No cabe duda que Lenín Moreno ya cumplió la tarea encomendada por la derecha oligárquica, financiera, mediática y por cierta embajada. Tras destruir la institucionalidad con un Consejo Transitorio autoritario y arbitrario, el acuerdo con el FMI y revocación del asilo y la entrega de Julian Assange no le queda nada más por delante en su propósito de “desmontar el correísmo”. Salvo por algo que sí cuenta: entregar a Jaime Nebot la presidencia de la República a través de Otto Sonnenholzner y con ello iniciar la persecución y aniquilamiento de todo aquel actor político u organización social que se atreva a cuestionar o protestar por el Estado represivo encabezado hoy por María Paula “Ro…blesPlaza”.

Lo ocurrido con Assange es (por las pruebas exhibidas por el semanario mexicano Proceso y otros medios ingleses) fruto de un acuerdo entre los gobiernos de EE.UU., Gran Bretaña y Ecuador desde hace diez meses. Se trató de un pacto secreto con el objetivo de granjearse el beneplácito estadounidense para poder recibir respaldo y garantías personales en caso de una salida anticipada, mucho más si hay procesos penales por supuestos actos de corrupción.

El canciller José Valencia y la Ministra del Interior, por todo lo publicado por varios medios, han mentido al mundo entero. Jamás condicionaron la entrega a cambio de garantías para la vida e integridad de Assange; siempre estuvieron al tanto del pedido de extradición de EE.UU., el retiro de la nacionalidad no tuvo un proceso administrativo como lo contempla la Ley de Movilidad Humana, por tanto el fundador de WikiLeaks sigue siendo ciudadano ecuatoriano. Pero hay algo más grave: permitieron la invasión de territorio ecuatoriano en la sede diplomática para el ingreso de la policía británica, no como dijo el comunicado de la Secom que Assange (“abandonó y fue escoltado”).

Y sobre todo: Lenín Moreno, en su vídeo exhibido a las cuatro de la madrugada del 11 de abril, argumentó unas razones, nada jurídicas ni constitucionales, para dinamitar una institución sagrada internacionalmente como es el asilo político. Bajo las mismas críticas que contra él pesaron para cuestionar su estadía en Ginebra (como los gastos millonarios de su residencia y sueldos), ahora decide entregar la cabeza de Assange a Donald Trump. Para Moreno el “malcriado” de Assange era una piedra en el zapato. ¿Un asilo es una piedra en el zapato? ¿Cuántos casos conoce la humanidad del retiro de un asilo político con los argumentos de Moreno? El asilado tenía una mala conducta y por tanto debió ser castigado. ¿De cuándo acá hay un reglamento disciplinario para un asilado político? Moreno y Valencia instauraron en la embajada ecuatoriana -en Londres- un régimen carcelario para una sola persona, con filmación permanente de su vida íntima, interceptación de sus comunicaciones y bajo la amenaza del embajador de castigos del orden que a bien tuviere.

Entonces, Moreno ahora se siente satisfecho y seguro. Casualmente cuando más eco adquiere la denuncia de los llamados INAPapers. En el futuro solo le quedan dos caminos: licencia indefinida para supuestamente operarse y atender su salud y/o encargar la Presidencia. En sus planes no está la muerte cruzada o llamar a elecciones presidenciales anticipadas. Los resultados electorales del 24M impiden arriesgar unos comicios a favor de Nebot.

En el horizonte político inmediato, habría que considerarlo, se ciernen dos escenarios posibles: una agudización de la represión y la persecución con sus secuelas de terror e inmovilidad social. En esta densa atmósfera política se nota que la cooptación de los dirigentes del FUT y la Conaie anula cualquier opción de protesta en la lógica tradicional de las últimas décadas. También tenemos la emergencia de una fuerza política, quizá más articulada por el correísmo, como el único contrapoder sobre la cual no solo actuará la represión más despiadada sino también la concurrencia de los grupos afectados por el neoliberalismo, que no son pocos si lo vemos con realismo. Y siendo así, en poco tiempo, podremos constatar quiénes efectivamente logren constituirse en la fuerza política con posibilidades de alcanzar la presidencia de la república el 2021 o antes.

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