No se habrán olvidado de “Pedro y el lobo”, ese cuento infantil fundamental de cualquier antología. Cuenta la historia que un joven pastor prendía la alarma del peligro de un lobo sin que fuera cierto, para saciar su ansia individual. Al principio, los aldeanos corrían dispuestos a dar socorro, pero una y otra vez fue mentira. Hasta que un día apareció de verdad el lobo y cuando se prendió la alarma nadie acudió; el lobo comió ovejas hasta el hartazgo debidamente protegido por una mentira repetida cien veces.
El buró morenista se tomó esta vieja fábula como su principal táctica aunque, es claro ya, no sabían qué querían alcanzar con esta planificación, que no fuera lo que les dictaran al oído quienes fracasaron antes en la lid electoral.
Pues bien, mientras todas las semanas se prende la alarma de que viene el lobo (que para ellos tiene el nombre de Rafael Correa), la credibilidad de este cuento está en un nivel ridículo y el verdadero lobo se ha comido las ovejas y ahora va por las vacas, los cerdos y las gallinas.
Con tan poca fortuna ha actuado tal estrategia que uno de sus tiritaremos, el Secretario de Comunicación, Andrés Michelena, por querer emular la capacidad estratégica de hábil Vinicio Álvarado, ha actuado con tanta torpeza que parece más como si se hubiera soltado a un simio epiléptico con una metralla dentro de una cristalería.
El último galardón que se ha llevado Michelena es el cierre de la radioemisora Pichincha Universal, regentada por el Consejo Provincial de Pichincha. Si bien ha guardado silencio sobre este hecho, al que han tratado de cubrirle con la manta de un ambiguo procedimiento administrativo, el único con poder y las ganas de hacerlo en este gobierno es él.
La historia es clara: el voto popular favoreció como nueva Prefecta de la provincia de Pichincha a Paola Pavón, del movimiento del expresidente Correa. Entenderían Michelena y el resto del buró morenista que lo logró gracias a que la corporación provincial tiene una radio que es de los pocos espacios mediáticos que no han ejercido una línea informativa partidista favorable a sus intereses.
El mensaje se centró en lo administrativo, lo formal, el procedimiento, esa manera tan particular que tienen de retocar la forma para camuflar el maltrato a lo de fondo. Al parecer, Pichincha Universal no ha pagado el arriendo del uso de un espacio de un metro cuadrado en la caseta de la emisora de televisión Gama, ubicada en la parte alta de la montaña tutelar de Quito, el Pichincha. La administración decidió cortar la señal sin que medie ningún otro argumento.
Gama es el nombre de un culebrón que se puede resumir así: la adquirió el grupo Isaías que le robó al país cientos de millones de dólares; quebrado el grupo en el Ecuador, el canal fue incautado; desde entonces no ha habido una gestión suficientemente inteligente para darle un uso adecuado a ese activo que ahora pertenece al Estado (potenciarlo o venderlo).
Luego, ahora mismo es empresa fracasada: Gama tiene impagos salarios y beneficios de sus trabajadores por meses debido a su calamitosa administración. Entonces, ¿qué apuro tenían sus ejecutivos para resolver el menos importante de todos los problemas que tienen? Había sí el afán de justificar las paranoias de Michelena y sus lobos.
Por alguna razón, el buró morenista se niega a darse cuenta que cada día que denuesta a Correa le da votos. Es una operación inversamente proporcional y es el síntoma de que se les acabaron las ideas; el resultado está empedrado de acciones torpes.
Sino, hay que ver lo que le sucedió a Fabricio Vela, periodista que tuvo el profesionalismo de entrevistar al expresidente y que luego se ganó un carga montón de consideraciones. El resultado de ese otro atentado contra la libertad de expresión es que Vela ha ratificado su condición de comunicador independiente, Correa recupera seguidores y Michelena es cada vez más… ¡Póngale usted el calificativo!
Se está demostrando que el cuento de “Pedro y el lobo” llevado a estrategia política sirve un rato, se desgasta rápido y se revierte más pronto que tarde. Uno de los lunares más pustulosos es este ataque contra la libertad de expresión. Tan malo como la violación de este derecho, en seguidilla, es el silencio de los “adalides” de esta libertad de prensa. El Ecuador se ha convertido en la capital de la moral selectiva: los derechos son de mis panas, los deberes son de los otros.
El escenario nacional, ahora, está formado por una prensa partidista (cuya prioridad es triple: atacar a Correa, proteger a Moreno y apadrinar a Nebot), una prensa crítica a la que se la calla a la mala y pocas voces que aún son capaces de argumentar en pos de la construcción del Ecuador ciudadano.
De manera que la próxima que usted escuche a Michelena o al buró gritar “¡Ya viene el lobo!”
tenga la seguridad que el bullicio se habrá armado para encubrir atrocidades como tratar de callar a Pichincha Universal.