La historia se repite dos veces la primera como tragedia la segunda como farsa.

Karl Marx

Desde mediados de 2015, cuando el entonces presidente del Ecuador Rafael Correa, anunció en la Asamblea Nacional que presentaría los proyectos de ley conocidos como “de Herencias y de Plusvalía”, la palabra que buscó posicionarse desde los sectores de oposición al régimen, de izquierda a derecha, fue la “descorreización”. Esta palabra, carente de contenido y que para diferentes personas significaba diferentes cosas, buscaba generar sentidos en la política del país, su objetivo general era claro: Romper la hegemonía que Rafael Correa, en cuanto actor y fuerza política, había tenido durante tantos años.

El gobierno de Lenín Moreno, que hace poco cumplió un año en funciones, tomo como suya esta bandera, la de “descorreizar”. En estos momentos, guiándonos por el adagio popular de que “son tus acciones las que te definen”, ya sabemos que implicaba descorreizar en lo concreto: El retorno de los Notables.

¿Quiénes son los Notables?

Si analizamos someramente la historia de la configuración de fuerzas económicas – que recaen en políticas – en el Ecuador, prácticamente desde la independencia, es fácil caer en cuenta de que siempre ha existido un Status Quo de actores predominantes con ciertas brechas entre sí: Primario exportadores, importadores de bienes finales e intermedios y el sector financiero. Estas tres fuerzas económicas tienen una relación que podríamos denominar como simbiótica con determinados centros industriales en el mundo, especialmente Estados Unidos y los de los principales países del bloque denominado como de Occidente. Sus anclajes de acción política son fundamentalmente tres:

  • Partidos políticos, disimiles en identidad pero con agendas convergentes en lo fundamental, que se rearticulan y modifican en el tiempo.
  • Medios de comunicación, sobre todo propiedad de las tres fuerzas económicas.
  • Cámaras de Comercio, que aglutinan directamente los intereses empresariales, primarios exportadores, importadores y financieros.

Es así que la orientación política histórica de estas fuerzas, cuyas simientes están en la estructura económica del Ecuador, es sostener ese status quo:

Economía primario exportadora, dependiente de las importaciones de bienes finales de los centros industriales, especialmente de Estados Unidos y de Occidente, acompañada de una rotación del poder institucional del Estado entre las fuerzas políticas tradicionales, que a veces cambian de identidad (SUMA y CREO) y a veces no (ID y PSC), y garantía de pequeños nichos de poder para partidos de la periferia electoral (MPD, ahora Unidad Popular) y algunas organizaciones, que se reacomodan a la agenda del status quo en función del afianzamiento de nichos aún más pequeños.

El proceso de la Revolución Ciudadana, que se mantuvo en la conducción del poder institucional del Estado en el Ecuador desde enero de 2007 hasta mayo de 2017, fue una de las contradicciones históricas con este status quo centenario, más no una ruptura fundamental. El porqué de eso es una discusión interesante e importante, además de extensa, que no se abordará en este texto. Pudo ser tanto por intenciones como por condiciones.

El análisis que nos compete ahora es: ¿qué hacer?, ¿qué hacer, quiénes? Si los Notables son la representación del status quo histórico, ¿quiénes somos nosotrxs?

En la divergencia fundamental de la política, entre lxs históricamente excluidos y los históricamente privilegiados, explotadores y explotados, burgueses y proletarios, y en la naturalización de las categorías que nos permiten actuar sobre la realidad, conscientes de la diatriba histórica de la disputa entre esas dos fuerzas antagónicas fundamentales, ¿quiénes somos nominalmente lxs antagonistas de los Notables?

El 13 de mayo de 2018 tanto las Cámaras de Comercio como las Organizaciones de Trabajadores firmaron un Manifiesto público conjunto en apoyo al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio, principal ente encargado del retorno al status quo. Esta es la muestra más tangible de que quienes llevaban las banderas de las contradicciones clásicas de la política (proletariado versus burguesía) en el Ecuador no tienen un antagonismo real, de que de “izquierda” a derecha la reacción ante el retorno del neoliberalismo pasa solamente por el silencio y los aplausos, prueba de sus acuerdos convergentes en los puntos fundamentales, es decir su notabilidad.

Sin buscar hacer eco de las palabras del Oráculo de Delfos, la pregunta fundamental sigue siendo: ¿quiénes somos? La respuesta quizá aún no termina de ser clara, pero existen nociones claras:

A la cancha le falta la recomposición orgánica de un jugador que reconozca y redimensione el antagonismo con los Notables, tanto en términos teóricos y programáticos, como incluso ontológicos. Que asuma la importancia histórica y el anclaje popular del proceso de la Revolución Ciudadana y sus banderas, pero que pueda plantearse sobrepasar las contradicciones que derivaron en el escenario actual.

A la cancha le faltan lxs Comunes.

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