Ezequiel O. Salinas

En los próximos días, el capital financiero especulativo transnacional consumará uno de sus ataques más feroces en contra de los países de América Latina y del Sur Global.

El FMI groseramente falsificó las proyecciones de crecimiento de la economía argentina para poder justificar fraudulentamente los préstamos más grandes de la historia argentina. Igual que lo hicieron los bancos gringos o españoles cuando dieron préstamos a gente que no tenía ingresos. Lo hicieron para cobrar una comisión en el corto plazo y para luego quitarles las casas con desahucios. Eso es lo que realmente les interesa a los verdaderos dueños del FMI: el paquete privatizador. Una vez que le dejan a la Argentina sin liquidez y sin esperanza, se llevarán sus activos reales – la propiedad de sus empresas, el campo y la tierra, las concesiones de recursos naturales -.

La moneda argentina hoy vale una quinta parte de lo que valía cuando llegó Mauricio Macri. Y eso que Argentina es el único país del hemisferio a quien no le aplican las sanciones comerciales que impuso Trump (al acero y al aluminio). Las expectativas son que la moneda siga perdiendo valor. Además del empobrecimiento de los argentinos, esto tendrá consecuencias en todo el mundo.

El capital especulativo transnacional ya comenzó su retirada. Están desprendiéndose de bonos argentinos, de bonos turcos, de bonos rusos y en general, todo lo que huela a «Sur». Pero la devaluación argentina hará que Brasil también devalúe. Y si devalúa Brasil, devaluarán primero Colombia y segundo Perú.

¿Y Ecuador? Ecuador está viviendo un estrés fiscal autoiflingido. Un suicidio fiscal según el Observatorio de la Dolarización. Tiene que endeudarse con garantías del 200% apenas para salir al paso, porque con la Trole 3 se quitó acceso a sus propios recursos en el Banco Central. Solo esto es suficiente para la espiral recesiva que está viviendo Ecuador y particularmente Quito. Hay cientos de miles de clientes menos, porque ya todos los servidores públicos (independientemente de su régimen laboral) están esperando que les llegue la hora de entrar al desempleo. Y los empleados de los negocios que venden menos también se están sumando al desempleo.

Sumemos el suicidio fiscal a la carrera devaluatoria de nuestros países vecinos, pero sin salvaguarda de balanza de pagos, sin tasa aduanera, con trole 3 que baja y exonera del impuesto a la salida de divisas. Y con un ministro del bobo aperturismo que celebra el aumento de las importaciones.

El resultado es una crisis argentina en Ecuador, momento propicio para la doctrina del shock. Lo que se viene será una desdolarización del salario y la superdolarización del capital.

El shock de «competitividad»: destruir la estabilidad laboral y la seguridad social de los trabajadores ecuatorianos; destruir el poder adquisitivo con una salida abrupta de la dolarización -pero solo para los trabajadores- porque los grandes grupos económicos ya tienen sus dólares en Panamá en los bancos offshore de los «nuevos» amigos de Moreno.

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