Por Roberto Marchán

Al amanecer del martes 14 de junio de 2022 los ecuatorianos nos levantamos con la sorpresa de que en esa madrugada había sido detenido en Cotopaxi el Ingeniero Leónidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), organización que había iniciado un paro nacional el día anterior, con el propósito de exigir al Gobierno Nacional medidas para aliviar la difícil situación socio económica a la que estamos sometidos los ciudadanos debido a las políticas neoliberales del gobierno actual y el anterior.  

Muchos nos sorprendimos por la inusitada rapidez con la cual Guillermo Lasso había tomado una decisión de esa magnitud, tomando en cuenta que la CONAIE es la organización social más grande y mejor estructurada del país. En la historia de los levantamientos indígenas y de las protestas sociales, no había ocurrido un hecho semejante. Menos al inicio de la paralización que no había dado muestras de la fuerza y profundidad que finalmente adquirió luego a partir de este hecho.

El Gobierno actual ha confiado para su eje de seguridad en diversos personajes que vienen del ámbito policial y militar a los que nombró pocos días antes del paro. Entre ellos, el Ministro de Defensa, un General de División, que durante su servicio activo obtuvo visibilidad mediática al poner una demanda legal en contra de una ley que fue gestionada por el Gobierno de aquel entonces, lo que le valió ser considerado para Jefe del Comando Conjunto en el gobierno de Lenin Moreno, acérrimo adversario de su antecesor.  El otro es el Ministro del Interior, un General de Policía que obtuvo atención mediática por sus declaraciones radicales durante los eventos de conmoción social de octubre del 2019 y que luego le valieron para ser considerado como Comandante General de Policía. Es decir, tenemos dos oficiales que en base a sus acciones de oposición y de radicalidad les permitió acceder a los más altos puestos en sus respectivas instituciones, los dos durante el gobierno de Lenin Moreno. 

Por otra parte, tenemos a un personaje que ya ha transitado por años en la política nacional y que se dio a conocer en los hechos que precipitaron la caída del gobierno de Jamil Mahuad. Me refiero al coronel Fausto Cobo, actual Jefe del Centro de Inteligencia Estratégica del Estado (CIES); es decir, quien controla los servicios de inteligencia nacional y quien por tanto tiene la obligación de buscar y analizar la información a fin e generar escenarios prospectivos para permitir al Gobierno Nacional una toma de decisiones adecuada en diversos ámbitos estratégicos de seguridad.  

Los nombrados, que son los más visibles dentro de los aparatos de seguridad del Estado, cuentan a su alrededor de varios ex militares y ex policías que forman parte de sus círculos cercanos de asesoramiento, y por los hechos y la forma de actuar del gobierno en los asuntos de seguridad, se puede intuir que son muy cercanos al Presidente de la República.

Ahora bien, estos personajes, en especial los ex militares, como es obvio, están influenciados por la “doctrina de planificación militar”, que no es más que el proceso estructurado mediante el cual se realiza la planificación de las operaciones militares para enfrentar a un enemigo. En este proceso de planificación, uno de sus pasos más importantes, de los muchos que tiene y a los cuales no me voy a referir en este momento, es el de la necesidad de definir el Centro de Gravedad (CG) del enemigo al cual se le va a enfrentar.

El Centro de Gravedad es un concepto que viene de las ciencias físicas de su capítulo de la mecánica “el equilibrio” y no es más que un punto donde convergen las fuerzas y se produce el equilibrio a un sistema. Este concepto se ha adaptado a la planificación militar en el sentido de que el CG de un enemigo es el punto donde la aplicación de la fuerza puede generar el mayor daño posible. Si pensamos a un enemigo como un sistema y tomamos como ejemplo un cuerpo humano, podemos comprender fácilmente que si se dispara una arma de fuego al brazo de una persona, se  hace daño pero no se elimina ni se lo detiene del todo. De la misma manera, si se lo hace hacia una pierna o un pie. Sin embargo, si ese disparo va dirigido al corazón o al cerebro, ese ser humano será detenido totalmente, por tanto el corazón o el cerebro son el CG de un cuerpo humano.  Esta es la mejor manera y más simple de comprender el concepto de CG en el caso de las operaciones militares: es el punto donde la aplicación de la fuerza puede lograr el mayor efecto deseado, en este caso detener o destruir a un enemigo.

Por lo tanto, en la planificación militar es importante tener una clara compresión de lo que es el CG y buscarlo de manera activa en el caso de un conflicto a fin de aplicar en él la mayor fuerza posible.

Conociendo los antecedentes profesionales de los nombrados jefes de la seguridad del país, es claro ver que en el caso de la aprensión del ingeniero Leónidas Iza en el segundo día del paro nacional, a los planificadores de las operaciones de seguridad del Estado, que creen que la disputa política es una “guerra” en contra de enemigos imaginarios, no se les ocurrió mejor idea que enfilar sus esfuerzos en contra de lo que ellos consideraban como el CG del paro, el liderazgo, en este caso de Iza, bajo el supuesto de que una vez el quede inhabilitado por la prisión o un caso judicial en su contra, el paro se vería desarticulado y finalmente se habría desvanecido.  

Lamentablemente para los planificadores, no tomaron en cuenta que hay dos cosas fundamentales para identificar un CG:

  1. El CG se puede encontrar y se vuelve relevante, siempre y cuando el adversario funcione como un sistema, como un cuerpo interconectado donde las partes dependen unas de otras. Mientras menos funcione como sistema y más como cuerpos independientes, menos va a funcionar la búsqueda de un CG y será un error siquiera intentarlo.
  2. La doctrina y los modelos de búsqueda de CG (John Warden por ejemplo en su modelo de los cinco anillos), sugieren que se debe buscar primero en el liderazgo como uno de los posibles CG de un sistema. Sin embargo, esto depende de que ese liderazgo sea carismático y fuerte, donde todos los demás se subordinen al líder, no cuando es de otras características como en el caso del movimiento indígena donde los liderazgos no se basan en acciones individuales o criterios personales sino en decisiones colectivas.

Parece que los planificadores de la seguridad del Gobierno Nacional, simplemente no comprendieron del todo el concepto de CG y creen que todo liderazgo es un CG sin considerar que el modelo de búsqueda de CG solo sugiere que el liderazgo PUEDE ser o NO un CG.  En todo caso, con sus recomendaciones solo lograron que el paro se radicalice, tome más cuerpo y que todo el país se haya visto inmerso en un enfrentamiento que pudo ser controlado de otra manera, solo escuchando las necesidades de la gente y dejando los dogmas políticos y económicos de lado.

Si esta hipótesis se aproxima a la verdad, permite ver que es un error pretender enfrentar un problema de carácter social, económico y político, con ideas sacadas sin mayor reflexión de los procedimientos de planificación de seguridad militar o policial. Enfrentar estos asuntos requiere de visiones multidisciplinarias que tomen en cuenta que se está tratando con seres humanos que sienten, piensan, tienen necesidades y derechos dentro de una sociedad.

El Gobierno Nacional debería intentar comprender esta realidad y buscar soluciones a los conflictos por fuera del marco de la aplicación sin mayor reflexión de procedimientos militares. La convivencia social no es una guerra, es una disputa que debe ser procesada con mecanismos democráticos y con acciones que tomen en cuenta a todos en su derecho al bienestar. 

Si las personas no somos capaces de comprender que la convivencia social requiere desarrollar muchas capacidades y habilidades, y pensamos que lo que aprendimos en un ámbito restringido de nuestras actividades profesionales durante muchos años es suficiente para guiar los intereses del Estado. Lo  ocurrido con el apresamiento del Ingeniero Iza, demuestra que en ocasiones es mejor retirarnos a nuestras casas, a gozar de su bien ganada jubilación, a contar historias a los nietos y evitar continuar haciendo daño a la convivencia social de nuestro país.  

Por RK