Así como en el pasaje bíblico, en el proceso electoral en marcha, los ecuatorianos asistimos a una confrontación política entre un gigantesco sistema de poderes reales y fácticos, contra una solitaria organización cívica llamada Unión por la Esperanza –UNES – donde se encuentra en juego el destino de un país y su pueblo.
Si miramos el tablero de aspirantes a la Presidencia de la República encontraremos una aparente pugna electoral de variopintas posiciones ideológicas pero, en el fondo, solo la liderada por la Revolución Ciudadana postula firmes posiciones progresistas, en contraste con las restantes abiertamente neoliberales o alineadas con el autócrata gobierno morenista.
El discurso del conjunto de estas fuerzas políticas derechistas, con matices acorde a los intereses particulares que representan, apunta unidireccionalmente contra Correa y la Revolución Ciudadana, en una estrategia destinada a desacreditarlos ante los electores, usando armas legítimas y de las otras.
Con ese propósito suman un enorme batallón de medios comerciales de comunicación, en todos los rincones del país y un ejército de bien “aceitados” profesionales en el dominio de medios tradicionales y electrónicos, entrenados para manipular, distorsionar, mentir o manipular de acuerdo a los intereses de sus jefes.
Curiosamente, en la nómina de candidatos figuran algunos de “sus jefes” que, por añadidura, poseen bancos,financieras o emporios empresariales, muchos de ellos amasaron fortunas montando “negocios” en su paso por la administración pública, gozan de los favores de esos señoritos a quienes sirven incondicionalmente como testaferros, son “amigos” de poderosas organizaciones internacionales o hicieron de la polítiquería su modo de vivir.
A ese cúmulo de organizaciones o movimientos políticos adheridos al poder económico y mediáticoantidemocráticas, se unieron vergonzosamente lasdirigencias de Pachakutic y la CONAIE, traicionando su historia y a sus bases, con hipócritas discursos izquierdistas tratando de encubrir la complicidad negociada con Moreno a cambio de prebendas personales o de grupo.
Preocupa el silencio cómplice de la cúpula de la Iglesia Católica, ante el avance destructivo de esas fuerzas neoliberales que echaron a pique las conquistas sociales logrados durante la “década ganada”, perjudicando a miles de sus fieles seguidores, ahora de vuelta a la miseria. Y, lo más grave, dieron la espalda a la única agrupación política contemporánea que, desde el gobierno, puso en práctica los mandatos de Jesucristo en favor de los menesterosos.
Salvo las proclamas de una decena de prelados y sacerdotes fieles al pensamiento cristiano que cuestionaron al inhumano régimen de Moreno porolvidarse de los pobres, la jerarquía eclesiástica ecuatoriana desoyó, incluso, los enunciados papales orientados a cambiar el injusto orden implantado por el sistema económico capitalista, privilegiar al ser humano sobre el dinero y cuidar la naturaleza.
Añadiremos a ese paquete de neoliberales criollos,tratando de encaramarse nuevamente en la Presidencia de la República, la nada despreciable colaboración de organismos internacionales ligados a los Estados Unidos – como la OEA, el FMI, ONGs o sus servicios de inteligencia – capaces de “torcer el cuello” aplicando sus conocidos métodos de presión o, “ayudar desinteresadamente”, para colocar en el poder a serviciales acólitos de sus políticas a la manera de Lenin Moreno.
Este tenebroso personaje que dijo, cínicamente, haber realizado un gobierno exitoso, ha sido realmente el instrumento de la desgracia nacional, pues mandó al desempleo a más de 450 mil ecuatorianos, destruyó la economía popular, rompió la constitución tantas veces como pudo y quiso, institucionalizó la corrupción, hipotecó la soberanía nacional, ferió más de 20 mil millones de dólares de deuda externa, conculcó libertades públicas y derechos. Sin embargo, su vocero Juan Sebastián Roldán, tan cara dura como su Presidente, afirmó sin rubor que el Ecuador conquistó, gracias a Moreno y los rupturistas, un paraíso de “libertad, democracia y justicia”.
En esa confrontación de visiones e intereses opuestos, el gobierno y sus cogobernantes partidos políticos miran, entre espantados e incrédulos, como sus encuestas y las ajenas demuestran un incremento sostenido de opinión pública en favor de los perseguidos, mientras los perseguidores – producto del desgobierno y la corrupción – caen a cifras de angustia que les dejan sin posibilidades reales en los próximos comicios.
El desprestigio del régimen alcanza dimensiones catastróficas, a punto que Patricio Barriga, postulante a la Vicepresidencia de la República en representación de Alianza País, reniega de Moreno y su gobierno, seguramente, buscando tramposamente espacios electorales en sectores desprevenidos de la realidad nacional.
En esa dirección encontramos explicación la tempranarenuncia del candidato presidencial socialcristiano Jaime Nebot, uno de los preferidos del gobierno y los neoliberales; luego de Alvaro Noboa, el eterno aspirante a Carondelet y de otros oportunistas y trepadores de menor rango, al estilo de Fernando Balda, todos ellos invocandodesesperados la unión de fuerzas derechistas para enfrentar, con alguna opción, a Unión por la Esperanza.
Correa, con la ironía característica suya, les pidió se unan pronto “para ganarles a todos juntos, como en tantas otras ocasiones”, a la par que entusiasmado relievó las condiciones humanas y profesionales de Andrés Aráuz, el joven economista y viejo militante de su partido, aspirante a la Primera Magistratura enarbolando la bandera de la UNES y la Revolución Ciudadana.
La marcha de los acontecimientos, en un país de sorpresas permanentes, nos dirá si después de tantos siglos se reedita– ahora electoralmente – la estampa bíblica del solitariopastor David, sometiendo con la fuerza de los votos, a un aparente invencible Goliat, apoyado desde el poder y los poderosos.
Y, “en una sola vuelta”, como comienzan a corear sus partidarios, en distintos rincones de la Patria.