Por Rodrigo Rangles Lara

El presidente Guillermo Lasso vive en un espejismo crónico y pretende, con ayuda del sistema mediático a su servicio, que el pueblo ecuatoriano experimente esa misma alucinación, con el truculento fin de ocultar la dolorosa tragedia creada a partir de sus fanáticas recetas neoliberales, propias del capitalismo salvaje.
En el imaginario del presidente y sus cortesanos existe un país “democrático y boyante”, “en pleno proceso de desarrollo”, con una población “en goce de sus derechos”, una economía “en recuperación luego del desastre de los últimos gobiernos”, sin faltar unos servicios públicos “de calidad para todos y todas” y un Ecuador insertado “exitosamente en el mundo globalizado”.
Hasta hace poco también generó la ilusión de un país seguro, contrariando hechos incontrastables demostrativos de la violencia imperante en todos los estamentos de la sociedad ecuatoriana, como el increíble crimen – por la forma, el escenario y los protagonistas- de la abogada María Belén Bernal, explosión de bombas asesinas, incontrolable sicariato, masacres carcelarias con un saldo de más de 400 asesinados e incontables episodios sangrientos que nos lleva a la duda siguiente: ¿Realmente estamos frente a autoridades incompetentes e incapaces para frenar esa barbarie o asistimos a la vieja táctica de “crear y magnificar un problema”, para luego, “proponer una mañosa solución”, similar a la pretendida consulta popular sobre seguridad?
En el imaginario de Lasso “la corrupción no existe en mi gobierno”; a contrapunto de lo que piensa la embajada norteamericana cuando, según su versión, ha negado la visa a cientos de nacionales porque: “en mi país no queremos corruptos” y, paralelamente, apuntó sus dardos a generales del ejército y policía ligados al narcotráfico. ¿Qué ha hecho Lasso y la fiscalía o la justicia para castigar a esos delincuentes?
Nada, como nada se ha hecho para esclarecer o sancionar a los Pandora Papers, Panamá Papers o a los asesores “ad honorem” metidos en oscuros negocios privatizadores, en la millonaria venta de cargos en las aduanas o en la adjudicación de sustanciosos contratos, acusados públicamente con nombres propios: Juan José Pons, Roque Sevilla y Aparicio Caicedo. .
Asambleístas corruptos de Pachakutik demandados por Lasso, acusados de chantaje y exigir cargos públicos; reciben el indulgente arrepentimiento del propio mandatario, necesitado de esos cinco votos para salvar su pellejo en la Asamblea, con el apoyo de socialcristianos, independientes e izquierdistas democráticos. Ahí tenemos, de cuerpo entero, el ejercicio de la democracia del dinero.
La distorsionada realidad con la que mira nuestro país el privilegiado militante del Opus Dei, le lleva a pensar que su administración está dedicada a resolver los problemas existentes en educación, salud, vivienda o bienestar social y puso como prueba de ello una inversión cercana a los 12 mil millones de dólares, desde el inicio de su gestión hasta la fecha.
Es probable que la cifra sea verdadera, pero las fantasías del mandatario están lejos, muy lejos de la realidad cuando, ahora mismo, compartimos el dolor de 195 mil niños y jóvenes impedidos de ingresar a las aulas escolares, en el nuevo ciclo; el franco deterioro de la infraestructura educativa, especialmente en las denominadas Escuelas del Milenio o el regreso a la obsoleta formación pedagógica unidocente, por escasez de maestros y, si algo faltara, la reducción de más de 700 millones de dólares en el presupuesto fiscal, afectando a todo el sector, incluido el universitario.
El acaudalado Lasso puede darse el lujo de gastar unos tantos millones para viajar al extranjero y, si a eso se suman los privilegios del poder, resulta fácil y cómodo resolver sus dolencias contratando, además, especialistas renombrados en prestigiosas y costosas clínicas.
La suerte de la mayoría de enfermos ecuatorianos es diametralmente distinta, aunque Lasso y los responsables del ministerio correspondiente se esfuercen en afirmar, públicamente y sin ningún rubor, que los servicios sanitarios públicos atienden eficientemente a los pacientes, que los hospitales y centros de salud proveen de regularmente de medicinas y que los médicos son suficientes para atender la demanda de la población.
La realidad demuestra que mafias incrustadas en administraciones hospitalarias, algunas de ellas resultado de inmorales transacciones políticas, se enriquecen con el negocio de las medicinas y su desabastecimiento científicamente calculado y premeditado. La destrucción del sistema estatal de salud demuestra que al régimen no le importa la salud de los dolientes, prueba de ello es el deceso de más de cien niños afectados de cáncer como consecuencia de esa inhumana política estatal.
Más de cinco mil galenos y trabajadores de la salud ha cesanteado este gobierno; modernos hospitales, herencia de la década ganada, en irresponsable deterioro; equipos electrónicos de última generación convertidos en chatarra o arrumados por falta de especialistas, quirófanos sin los insumos indispensables para operar; en suma, un desastre premeditadamente concebido para favorecer servicios médicos privados y, en el caso del IEESS, apuntando a llevarse los jugosos dividendos fruto del trabajo de millones de trabajadores y afiliados.
Muy suelto de lengua, durante la campaña electoral, puso a soñar a los incautos electores con la oferta de regalar 200 mil casas prefabricadas en el sector rural y crear hasta dos millones de empleos, en los cuatro años de gobierno. En sus febriles alucinaciones pensará que está cumpliendo esas ofertas cuando presentó su cuestionado proyecto de “casas en cañas de bambú”, a 18 mil dólares cada una, cuando urbanistas consideran que, en el mejor de los casos, costarían la mitad.
Respecto del artificioso empleo ofrecido, encontramos en la cruda realidad, a miles de cesanteados por mandato y decisión del ilusionista banquero, a los que se suma otro ejército de desempleados víctimas de la quiebra de pequeñas y medianas empresas, resultado de una política económica orientada a potenciar únicamente a los grandes negocios.
El peor de los castigos es dejarle a un hombre hábil, sin trabajo. Ese inhumano castigo, aplicado sin piedad por el régimen, ha obligado, como en la década de los 90, a cientos de miles de ecuatorianos a migrar hacia otras latitudes. Más de cien mil – entre ellos cinco mil niños – están varados en la frontera México- norteamericana; mientras comenzamos a ver, pueblos fantasmas donde pululan viejos tristes y solitarios a cargo de infantes que, según la UNICEF, uno de cada tres menores de dos años, sufren desnutrición crónica y unos cinco mil, están en condiciones de mendicidad.
A esa larga lista de crueldades gubernamentales se debe agregar el abandono de la infraestructura vial, el deterioro de los servicios públicos, la destrucción de la institucionalidad, el crecimiento de la pobreza, el incontrolable aumento de los precios en los productos de consumo humano; una justicia tarifada, cómplice de los atracadores de cuello blanco, partidos y dirigentes políticos neoliberales corruptos y corruptores, medios y periodistas de comunicación mercantiles que forman parte vital de ese truculento espejismo creado, desde los poderes fácticos, para hacernos creer que vivimos en un país democrático en los ámbitos político, económico y social.
Dirigiendo ese malvado tinglado tenemos al banquero diplomado con honores en la universidad de la mentira, cinismo y perversidad, al que muchos analistas le han apuntado públicamente como “tonto , pendejo e inútil” calificativos, a mi modo de ver errados, porque haciéndose pasar por inepto, está llevando a la población hacia el despeñadero trazado desde el Fondo Monetario Internacional y satisfacer los voraces apetitos de las transnacionales extranjeras, de la plutocracia criolla, a la que se debe y pertenece.
RRL
06.10.2022

Por RK