Por Rodrigo Rangles Lara

Guillermo Lasso, Lenin Moreno y Daniel Noboa forman una triada de incorregibles mitómanos que buscan desesperadamente mantener el control del Estado para afianzar el capitalismo salvaje y continuar el usufructo del erario nacional, menospreciando el destino y la suerte de la mayoría de los ecuatorianos. 

Moreno se mostró maestro de la simulación, la traición y la mentira cuando las elevó  a nivel de políticas estatales  en favor del deshumanizado neoliberalismo; esa nociva práctica continuó Guillermo Lasso aplicando el engaño como estrategia de campaña y gobierno; mientras, el bisoño discípulo Daniel Noboa Azín, imita entusiasta a sus predecesores en su desesperado afán de llegar a Carondelet.

Danielito, como le dicen en la intimidad familiar, no solo es heredero de las “virtudes” neoliberales de Moreno y Lasso o  la cuantiosa fortuna de la Corporación Noboa sino que también asumió – con la trampa como práctica inevitable – la manera de hacer fortuna rápido y fácil,involucrándose en la política entendida – según ellos –  como el medio para la toma del poder y el manejo, en provecho propio, de las riquezas nacionales.

Es por eso que “el hijito de papá” aterrizó como asambleísta, auspiciado desde las tiendas políticas de Lasso y Moreno, donde cumplió un papelito segundón, siempre a favor del gobierno de los banqueros y empresarios; por esa razón sorprendió el salto  protagónico a disputar, desde la noche de ese mal llamado debate, a la primera magistratura del país, con una prefabricada imagen de  “joven inteligente, mesurado, sobrio, excelente expositor”.

Como nada permanece oculto, y menos si se trata de una disputa político – electoral, se descubrió que ese inesperado milagro se debía a que, a cambio de un jugoso cheque de 250 mil dólares, le habían adelantado las preguntas y la mecánica del evento. Según denuncia pública, ese dinero fue a parar en la cuenta de Enrique Pita, Vicepresidente del Tribunal Electoral. El mentado caballero, lasista de corazón y enemigo del correismo,negó el hecho; pero, hasta hoy, no ha explicado el origen de esos dineros.

Lo cierto es que, en el fragor de la campaña, a la nueva revelación política, orgullo de los seguidores de la plutocracia gobernante, le resultó inevitable atender entrevistas  y  enfrentar la curiosidad de periodistas que fueron desnudando, pregunta a pregunta, las deficiencias intelectuales, el doblez de su postura política e ideológicay lo falso del discurso  humanista con el que pretende ganar el favor de las masas.  

Ese conflicto se agravó cuando una locuaz Verónica Abad, su binomio en la contienda, contó a los cuatro vientos el compromiso adquirido por los dos para, en caso de llegar a la presidencia, privatizar la educación, la salud, lastelecomunicaciones, la banca estatal, la seguridad social, subir a 70 años la edad de la jubilación, tirar abajo la dolarización, reducir los salarios, achicar el tamaño del Estado y, consecuentemente, lanzar a la desocupación a miles de empleados públicos, entre otras medidas antipopulares.

¿Cuál de los dos decía la verdad? Las alarmas se encendieron en la sede de la campaña y hasta llegaron a pensar en una abierta ruptura con el binomio, lo cual habría acabado los planes gubernamentales. Resolvieronresignarse a enfrentar “el daño” silenciando a Verónica Abad en el sistema mediático, siempre su disposición y  amplificando generosamente las posturas “progresistas” de Daniel Noboa.

En esas difíciles condiciones llegó el candidato del statu quo al segundo debate, preocupado, además, porque una buena parte de la opinión pública rechazó la compra-venta denunciado contra Pita, le fue imposible conocer de antemano las preguntas y menos usar audífonos que le permitieran contacto, desde el set de televisión, con sus asesores de campaña. Es decir, iba desarmado a enfrentar una rival, ahora, en condiciones de igualdad.

Bastaron unos pocos minutos transcurridos del evento para descubrir que estábamos frente a otro Noboa, muy distinto al del exitoso primer debate. Inseguro, nervioso, repetitivo, leyendo a   hurtadillas unas notas  que, con el pasar del tiempo,  delataron incoherencia y falta de lucidez para argumentar los temas propuestos y las preguntas planteadas tanto por Luisa González como de la misma moderadora.

La rigidez de su rostro y los constantes trastabilleos denunciaban lo difícil que le resultaba seguir, a rajatabla,el guión establecido desde los estrategas de campaña para quitarse cualquier indicio de militante neoliberal y,aparentar, de cara al público, una postura humanista con tintes progresistas, es decir, él mismo era una mentira, provocando lo obvio, un rechazo de amplios sectores del electorado, entre ellos, de sus propios seguidores.

Y no solo mintió respecto a su línea doctrinaria, sinotambién al responder punzantes preguntas formuladas, a boca de jarro, por Luisa González, como la alusiva a las exportaciones de banano hacia Rusia y su propuesta de comercializar en otra moneda ajena al dólar; sus relaciones con el ex ministro de Agricultura Bernardo Manzano que, tras dudar, admitió haber sido su gerente en  la Corporación Noboa, “hasta agosto”. En verdad, ocultó que ese amigo y funcionario de varias empresas de los Noboa, está seriamente implicado con la mafia Albanesa.

En su intento de sacar el cuerpo de esa espinosa situación, Noboa acusó, al ex ministro de Gobierno, José Serrano, de estar implicado en el negocio de las drogas, acusación que el  ex funcionario – días más tarde –  replicó indignado: “Noboa es socio de Guillermo Lasso, no solo en política, sino socio y aliado en el lavado de dinero con las estructuras de la mafia Albanesa”. 

“Tiene miedo – repostó Serrano – de que se descubran los contratos falsos para las exportaciones  bananeras y, como hace poco tiempo, se descubrieron 9.5 toneladas de drogas en España y estaban en contenedores ligados a su Corporación Noboa”, luego de explicar que Manzano llegó al ministerio “por orden de Danilo Carrera, Rubén Chérrez y la mafia Albanesa, para autorizar las exportaciones de las cajas de banano a ser utilizadas por esa estructura delictiva”. 

Lo cierto es que, las reacciones luego del debate último,reclaman explicaciones contundentes  sobre esas graves denuncias y los propósitos delincuenciales que estarían tras la búsqueda del poder tanto de Noboa y sus incondicionales Lasso y Moreno, factor que incide en el espectro electoral donde se advierte una tendencia a la baja de las preferencias hacia el candidato banquero y un alza sostenida de Luisa González.

Sin duda, ese el resultado, de una acertada intervención de Luisa González, transparente en su línea ideológica, mesurada, clara, contundente, empoderada de datos y cifras demostrativos de su amplio conocimiento sobre administración pública y, sobre todo, explicando los problemas, cómo los va a solucionar, cuánta inversión requiere para sacar al país en el desastroso estado,  herencia de seis años de desgobierno neoliberal.

La desesperación cunde en el buró de campaña de los “libertarios” y, en más de un sector se teme que intenten, nuevamente, algún episodio parecido al asesinato del ex asambleísta y postulante presidencial, Fernando Villavicencio;  se inventen alguna inculpación temeraria contra los máximos líderes de la Revolución Ciudadana o  cualquier cosa que afecte la candidatura de González, como lo hicieron para evitar el triunfo en una sola vuelta.

Conscientes de la debacle de Noboa en el debate, los estrategas de campaña utilizan su sistema mediático para, con argumentos inverosímiles, tratar de convencer al electorado que su postulante es un estadista preparado para gobernar con la “eficiencia de banquero y empresario”, mientras no se ahorran calumnias y mentiras para denostar a la candidata de la Revolución Ciudadana.

Una prueba tenemos con el ex alcalde de Quito, vinculado a Pachakutik, Antonio Ricaurte, cuando, sin tapujos ni cortapisas, ha calificado a  Noboa de “cojudo” y ha considerado que ese sustantivo “es bueno” porque le diferencia positivamente de otros candidatos que, con cifras y plantean, soluciones reales y verdaderas a los problemas del país.

Le recordamos, al analista de marras, que el diccionario de la lengua considera a “cojudo” como sinónimo de:estúpido, bobo, tonto, retrasado, insensato, tarado, idiota, mentecato, torpe, lelo, simplón, pendejo, carente de autoridad y con discapacidad intelectual de moderada a grave.

Gracias señor Ricaurte por haber retratado de cuerpo entero a su candidato y creo que ha hecho un favor al país, porque ha demostrado, además, que solo un cojudo puede elegir a su cojudo como presidente de la República.

No me sorprendería, porque perfiles parecidos a los que usted ha señalado, gobiernan nuestro país.

Pido, por el bien de los ecuatorianos, que hagamos lo imposible para librarnos de los cojudos y mitómanos que tanto daño nos han hecho.

Por RK