. Hasta entonces, y durante un porfiado cuarto de siglo, el país había venido firmando una Carta de Intención tras otra (18 en total entre 1961 y 2003, pero las más letales vienen desde los ochenta) con la promesa de que, luego del sacrificio inicial indispensable, la economía y la sociedad se enrumbarían definitivamente hacia el desarrollo sin distorsiones del Primer Mundo.
El boletín del FMI retoma la retórica del pasado aun cuando cuidadosamente lo pone hoy todo en manos y a gusto del gobierno:
El plan del gobierno apunta a crear una economía más dinámica, sostenible e inclusiva y se basa en cuatro principios claves; impulsar la competitividad y la creación de empleo; proteger a los pobres y más vulnerables; fortalecer la sustentabilidad fiscal y los cimientos institucionales de la dolarización del Ecuador; así como mejorar la transparencia y fortalecer la lucha contra la corrupción. Las autoridades han elaborado un plan sólido, que ayudará a modernizar la economía y fomentar la creación de empleo. Es importante destacar que (…) presta una atención particular a la protección de los más vulnerable.[1]
Invariablemente cada Carta fracasó, a pesar de las justificaciones y previsiones igualmente optimistas en cada una de ellas y de ser redactadas mayormente con el entusiasta soporte de técnicos y autoridades nacionales. A pesar de las demoledoras conclusiones de la Oficina de Evaluación Independiente instalada por el propio FMI que puntualizó con sólido detalle los errores teóricos de los programas de ajuste,[2] la culpa siempre fue atribuida a la supuesta corrupción que nos caracteriza, la falta de disciplina para soportar el esfuerzo y la “política”.
Una narrativa insistentemente repetida para inundar a la sociedad de complejos de culpa e inferioridad, para avanzar ulteriormente la agresión neoliberal y para configurar las condiciones de un vaciamiento de cualquier resquicio democrático en favor de una dictadura tecnocrática a favor de los intereses financieros.
Hojitas volantes que se repartieron en la Facultad de Economía de la Universidad Central desde hace casi 40 años caracterizaron muy tempranamente el discurso que se reciclaría en su momento de acuerdo a los matices correspondientes a la Democracia Cristiana (Popular), los Social Cristianos, la Izquierda Democrática, el Bucaramismo, la Sociedad Patriótica, y otros membretes político-electorales para maquillar más de lo mismo: las medidas son “duras pero necesarias”, decía el gobierno de turno; “duras” para el pueblo, “necesarias” para aumentar las ganancias de la oligarquía local y del imperio, advertían las hojitas, luego reproducidas en la marchas del Frente Unitario de Trabajadores de ese entonces, de los movimientos campesino-indígenas, de los estudiantes y pobladores de diversos estratos.
Es a esa política económica de castigo a la población que, el gobierno, los medios masivos de difusión con la complicidad de lo más connotado de la academia proponen regresar, como expresión de los “técnico” y lo “responsable”, en contraste con el manejo “demagógico” e “insostenible” del paréntesis que incluyó a los gobiernos de Palacio y de Correa. Ya se ha vuelto cada vez más descarada la construcción de la cínicamente llamada “post-verdad” -con el aval de profesionales e intelectuales de derecha y de cierta parte de la izquierda, e incluso de movimientos sociales- para suprimir y manipular las estadísticas provocando dudas y confusión respecto a la realidad y la historia reciente.[3] Un programa de opinión de uno de los canales de televisión más importantes incluso dijo que la venida del FMI habría provocado tasas de crecimiento de más del 8%, con la anuencia de los gurús invitados para “clarificar” la situación.
En contraste, una captura de pantalla de las estadísticas del Banco Mundial, difícilmente acusable de “correísta”, muestra otra situación: el ingreso nacional bruto per cápita de 1980 sólo se recuperó y se superó cuando dejaron de aceptarse las recetas del FMI:
Gráfico 1: Ecuador: Ingreso Nacional Bruto por habitante 1960-2017.
Fuente: Banco Mundial (https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GNP.PCAP.CD?locations=EC&view=chart 27.02.19)
Sobre esa misma captura de pantalla, el Gráfico 1 destaca los años de deterioro del ingreso promedio y la expresión estructural -independientemente de las personas- de los efectos de los cambios de políticas económicas, instituciones y correlaciones de fuerzas políticas (lo que se conoce como modo de regulación) que viabilizaron distintos regímenes de acumulación con sus correspondientes comportamientos macroeconómicos.
Andrés Mideros, exsecretario particular del Presidente Moreno ha mostrado en varios seminarios en el Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE que esos cambios macroeconómicos se correspondieron también a un intenso (aunque creo que insuficiente) esfuerzo de redistribución del ingreso y de mejora adquisitiva para cada percentil, al menos hasta 2014 que presentó las estadísticas detalladas.
Precisamente, este nuevo acuerdo con el FMI debe ser entendido en el marco de un forzado cambio de régimen de acumulación como parte de una agenda continental contra los pueblos de América Latina. Es parte de una ofensiva por regresar a la época de castigo a la sociedad, en la que menos del 1% más pudiente y actores extranjeros se beneficiaban. La historia no se repite, pero rima, dicen los “gringos”.
Así como la confluencia de fuerzas internas y externas dieron fin a sangre y fuego al período de crecimiento y tibia redistribución -basado en la industrialización por sustitución de importaciones latinoamericana- para abrir las puertas en los años ochenta a la financiarización globalizada del neoliberalismo, así también ahora se quiere castigar con el ajuste al continente por osarse a aplicar tímidas políticas de reducción de pobreza, construcción de infraestructura y fortalecimiento del mercado interno.
En el paralelo entre el hoy y el ayer, el castigo querrá aparecer también ahora como un tema “técnico”, a lo sumo como resultado impersonal e indeseado de “los mercados”. Los programas de estudio de la mayoría de las escuelas de economía dieron contramarcha a décadas previas de tímida construcción de un pensamiento latinoamericano para, rápidamente, ponerse a la moda del colonialismo académico en los años ochenta y ahora no es mucho el esfuerzo que harán para justificar teóricamente esta agresión estructural contra nuestras naciones.
Cambios estratégicos del modo de regulación, como los ya adelantados por el gobierno de Ecuador (por ejemplo la autoemboscada fiscal que provocó innecesariamente un sobrendeudamiento mayor, más rápido y más oneroso, la precarización laboral, la contracción de la demanda efectiva, la hipoteca a los arbitrajes internacionales automáticos la desregulación más profunda y otras joyas de la Trole 3, entre otros) son suficientes para gatillar nefastas dinámicas de la economía en una dolorosa e incierta convergencia hacia otro régimen de acumulación, más desnacionalizante y empobrecedor que el de las décadas de decrecimiento que muestra el Gráfico 1.
El respaldo político y financiero del FMI garantiza a la vez, paradójicamente, el chantaje (de la condicionalidad) y el oxígeno (en divisas) necesarios para maniobrar en la turbulencia que las propias medidas van creando, pero con un objetivo claro: pavimentar las condiciones de rentabilización predatoria del capital financiero local y global.
No obstante, ahora buscan ir más allá, con un ajuste que busca “africanizarnos”, dado el éxito geopolítico que tuvieron esas políticas para escarmentar con la destrucción societal a la lucha anticolonial en ese continente en décadas pasadas. Las pretensiones de invadir Venezuela, el sabotaje a la integración de la Patria Grande y el agresivo redespliegue militar en toda América Latina desde la época de Obama forman parte de la misma agenda de aplanar y diluir toda resistencia a las pretensiones parasitarias del centro del sistema. El dividendo geopolítico es, encima, todavía más jugoso si se ubica la peligrosa escalada en las guerras comerciales, financieras y de divisas. Sin embargo, estas fuerzas antipopulares solo prevalecerán si la confusión y la división continúan nublando la conciencia social del continente.
Un nuevo ciclo de ulterior desfalco sistémico de la fuerza de trabajo y de la Naturaleza de América Latina es estratégicamente necesario para mejorar la rentabilidad de los oligopolios transnacionales, en especial de los ligados a la especulación angloamericana, pero los factores externos solo pueden actuar a través de los internos que finalmente son quienes determinan.
Datos quinquenales de Cuentas Nacionales presentados por Jaime Gallegos en un seminario reciente de la PUCE muestran contundentemente las consecuencias para el país entero, pero sobre todo para los sectores más vulnerables de la población. Las políticas ortodoxas santificadas por el FMI casi duplicaron la transferencia de distintas formas de excedente económico desde Ecuador hacia el Norte. Su abandono desde el 2005 permitió reducir el desangre del 44 al 19% en pocos años y financió estructuralmente el crecimiento, no es un automatismo de los precios del petróleo.
Ni entonces ni ahora se trata de un “agotamiento del ciclo” como incluso intelectuales heterodoxos repitieron y repiten sin cansancio. Las dictaduras militares, la represión genocida y la violación sistemática de los derechos humanos fueron insuficientes en los años setenta. Frente a la movilización social, el trabajo sucio lo tuvo que completar una democracia sitiada por la crisis de la deuda programada desde las alturas del poder mundial con el chantaje permanente de la condicionalidad cruzada del FMI, el Banco Mundial y, eventualmente, los multilaterales regionales también mencionados ahora en el acuerdo.
Ahora dicen que el FMI ha cambiado. Tendría que haberlo hecho, luego de la evidencia irrefutable de su acción devastadora en todo el mundo, incluyendo mortandades masivas, directas e indirectas como las hambrunas en África que han provocado las políticas de austeridad y apertura o los daños mayores en América Latina. Tendría que haberlo hecho, luego del desprestigio recurrente de varios de sus más altos directivos acusados con cargos penales de diversa especie de un buen tiempo para acá. Tendría que haberlo hecho, luego de la crisis de la teoría económica convencional tras el desenmascaramiento del fraude intelectual que forzó la testarudez de la realidad con la implosión financiera de la crisis después del 2008.
Se nota, claro, que hoy son incluso más cuidadosos que entonces con las relaciones públicas. Acá dejaron que buena parte de la carnicería la hagan las autoridades locales antes de que ellos aparezcan formalmente. Y siempre podrán aducir que “…ya no es culpa”, que la catástrofe era inevitable por las políticas económicas previas, o por algún recalentado de lo que pregonaban antes: la corrupción que nos caracteriza, la falta de disciplina para aguantar el esfuerzo y la “política”.
Además, ningún economista del FMI que se respete estaría dispuesto a defender la política implementada por el gobierno: ¡ni la más obtusa de las escuelas neoliberales defendería una contracción de la demanda agregada en una economía que viene peleando casi dos años con tasas de inflación nominales negativas como se muestra en el siguiente gráfico para el Ecuador![4]
Gráfico 2: Ecuador: Variaciones Porcentuales del IPC 2009 – 2018.
Fuente: INEC (http://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/Inflacion/2019/Enero-2019/01%20ipc%20Presentacion_IPC_ene2019.pdf)
Pero la academia y los medios poco dicen al respecto. También en los ochenta, con la complicidad de la academia neoclásica y los medios, se permitió que el endeudamiento agresivo con el atractivo de tasas de interés internacionales bajas durante los setenta cree la trampa de la deuda externa a principio de los años ochenta. El Golpe de 1979 de Volcker (presidente de la Reserva Federal de EEUU) hizo que préstamos públicos y privados tomados a menos del 3% se vuelvan inviables al pasar en un guiño a niveles muy superiores al 20%. Más de un centenar y medio de países volcados desesperadamente a lograr a cualquier precio un excedente en divisas que permita pagar la deuda en una carrera hacia el fondo.
Esa fue la palanca fundamental y silenciosa para forzarnos al cambio de régimen de acumulación a nivel continental, con más pobreza, más estancamiento e incertidumbre y más vulnerabilidades fiscales y externas. El monto de las ganancias norteamericanas venidas del exterior casi se triplicó. [5]
No hubo ningún agotamiento endógeno del “modelo de sustitución de importaciones”. El mandato del FMI y del Banco Mundial diseñado en Bretton Woods para crear mercados solventes en el nuevo orden mundial de la posguerra hegemonizado por el poder industrial de EEUU fue desnaturalizado en favor del nuevo amo: el interés hipertrofiado y parasitario de la especulación angloamericana.
Aunque la disputa por las tasas de interés puede costarle el puesto a Trump (entre otros temas), ahora también se pulsea por una política de “menos boca, más me toca” similar de altas tasas y su consecuente ola de quiebras, lo cual hace claro el verdadero nuevo rol del FMI, más allá de cualquier retórica. El intenso conflicto que encierra la crisis estructural del sistema busca desesperadamente perpetuar una hegemonía del dólar ya agonizante con recetas que ya han dado suculentos resultados, aunque ahora el sobrendeudamiento en las economías centrales puede causar efectos, literalmente, nucleares. Nuevas arquitecturas financieras globales, regionales y domésticas son urgentes e indispensables en la lucha por la paz y los derechos de los pueblos frente al imperio.
El nuevo papel del FMI debe reconocerse en esa perspectiva geopolítica y con esos riesgos. Los montos involucrados en los acuerdos con Macri en Argentina y Moreno en Ecuador, por ejemplo, no tienen precedentes en proporción a las respectivas economías. Tampoco tienen ninguna pretensión real de resolver los problemas financieros de estos países. No lo hicieron antes en el Sur Global y los antiguos países socialistas; no lo hicieron en Grecia ahora. Salvavidas de plomo que ayudarán a ahogarnos en más deudas.
Ecuador pasa por momentos complicados pero tiene varias opciones para evitar encadenarnos a un acuerdo con claros visos inconstitucionales (sobre todo por la condicionalidad secreta de concesiones, privatizaciones y más profunda precarización laboral) e hipotecarnos a continuar con políticas económicas resueltamente antinacionales y antipopulares. Ya se demostró el efecto terrible y sin precedentes de este cambio de política: aumentó en solo medio año medio millón el número de nuevos pobres en el país y no se puede continuar la evaluación del daño porque, como lo ha señalado Byron Villacís, antiguo director de INEC, hay serias irregularidades en las cifras de pobreza publicadas luego de que las autoridades que se negaron a enmendar las cifras fueron despedidas …con el apoyo de centrales sindicales históricas y de políticos de izquierdas!
Si faltan recursos al fisco, hay que cobrar mejor los impuestos a los más ricos y no perdonarles sus deudas tributarias ya sentenciadas judicialmente como en los miles de millones de las remisiones que beneficiaron masivamente a empresas como Odebrecht y grandes transnacionales petroleras. Políticos ligados a las clases pudientes que pagaban impuesto a la renta en decenas de dólares hace 15 años y luego lo hicieron en docenas de miles, ahora han vuelto al esquema regalón de las meras decenas. En lugar de que una minoría se pavonee con carros de lujo al amparo del TLC con Europa, que aumente fuertemente el impuesto a consumos especiales y con un perfil diferencial del IVA, protegiendo el consumo y la producción básicos, puede financiarse más inversión social y en infraestructura tanto del gobierno central como de los seccionales.
Si no es suficiente, una política nacionalista en la explotación de los recursos naturales y no la derogación de la Ley 2006-42 que recaudó de las grandes transnacionales petroleras más del doble de todo el impuesto a la renta cuando se cobró en 2008. Si faltan recursos ¿Cómo se reduce la participación del estado en los aumentos de los precios del crudo del 99% al 12.5% con el Decreto 449 en los contratos de participación a los que se apunta migrar?
Si hay déficit en la seguridad social hay que diseñar una estrategia de inversiones y recuperaciones, y no las remisiones de miles de millones de la deuda patronal. Se debe evitar cualquier privatización inconstitucional disfrazada bajo pretexto de “optimización”. En lugar de las privatizaciones o concesiones de activos productivos estatales que pasen a propiedad del IESS como parte de pago y sean administrados eficientemente con vigilancia de los afiliados y la ciudadanía con apoyo técnico de las universidades.
En lugar de contraer al mercado interno asfixiando el consumo, el empleo y el emprendimiento de los sectores y las geografías más vulnerables, hay que profundizar el cambio de la matriz y las lógicas productivas, así como la redistribución del ingreso. Efectos probados aunque efímeros como la rápida respuesta productiva ante las salvaguardas o la fortísima reducción de la propensión marginal a importar con el diseño del arancel (dentro de los topes de la OMC) por un par de años a partir de 2008 son muy aleccionadores respecto al potencial de un relanzamiento productivo con equidad y sustentable en términos de la restricción externa, los multiplicadores internos y la recanalización de la liquidez.
Experiencias de participación ciudadana a través de observatorios técnicos en la lucha contra la corrupción de la subasta inversa en la compra de medicamentos, de las asambleas productivas en más de USD 850 millones de compras públicas y de más de USD 1400 millones en compras privadas a la economía popular señalan claramente un camino de rearticulación de los mercados que hay que profundizar en una perspectiva sistémica.
Mecanismos de compensación de pagos, garantías, retrogarantías, crowdfunding, crowdlending, tarjetas de crédito productivas, el dinero electrónico, plataformas como las de SupertiendaEcuador y el SUCRE, deben ser replanteadas para aprovechar integralmente las tecnologías de la información y la comunicación y las posibilidades de costo marginal cuasi cero en sinergias del sector público, del privado y de la economía popular bajo el mandato constitucional de un sistema social y solidario.
Nadie tiene el monopolio de la verdad ni de la iniciativa: el país debe abrir un gran diálogo nacional para discutir alternativas reales e inmediatas frente a un derrotero de dolorosas consecuencias que se sigue profundizando.
[1] https://www.imf.org/es/News/Articles/2019/02/21/pr1952-ecuador-and-imf-reach-staff-level-agreement-on-extended-fund-facility
[2] https://www.imf.org/es/News/Articles/2015/09/14/01/49/pr07101
[3] https://www.eluniverso.com/opinion/2019/02/03/nota/7168895/advertencia-sobre-indicadores-empleo-pobreza-ecuador
[4] Enero de 2019 cerró con -0.09%. Un estudio del IIE-PUCE presentado recientemente en la Universidad Andina y en el CONGOPE muestra claramente la afectación de la deflación sobre los sectores más vulnerables de la economía, como campesinos, artesanos, sastres, costureras, panaderos, carpinteros, etc.
[5] Páez, Pedro. (2019) Nueva Arquitectura Financiera e Integración Latinoamericana. PUCE, cap. 5.