A María Paula Romo el 17 de julio le quedará marcado como el día revelador de su más deplorable conducta política. No solo fue el castigo recibido por la Asamblea Nacional: ese día sintió el peso de una suma de “desaciertos” y de abusos en su gestión en calidad de “Premier de la República” (bananera). Y ¿es el día de su ocaso en la política nacional?
Ella representó estos años ese oscurantismo neoliberal expresado ahora, con procacidad, en Bolivia con Jeanine Añez. Jugó a ser la mejor expresión de los grupos financieros y empresariales, de quienes habría recibido carta blanca y salvoconducto a la impunidad. Es la “voz cantante” de los designios de Washington, nada más y nada menos de la era Trump. Asumió la vocería absoluta del peor gobierno de la historia y sentó un pésimo precedente para su currículum histórico: la traición como “institución”, para la venganza y destrucción de un proceso político del que ella fue parte entusiasta.
Ahora de nada le servirán sus selfies en la Casa Blanca, las condecoraciones del FBI y las promesas de las ONG a su servicio.
Vamos por partes:
1.- Desde octubre de 2019 se consolidó como el rostro autoritario de un régimen violento, abusivo y neofascista. A ella le aplaudieron y sostuvieron las fuerzas retrógradas del país (incluidos periodistas y portales) y cierta embajada. Con varias solicitudes de juicio político, evadió la sanción legislativa gracias a los pactos y contratos revelados estas semanas. Y con esa garantía asumió también la conducción del “Primer Mandatario” a quien usó a su favor al punto de imponer su nombre en la terna para reemplazar a su contrincante interno Otto Sonnenholzner.
2.- En el cargo de ministra de Gobierno y Policía arremetió contra el correísmo usando a la Fiscalía y a la Justicia, bajo premisas que ella en sus épocas de militancia en la Revolución Ciudadana habría criticado. Con un tuit mandó a detener a Paola Pabón. Con sus declaraciones, hasta ahora no rectificados, mantuvo en la cárcel a Ola Bini durante 70 días. Y, por si fuera poco, fue la artífice y vocera de la decisión de entregar a Julian Assange, pecado capital que nadie podrá perdonar en su historia de abogada.
3.- Ejerció el poder dado por Lenín Moreno para armar pactos con lo peor de la política nacional: asambleístas vendibles y comprables, un ex presidente con el que chateaba a diario a cambio de la entrega de hospitales, con un banquero y aspirante eterno a la Presidencia para consolidar los negocios privados y salvaguardar la plata en paraísos fiscales y dejó por fuera del gabinete a quienes se oponían a un ejercicio autoritario y despótico del cargo, en nombre del “Primer Mandatario”.
4.- María Paula Romo ha traicionado a sus propios compañeros de gabinete, de organización política y a las ideas liberales y progres que decía profesar. Su traición es monumental, de ella no saldrá bien colocada en la historia. Ahora traiciona a quienes le sirvieron de “burro píes” en la Asamblea y seguramente habría traicionado a Moreno de llegar a ser Vicepresidenta.
Frente a todo ella solo le quedaba asumir el poder absoluto en Carondelet. Si es cierto que una de las opciones era Martha Roldós, Romo sabía que tendría todas las de perder. Pero sobre todo asumió ese reto para consolidar otro proyecto, mucho más audaz y ambicioso, menos democrático y con el respaldo de cierta embajada.
De ahí que el castigo recibido el 17 de julio (para ella, Juan Sebastián Roldán y la Ruptura) es una reivindicación para todas las víctimas de octubre, para los perseguidos políticos y los exiliados, para las centenas de miles de desempleados. Y por supuesto que es un castigo también para quienes le rodean, aúpan y celebran sus obscenidades políticas. Por ejemplo: esa caravana de periodistas y medios, las ONG y, terriblemente, esas supuestas organizaciones feministas que la señalaron como “una persona de bien”.
Desde hoy deben activarse el juicio político, el procesamiento penal por los actos de corrupción denunciados en la Fiscalía, donde consta su nombre, según los audios, además de la investigación internacional, con su respectiva sanción, por las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en octubre de 2019.