Verena Hitner

La relación entre la formación académica y subdesarrollo es una de las principales consecuencias para los países del sur en la fuga de cerebros. En nuestros países periféricos, existe un desajuste entre la naturaleza de nuestro desarrollo industrial y la modernización por un lado y de ellos con el desarrollo del sistema universitario.

En este sentido, la Universidad sería un reflejo del carácter alienado del sistema económico nacional. Hay un traslado de los recursos humanos altamente calificados de los países relativamente más pobres, donde las universidades producen especialistas que una economía tecnológicamente dependiente no necesita, hacia las economías céntricas que exigen un número creciente de especialistas calificados que sus propios sistemas universitarios son incapaces de  satisfacer. El problema del desarrollo que se plantea desde la periferia es, por lo tanto, bastante básico: si nos quedamos en el modelo de desarrollo centro–periferia, o si podemos lograr una vía de desarrollo más autónoma.

La fuga de cerebros auspicia una espiral cada vez más desigual de concentración de conocimientos, situando a unos países como productores y a otros como consumidores, en nuevas relaciones de dependencia más que de codesarrollo. Por otra parte, el análisis de los datos totales de migración indican que en 25 años, la población mundial creció cerca de 40% (Banco Mundial 2018), mientras que el número de migrantes aumentó en 59% (OIM, 2018). El 3,3% de la población mundial es migrante.

Para transitar hacia un modelo de desarrollo basado en el conocimiento, se requiere generar procesos de acumulación sostenibles en el tiempo, reduciendo la dependencia del conocimiento científico y la tecnología foránea. Así, plantear el problema desde esa perspectiva nos permite pensar sobre las necesidades de políticas públicas de retorno de los migrantes calificados y de formación de talento humano que se quede en el país, contribuyendo con las transformaciones productivas nacionales necesarias.

En el caso de Ecuador, un análisis de los datos de los investigadores que han salido del país para estudiar su doctorado y han regresado nos permite ver que nuestras opciones aún están fuera del circuito de la nueva división internacional del trabajo. Las opciones de países de estudios para ecuatorianos son de países hispanohablantes y no hacia los Estados Unidos o Inglaterra. Igualmente tenemos una brecha de género importante dentro de ese grupo. De los PhDs retornados, el 65,1% son hombres y 34,9% son mujeres.

Sin embargo, se puede ver el éxito de la pertinencia de la política implementada en la revolución ciudadana. A pesar de la brecha, la mayoría de las mujeres que salen del país van a áreas necesarias para el desarrollo nacional. 32,5% de las mujeres van a las áreas de ciencias naturales, matemáticas y estadísticas. En esas áreas también está la mayoría de los hombres que han decidido estudiar su carrera en el exterior.

Tabla 1. Distribución de los becarios retornados de cuarto nivel por área del conocimiento, género y nivel de formación (2017)

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Políticas importantes como esa deben ser analizadas y mantenidas por el Estado. El apoyo al retorno de cerebros debe ser una de las políticas públicas más importantes del Estado que pretenda ser parte de la nueva división internacional del trabajo, y que buque una inserción internacional soberana en la actual sociedad de la información.

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