Los actores políticos no entienden hasta ahora porqué los ecuatorianos se pronuncian, en un gran porcentaje, en contra de las derechas tradicionales y las de nuevo cuño cobijadas bajo la sombra del gobierno de Lenín Moreno.
Un aparato mediático y político autorreferencial sostuvo estos meses un relato conservador, anti correísta, supuestamente anti corrupción y desde la lógica de una “transición” inconstitucional. Ese relato -suponían todos- abría un nuevo escenario sin el correísmo, garantizando a Jaime Nebot un triunfo de sus huestes y un aparente respaldo a los partidos de Moreno, como AP y Democracia Sí. Y todo les salió al revés.
Aquí algunas consideraciones inmediatas:
1.- Rafael Correa luce como el gran ganador de un proceso político, en su expresión electoral. Sus candidatos, con movimiento político prestado, han ganado en dos provincias y en siete ciudades de las más pobladas de todo el país. Y, particularmente, los triunfos en Quito y Pichincha, en el concejo municipal, con nueve de 21 concejales, en una ciudad que se preciaba de hacerle la oposición más ruda al correísmo, es de un alto impacto simbólico y numérico. A esto se suma la victoria de Paola Pabón en la Prefectura contra todo el aparato mediático y electoral de todas las fuerzas pro neoliberales que hicieron campaña despreciando su discurso, presencia y sintonía popular. De hecho, ella gana sustancialmente con la votación del cantón Quito.
El correísmo gana en Manabí y es la segunda fuerza en Guayas. Incluso mete concejales en el cabildo guayaquileño sin contar con candidato a la Alcaldía.
Todo esto además le garantiza que el movimiento “prestado”, Compromiso Social, mantenga el registro electoral al ganar concejalías en el 14% de los municipios, como establece el Código de la Democracia.
2.- Si el 24M se consideraba la primera vuelta presidencial con miras al 2021, el gran perdedor es entonces Jaime Nebot y su Partido Social Cristiano. Las derrotas en El Oro, Tungurahua, Pichincha y Manabí son el síntoma de un rechazo sostenido ya varios años al líder derechista. Con su sola presencia en Ambato y Machala fue suficiente para acabar con las encuestas y con sus candidatos. Hoy ya son territorios de sectores políticos emergentes.
Si bien Nebot gana la alcaldía de Guayaquil con su candidata, no es numéricamente una victoria que pueda colocarles en la tarima de la felicidad. Por el contrario, los números ponen a pensar que ni todo el caudal de popularidad del actual alcalde se transfiere y también que la candidata electa no contará con una amplia mayoría para desarrollar el clásico “autoritarismo” del Caudillo del Puerto.
Si esta fue la primera vuelta para Nebot, no quedó bien colocado y fuera de la alcaldía ya no tendrá la pantalla ni la tarima para desarrollar su campaña para el 2021 con la misma comodidad que ahora.
3.- Pachakutik se sostiene en su electorado y en sus territorios. La base organizativa del movimiento indígena sigue inamovible y salvo por la victoria en la Prefectura de Azuay no hay grandes novedades. Sin embargo, no hay en su victoria un discurso anti neoliberal claro, una respuesta directa a la política económica de Moreno y, más bien, es la repetición de un discurso localista y caudillista que no trasciende al ámbito nacional.
Queda por ver hasta dónde sus bases, principalmente en la Amazonía, pactan con el gobierno para su gestión, pues hasta ahora han sido cautos en la disputa con Moreno, aunque la Conaie ha tenido algunas discrepancias y escisiones precisamente por callar el acuerdo con el FMI y quedarse en la captura de puestos en la administración gubernamental en los territorios.
4.- Alianza PAIS y Democracia Sí caminan por la misma rampa de Moreno. Los líderes de los dos movimientos no constituyen referentes de debate político y mucho menos cuentan con un reconocimiento ciudadano. Moreno es el presidente de AP y es el responsable de su debacle calamitosa. Gustavo Larrea ha constituido un aparato que se parece al que en su momento hizo Ramiro González con Avanza y ya sabemos de las consecuencias de montar un movimiento político al amparo de las estructuras gubernamentales.
5.- Los medios de comunicación, los analistas y entrevistadores han recibido una piedra en sus dientes con el resultado del 24M. Se repite la misma historia: uno es el país que ellos exhiben en sus análisis, entrevistas y reportes y otro el que dialoga con la izquierda y se expresa –ahora más- en silencio frente a la urna. No aprenden de las lecciones dejadas en las elecciones de 1996 con Abdalá Bucaram, en el 2003 con Lucio Gutiérrez y en el 2006 con Rafael Correa. Pesa más en ellos el prejuicio, el racismo y la intolerancia. Apostaron por la lógica instaurada por Julio César Trujillo y no hicieron su trabajo profesional. Sin ninguna ética ahora le echan la culpa al “pueblo ignorante” y desatan un racismo soterrado, que lo alimentan los “descarados” tuiteros pelagatos, boscanes e hinostrozas de la peor calaña.
Hoy por hoy los medios constituyen el partido político más grande con la mayor derrota. Y se niegan a entender que su comportamiento intoxica del debate público, conspira contra las instituciones de la democracia formal y al mismo tiempo destruyen procesos sociales al enajenar el espíritu de una compleja circunstancia histórica.