Por Rodrigo Rangles Lara

Luego de la algarabía del contundente triunfo electoral de la izquierda chilena, se tejen dudas sobre la real posibilidad de un cambio en las estructuras neoliberales,que esclavizaron al pueblo de la estrella solitaria, desde el sangriento golpe militar liderado por el fascista Augusto Pinochet, en septiembre 1973.

Los primeros dilemas surgieron a raíz del giro discursivo “centrista” del izquierdista Gabriel Boric, practicado en la segunda ronda electoral, en términos similares al ideado por su contrincante ultra derechista José Antonio Kast que, en el afán de ganar adeptos, intentó estratégicamente despojarse del estigma pinochetista y colocarse en el centro ideológico político, llegándose a plantear, en parte del electorado, que daba lo mismo votar por cualquiera de los dos.

En términos de gobernabilidad preocupa los resultados de los comicios. Si bien Boric obtuvo un contundente 54 por ciento, no es despreciable el 45 logrado por Kast que coloca, al filo fascismo, en posición privilegiada como fuerza opositora; más aún, si se toma en cuenta que la alianza izquierdista carece de mayoría en el Congreso Nacional, donde se toman decisiones esenciales.

Ese sorprendente 45 por ciento es el resultado de casi medio siglo de una enajenante campaña de penetración ideológico – cultural, desatada desde la derecha gobernante, que caló en amplias capas de la población. No de otro modo se puede entender que, comunas de chilenos empobrecidos a causa del neoliberalismo, hayan sufragado a favor de uno de los causantes de su propia desgracia.

Ahí se encuentra otro de los peligros para las pretensiones de cambio de los nuevos gobernantes. Sabemos el papel que jugaron y juegan los medios mercantiles de comunicación masiva – a la cabeza “El Mercurio” de la capital – guardianes de los intereses de los privilegiados. Recordemos que pusieron sus redes, de poderosa influencia psicosocial, al servicio de los golpistas contra el socialista Salvador Allende, auparon la dictadura y respaldaron a Pinochet, para finalmente, caminar juntosdurante los gobiernos de la Concertación.

Para que ninguna duda quepa, no pasaron ni 24 horas del triunfo de Boric y la canalla mediática alarmó a la población con prefabricadas informaciones -acompañando el chantaje, ideado desde filas de los filibusteros financistas – para manipular cifras estadísticas con la pretensión de crear la imagen de un desastre económico, porque un “irresponsable izquierdista” amenaza sus privilegios.

Mucha atención se debe poner en la actitud de la rancia burocracia chilena, enquistada firmemente durante 17 años de dictadura y 38 de Concertación, ancestralmente dispuesta al boicot de todo lo que parezca progresismo y, salvo excepciones, el aparato de justicia, constituye un verdadero problema, pues se ha constituido en garante del establishment. 

Ni hablar de las fuerzas armada y los carabineros chilenos, entrenados en las escuelas norteamericanas para cumplir el triste papel de celosos guardianes de las clases dominantes. Con el golpe de septiembre, los miles de asesinados, torturados, fusilados, desaparecidos y expatriados crearon un profundo abismo entre ellos y un pueblo que les temía; pero, hoy, les desprecia.      

En este contexto debemos entender el reto que supone resolver las urgentísimas necesidades, requerimientos y sentidas demandas de una población que ha sufrido los avatares de ese capitalismo, sin alma ni corazón; mientras, en contrapartida, las pocas poderosas familias,enriquecidas en este medio siglo de democracia pinochetista, se preparan nuevamente para mover los hilos-legales e ilegales- con el fin de mantener intocados sus privilegios.

En medio de esa confrontación de intereses, se encuentrael izquierdismo progresista de Boric, producto de avances y retrocesos de históricas luchas populares en contra del sistema que, ahora, reclaman un cambio en esa correlación de poderes para acceder a educación universal gratuita, salud, seguridad social, vivienda, dignidad, protección de la naturaleza y el goce de derechos humanos negados desde el golpe pinochetista.

Esa demanda de cambio estará garantizada en la medida que el nuevo presidente y su equipo de gobierno mantengan la coherencia política y no se dejen seducir por las presiones de los poderes fácticos que, ladinamente, tratarán de seducirlos hacia su redil con la propuesta de que abandonen esas “ideas peligrosas izquierdistas” y marchen hacia la “mesura y la sensatez”.

Pensamos que los cambios serán posibles solamente si, en lugar de escuchar los cantos de sirena, sorteen hábil e inteligentemente ese cúmulo de obstáculos tejidos desde el neoliberalismo y cedan a la presión del Chile profundo,que derrotó en las urnas a las fuerzas derechistas apoyadasdesde la embajada norteamericana, el gobierno de Sebastián Piñera, los medios mercantiles, partidos empresariales y, por supuesto, los propios empresarios.

Una buena señal dio Boric al visitar y respaldar a la presidente de la Convención Constitucional, la profesora y lingüista mapuche, Elisa Loncón, encargada de conducir el proceso que dará a Chile una nueva carta magna,instrumento idóneo para el deseado cambio. Una mayoría de constituyentes izquierdistas, producto de las jornadas de octubre del 2019, respaldan el proceso.

En el plano internacional, es significativo el rechazo a una invitación de Piñera para participar en una cita con las cofradías neoliberales integracionistas al estilo delAcuerdo del Pacífico, manejadas desde Washington y, en proceso de extinción, ante el avance del progresismo en el continente; lo cual abriga la esperanza de que Chile engrosará pronto las filas de la CELAC y la UNASUR, atendiendo los intereses de la Patria Grande.

La unidad de los partidos coaligados en el Frente Amplio, su habilidad para reconstituir un estrecho vínculo con la sociedad, los movimientos sociales y otros agentes político – ideológicos; así como los esfuerzos destinados a crear los canales y contenidos eficaces de comunicación con el pueblo, serán pasos indispensables conducentes a forjaruna base sólida de apoyo que abra paso al “Estado de bienestar con acento feminista y ecologista”, ofrecido por Boric.

El reto no está en trabajar con miras a crear una masa de nuevos consumidores, con la puesta en vigencia demedidas económico – sociales, sino en concientizar al pueblo sobre esos derechos, como parte de un proceso político sustentado en una ideología que propugna un cambio real en las estructuras del capitalismo salvaje,implementado desde añares y consolidado con el golpe militar, el 11 de septiembre del 73.

Si el gobierno trabaja para que el pueblo comprenda que “el paraíso del rico está hecho del infierno del pobre” y selogra trizar los pilares sustento del sistema; entonces, se podrá despejar las dudas sobre la posibilidad de un cambioverdadero, sueño truncado -a sangre y fuego- al presidente Salvador Allende, que miraría alegre cómo sus chilenoscaminan libres, por las amplias alamedas, construyendo un mundo mejor.

La misión de Boric, y de la coalición del Frente Amplio, es difícil; pero posible, si se inspira en el sacrificio de los mártires de septiembre.

RRL

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