Francisco Herrera Aráuz/EcuadorInmediato

Como si fuese una tendencia de furia y odio que insurge de tiempo en tiempo, en esta ocasión el Ecuador está absorto frente a la actitud de una demolición de la sociedad legal e institucional, pero, «desde arriba». Quienes la dirigen y gobiernan deberían ser los primeros en cumplir y hacer cumplir las leyes, mas eso no esta ocurriendo, hay en este tiempo transitorio un constante violentar de las leyes y normas o se hace caso omiso de las alertas prudentes que claman por el respeto al estado de derecho, que es violentado en forma grosera y abusiva por quienes se sienten que fueron elegidos para destruir. Este es un llamado a que hagamos conciencia que es momento de un ¡basta!.

Como una especie de creencia firme en el determinismo histórico, de tiempo en tiempo en la nación se vive este triste espectáculo que da la clase política: Cuando está en la oposición actúa fomentando el odio, y cuando llega al poder ejecutar venganzas. Para ello, usa todas las armas posibles, de entre ellas la constitución y la ley, pero a la hora de acabar con sus rivales si las leyes se oponen a sus intereses, pues se saltan o las tuercen a su antojo o las violan de manera grotesca sin ninguna consideración. Las “eras” de la historia ecuatoriana son una colección de comportamientos sinuosos que conviven con “lo ilegal”, que se tolera y justifica en perfecta impunidad bajo el pretexto de hacer justicia y luchar contra la corrupción” de lo al parecer no nos hemos hastiado.

Miren lo que estamos viviendo ahora, es un tornillo sinfín de violaciones a las leyes y atropello a las normas jurídicas que fomenta la propia clase política aupada en el gobierno, en varios de sus poderes y funciones, y en especial en el caso del poder transitorio. Es un proceso continuo que se aplica sin importar el pedido de respeto por la legalidad, y, es más, desde arriba, desde la cúpula de la sociedad, es decir, en el gobierno en general es desde donde se da este mal que nos afecta ya que se vive y convive con lo ilegal.

No es justo generalizar, por lo que es necesario que pongamos ejemplos claros y directos de este grosero comportamiento de “lo ilegal”. Durante 10 años el Contralor Carlos Pólit contó con la ayuda y apoyo de su segundo de a bordo Pablo Céli de la Torre a quien lo nombró como Subcontralor desde el 2013. Figura prominente de la izquierda, siempre se mantuvo cercano en el trabajo del ahora prófugo de la justicia inculpado de la corrupción de Odebrecht, por lo que al estallar el conflicto el pasado fin de mayo/2017 las preguntas sobre su relación se dirigieron a Celi de la Torre, pero estaba ausente retornando de vacaciones.

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