Por Miguel Ruiz
La historia reciente de América Latina nos demuestra que la era de los golpes de Estado no está definitivamente clausurada: duros o blandos, los atentados contra el orden constitucional y la voluntad de las mayorías ejecutados por diversos poderes fácticos (policías, militares, grupos políticos y económicos) siguen siendo, en pleno siglo XXI, parte de la realidad de nuestra región: de Honduras a Brasil, de Venezuela a Bolivia, los poderosos de dentro y de fuera no suelen ser buenos perdedores. ¿Será el Ecudor el siguiente en la lista?
Diversas informaciones que circulan en estos días previos a las elecciones parecieran apuntar en ese sentido: desde la guerra de desinformación orquestada por la derecha ecuatoriana que incluye el uso masivo de trolls y fake news en contra del candidato Andrés Arauz; las irregulares decisiones de último momento por parte del CNE sobre algunos procedimientos electorales; los obstáculos puestos a algunos observadores internacionales, hasta las recientes denuncias en Twitter del prestigioso periodista español, radicado en México, Katu Arkonada. De acuerdo a las fuentes de Arkonada en Washington, por debajo de la agenda oficial de la visita de Lenin Moreno a esa ciudad, habría otra agenda mucho más comprometedora.
La Secretaría General de Comunicación de la Presidencia del Ecuador divulgó que la reunión sostenida por Moreno y sus acompañantes con Juan Sebastián González, el recientemente nombrado por Biden Director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la Casa Blanca fue para «vigorizar la lucha contra el tráfico ilícito de drogas, así como la delincuencia organizada transnacional». La misma Secretaría también menciona que en la reunión de Moreno con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro (cómplice descarado del golpe contra Evo Morales en Bolivia) se desvivió en elogios por su gobierno, calificándolo como ¡»protector de los derechos humanos, la democracia y las libertades»!
No obstante, de acuerdo a las fuentes de Arkonada, además de las reuniones oficiales, se habrían llevado a cabo otras reuniones más cerradas a las cuáles no habrían asistido siquiera el Canciller ecuatoriano y la Embajadora de nuesto país en los EEUU, ¡pero sí la exministra de Gobierno del Ecuador! El objetivo central de ese encuentro habría sido, según el periodista, orquestar una estrategia para impedir la victoria de Arauz, coordinado acciones de desinformación: lo publicado por Semana respecto al supuesto financiamiento del ELN, así como una supuesta injerencia de Venezuela, Cuba, Irán y Rusia), pero también asegurándose de que una encuestadora cercana al candidato de la derecha cree el clima propicio para legitimar » al menos una segunda vuelta» y, eventualmente, ¡suspender la segunda! (¿con el pretexto de la pandemia?), con independencia de los votos constantes y sonantes en las urnas.
De confirmarse esa línea de acción, estaríamos ante un escenario de golpe «blando», pero con consecuencias duras: el probable desconocimiento de la voluntad popular, que de acuerdo a (casi) todas las encuestas perfilan una claro triunfo del candidato de la Revolución Ciudadana. Las informaciones acá reseñadas nos deberían por lo menos poner en alerta ante cualquier tentativa de los poderes fácticos para conseguir mediantes engaños y por la fuerza lo que no parece van a lograr en el plano de la legalidad.