Dr.  Francisco Herrera Aráuz

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En cuestión de semanas se han prendido las alarmas y señales de alerta en los cuarteles de la clase política que generó el proceso de transición en Ecuador. Sus propios errores, sumados al comportamiento impredecible de quien funge de cabeza visible, mas crítica intervención en la justicia, o que los posibles electos no sean de su complacencia y, finalmente, que por todo esto van a ser juzgados y sancionados, ha movido el escenario al extremo grave de contradecirse públicamente porque sus objetivos se están perdiendo y la transición hasta aquí es un plan fallido. Duro es el tiempo de las derrotas anticipadas.

Con pompa y entusiasmo se proclamó el estado de transición en el Ecuador, ya que había de pasar del estado correísta a uno que se supone sea democrático. La propuesta se basaba en la eliminación de todos los funcionarios que habían sido elegidos por el régimen anterior, vía nombramiento o concursos encausados por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, para lo cual lograron arrancar del gobierno del presidente Moreno Garcés, la convocatoria a una consulta popular que  les de “un mandato de plenos poderes” y elija un nuevo poder ciudadano hasta con elección popular, reemplazando absolutamente todo de lo que se les aparezca o “huela a Correa” desatando una persecución contra los ciudadanos por odio político.

Al principio todo fue viento en popa, con la votación obtenida y triunfante con el “7 Veces Sí” se sintieron omnímodos e intocables, como autorizados a decir y hacer “más allá de lo que manda la Constitución”. Con la complacencia de algunos medios de comunicación se dieron a la ingrata tarea del desprestigio y acusación de corrupción destruyendo honras ajenas, afectando vidas y asesinando imágenes públicas hasta el exterminio. De esos días de febrero a julio del 2018 en Ecuador había que cuidarse de ser funcionario público que haya trabajado en el gobierno anterior, porque de por si era visto como culpable por el delito de ser “sospechoso correista” y contra el señalado se lanzaron cargas de odio para justificar su escarnio. Han sido los días en los cuales la acusación sin pruebas mas los excesos verbales fueron motivos suficientes para ser destruido públicamente, mientras la gran mayoría de la opinión pública miraba absorta como un imprudente doctor Julio César Trujillo, que de caer en su mala boca hay que librarse, dictaba la muerte civil de quienes habían sido sojuzgados por él y la Junta de Notables.

Resultado de tal Transición cayeron, destituyeron, renunciaron o sacaron de sus cargos a mas de 150 nombrados anteriormente, hasta ahí el proceso se pintó fácil porque sabían como cobrar venganza. Entonces, debía darse el siguiente paso vital, asumir el control de la justicia, el manejo de lo electoral y, el nombramiento del nuevo Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que sería escogido en las urnas el próximo marzo de 2019. Entonces vinieron los problemas y la autodestrucción ha saltado sola.

La siguiente tarea de asumir el control de la justicia fue el primer sonoro fracaso de esta transición. Es un grave error comenzar una tarea con prejuicios y mala fe, tal como lo planteó la consejera Miriam Félix, quién acusó con la generalización de que jueces, fiscales y magistrados, “todos son correístas y se encubren entre ellos”. Por ello, nombraron como vocales del Consejo de la Judicatura, también transitorio, a algunos que tenían un prontuario político de cercanía con los abusos e interferencias pasadas groseras en la función judicial y dieron rienda suelta a sus afanes contenidos por más de una década y procedieron a dar un espectáculo indigno con la nación: destituyeron jueces sin pruebas, nombraron fiscales entre familiares del poder, enviaron cartas a otros metiendo mano en las sentencias, nombraron director del consejo a un abogado litigante al que le denunciaron por seguir tramitando sus casos desde su despacho, se tomaron por asalto y empuñe los juzgados de cierta jurisdicción y como  fruto del mal reparto se acusaron con gritos y agravios insultantes, mientras llamaban al teléfono a otros jueces para presionar por las causas de su interés usando el poder dado, y como para completar este cuadro digno del asco nacional se descubrieron grabándose entre ellos, solo para comprobar que no tienen nada de honrados como proclamaron y que son más corruptos que los correístas que han denunciado. Y que conste que las denuncias son de ellos y entre ellos.

El paso siguiente, evaluar a todos los jueces y magistrados por ese Consejo de la Judicatura (t) no pudo ser más desastroso ya que, con los malos antecedentes que habían causado escándalo en la nación, poca decencia tenían como para intentar mirar de frente a la Corte Nacional de Justicia y a magistrados o jueces que la integran. La reacción de todo el poder judicial fue frontal y dura: aceptan ser evaluados, pero no van a permitir la revisión de sentencias y menos interferencia en las causas como al parecer pretendían los transitorios. Allí se volvió a denotar que la violación del derecho a la honra como uno de los más sagrados derechos humanos, no podía estar en juego por la mala boca del doctor JC Trujillo, el doctor Merlo y los demás transitorios, lo que debe ser tomado en cuenta para lo que vendría mas adelante. Frenados en seco fueron esos afanes de meter manos y pies en la justicia ecuatoriana, por lo que prontamente les han tenido que quitar la evaluación.

Mas bochornoso y de peores consecuencias fue la injerencia en la Corte Constitucional. Aduciendo que se les habían dado todos los poderes supraconstitucionales la Junta de Notables destituyó a los magistrados de esta corte y, sin que se justifique en forma jurídica alguna declaró vacancia constitucional, hasta nombrar a los nuevos jueces. Esta doble violación a la Constitución es menos entendida porque se destituyó a los 9 magistrados titulares, pero hay un grupo de 9 elegibles que les seguían en puntuación, que fueron posesionados legalmente ante la Asamblea Nacional en noviembre de 2012, al mismo tiempo que los titulares y que son los que legalmente deben principalizarse ante la ausencia definitiva. Ocurre que esos magistrados suplentes no han sido tomados en cuenta y tampoco ellos quieren asumir sus cargos para no avalar la ilegalidad de lo que hicieron algunos consejeros transitorios.

Surgió otra vez el conflicto por la codicia de los cargos, dándonos a entender el porqué de todo este proceso. Ocurre que todo ha sido movido por un grupo de individuos que siempre se han sentido una especie de “casta de vacas sagradas” que tienen la condición de ser elegibles para el poder y ser intocables para el resto. Estos son fácilmente identificables al ser un grupo entre viejos y nóveles abogados que asoman con frecuencia en las pantallas de televisión asumiendo el papel de sabios constitucionalistas a los que se les consulta de todo. El Consejo Transitorio llamó a concurso para elegir a la nueva Corte Constitucional y por un rasgo de decencia intelectual decidió pedir el título de especialización en derecho constitucional como requisito básico para ser magistrado. Ahí se armó la grande, ya que muchos de ellos que tenían casi asegurado el cargo por las malas artes de esta transición se sintieron ofendidos que les pidan título legal para el cargo ambicionado por el que tanto habían conspirado en este tiempo. No faltaba más, había que presionar y duro, durísimo. Mas temprano que tarde mandaron una carta exigiendo al Consejo Transitorio que no les pidan título de constitucionalistas, porque ellos eran de hecho, no por derecho ni estudios. Y JC Trujillo cedió prontamente con lo que las cosas habrían vuelto a su cauce para que “ellos” sean los elegidos. Vergüenza ajena sienten los abogados mientras hay silencio cómplice en el gremio ante tanto bochorno codicioso.

Entonces surgieron las declaraciones de la vicepresidenta de la República, María Alejandra Vicuña, quien por algún motivo o razón hizo público su pensamiento y sentenció que lo que había hecho el Consejo Transitorio con la Corte Constitucional era ilegal por lo que se esperan demandas internacionales y, de ser sancionado el estado ecuatoriano se aplicaría el derecho de repetición. Un frio sudor les corrió por la espalda al doctor JC Trujillo y los suyos, porque, al parecer, el gobierno de Lenin Moreno Garcés habría decidido abandonar a los transitorios y dejarlos a su suerte con las sanciones a los errores cometidos que ya se vienen, ya se vienen.

Lo grave para el Consejo de Participación Ciudadana (t) podría ser el cúmulo de irrespetos a las leyes y el estado de derecho que se han dado desde los propios consejeros. Así, por ejemplo, debe explicarse a la ciudadanía por qué Luis Macas, consejero actual, se candidatiza al consejo definitivo irrespetando que en el propio mandato que se les dio con la consulta se prohíbe tal acción en forma expresa.  Por qué un consejero seguiría actuando como abogado litigante con su estudio jurídico en una causa judicial a favor de una transnacional obteniéndose un fallo a que a todas luces es un abuso judicial criticable. Por qué destituyen al funcionario jurídico del Consejo, cuyos motivos los debe exponer el doctor JC Trujillo, del por qué procedió con tal destitución. Súmenle a ello los enfrentamientos entre funcionarios internos del CPCCS (t) que se niegan a obedecer las normas legales amparados en el ejemplo de irrespeto a las leyes del presidente del Consejo. Esos son conflictos muy graves.

Con la impresión de que se les está cayendo la estantería el doctor JC Trujillo se reunió prontamente con quien funge de contralor subrogante encargado Pablo Celi de la Torre, de actuación presuntamente ilegal, para preparar la idea de exigir una consulta popular que avale todas sus actuaciones, por ilegales que fuesen. Y claro, decidió lanzar en forma irresponsable ante el público para que cuaje en el debate. Si se es respetuoso del derecho uno no puede aceptar tal pedido porque de por medio en la actuación de los Transitorios hay ataques a la honra de las personas, actos sin el respeto al orden jurídico, denegación de justicia, impedimento del derecho a la defensa, y varios más lo que implican violaciones a los derechos humanos que no son sujetos de consultas sino de sanciones a los estados.

Y de pronto el doctor JC Trujillo se lanza contra el propio consejo que preside, proclama su inutilidad y clama porque se destruya a este organismo. Lo irónico y hasta demencial del asunto es que en la consulta que le dio el poder se establece que deben elegirse por las urnas. Para JC es simple, que se llame a elecciones, que los elijan a los nuevos consejeros definitivos y en acto seguido, ahí mismo …” ¡Que declinen sus funciones!”.  Sarcasmo total, malévola suerte, ironía sin vergüenza alguna.

Mas de uno se pregunta el motivo de tal despropósito del doctor JC Trujillo, y solo se logra atinar una explicación en lo expuesto el pasado miércoles 3 de octubre en Radio Democracia, donde se dejó entrever que el problema es que de los 231 posibles candidatos a las elecciones para nombrar al Consejo definitivo “todos son correístas”,  o sea que el CNE (t) ha permitido que allí estén los correístas en nombre de las organizaciones sociales, grupos de activistas, agrupaciones ciudadanas y demás. Como “todos” es un “Inri” que significa un peligro porque caería el consejo en sus manos, y no en las de las «castas», «vacas sagradas», turiferarios y misacantanos de la transición, y ya que eso no se puede aceptar, entonces hay que dejar destruyendo el Consejo, con el pesar de que se les está cayendo en pedazos la transición tan bien planificada como un golpe contra el estado de derecho.

Creo sinceramente que el Ecuador debe aprender una lección muy cara con lo que está ocurriendo. No se puede poner todo un proceso a pretexto de cambio por el odio político. Es muy grave comprobar que los que nos llevaron como nación a este desastre de transición es por su ambición y codicia de los cargos, que se esta demostrando a cada paso mal dado. Una sociedad movida por el odio solo terminará odiándose a sí misma y culpándose entre si por el nuevo fracaso. ¡Ah, el odio!, El odio es un veneno que te tomas contra otro para que termine haciéndote daño a ti mismo” (FHA)

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