El último trimestre de 2019 Lenín Moreno fue derrotado en al menos 5 ocasiones: derogó el decreto 883, perdió su paquete de reformas neoliberales en la Asamblea, le devolvieron el presupuesto del 2020, la ONU saca un informe denunciando el uso indebido y excesivo de la fuerza en el levantamiento popular de octubre y la CIDH le pide devolver la libertad de los presos políticos Paola Pabón, Virgilio Hernández y Christian González además de garantizar los derechos políticos de la Prefecta de Pichincha.
Cada uno de esos hechos (más allá del acolite de la prensa comercial, pública y empresarial) prueban su incapacidad para gobernar. No solo la caída de la popularidad, la credibilidad y la calificación de la gestión (ya sobrepasa el 80%), además cuenta mucho el riesgo país (superó los mil puntos) y la desconfianza de varios actores políticos y económicos.
Y si a eso se añade un enorme desprestigio de sus ministros, algunos de ellos con procesos políticos en la Asamblea, otros con una gestión mediocre (señalados como vagos por el presidente de la Conaie) y un servicio diplomático en franca farra internacional, con algunos embajadores ociosos e inoficiosos, no cabe duda que al cerrar el 2019 estamos frente al peor gobierno de la historia (a pesar de los buenos precios del petróleo y el apoyo descarado de EE.UU.).
¿Quién realmente gobierna en Ecuador? La pregunta de siempre que no encuentra respuesta. Ahora parecería que es Juan Sebastián Roldán con todos los poderes asumidos (incluido el de firmar contratos sin límite de monto) en calidad de secretario de Gabinete. Pero tampoco va por ahí la explicación: parecería que hay unos poderosos empresarios, empresas y grupos de amigos sacando provecho de todo e imponiendo las políticas y los contratos. Para eso tienen a Roldán (cuyo padre además de embajador en España es un “negociador” astuto) codeándose con todos ellos. Y para eso también cuentan con María Paula Romo que impide cualquier protesta, “insurgencia” o rebeldía popular o política. Claro, tampoco ella actúa sola, por eso firma convenios de seguridad con la embajada estadounidense y recibe el respaldo de los altos mandos militares y policiales.
Auto asumido como gobierno de transición, parecería que su incapacidad y poco brillo político para entender esa condición le deja un solo camino: la inercia. En sus cálculos habrá una sola variable segura: le queda un año y cinco meses y si no ocurre nada extraordinario podrá irse (seguramente a EE.UU.) con todas las garantías que recibe por ejemplo Juan Guaidó por los “favores” hechos.
Moreno es incapaz de generar una sola discusión política para crear escenarios de reflexión sobre el futuro del país. Y en medio de eso Jaime Nebot hace campaña adelantada y Guillermo Lasso saca provecho económico del ahora aliado en el gobierno y con algunos votos en la Asamblea.
Además de las cinco derrotas acumula vergonzosas derrotas judiciales como la de absolución de Sofía Espín o un cúmulo de juicios y procesos iniciados desde la mal llamada Secretaría Anticorrupción sin ningún beneficio de inventario. Y qué decir de las mentiras de la “carretera que no lleva a ninguna parte”, las concesiones y las privatizaciones millonarias que nunca se concretan, la venta de los activos del Estado (como los aviones que nunca dejaron de usar para sus paseos dominicales) y el supuesto crecimiento económico del país.