Por: Francisco Herrera Aráuz 

Exclusivo para www.ecuadorinmediato.com

En medio de la vorágine de acontecimientos que se dieron esta semana, existe la sensación de un caos provocado en Ecuador, ese que resulta de las actuaciones erradas y que termina por destruir la credibilidad y la confianza en quien gobierna a una nación. Han sido tantas las palabras que se han lanzado esta semana, que al final terminaron por mellar seriamente al régimen del presidente Moreno Garcés quien se halla en un mal momento frente a su propio país, el que deja de creer en quien no respeta.

Eran los años de mi formación para el liderazgo en el movimiento scout, en una conversación sobre valores recibí un mensaje que me impactó. Yo pregunté como enseñar a los chicos “¿Qué es la confianza?” el dirigente Pancho Punina me extendió una hoja de papel en blanco, me pidió que le toque hasta el extremo de sentir su lisura, y aprecie lo inmaculado del mismo que se sentía al pasar mi mano. De un momento a otro me exigió que arrugue el papel, que le haga una bola con la hoja, lo cual resultó fácil por la suavidad del material. Me pidió que vuelva a abrir la hoja y ponga tan lisa como estaba antes, eso era imposible. Entonces me dijo, “así es la confianza, es difícil construirla, pero la puedes perder en un segundo. Una vez que la destruyes es imposible volver a tenerla”.

La última semana de octubre transcurrida entre escándalos y denuncias, ha sido una prueba puntual del cómo el régimen destruyó la confianza que tenía la nación en el gobierno, en la clase dirigente y en sus defensores, o medios que le han venido hablando día a día y pregonando su actuación en favor de todos, resultando todo lo contrario.

La fuga de Fernando Alvarado fue el punto culminante de una serie de arrebatos con los que el régimen ha tratado de conducir las crisis políticas que le afectan, al punto de poner en evidencia su fragilidad y la forma como ha destruido la institucionalidad sin que pueda volver atrás con lo que ha hecho. Sea por sus actos, por sus dichos o por los hechos, lo cierto es el gobierno de Ecuador con este escape de un personaje, que era de los suyos hasta ayer no más, solo atina a tratar de explicar y explicarse por qué el sentimiento de la traición que ha rondado su gestión hoy le paga de tan mala manera.

La primera reacción tras la fuga de Alvarado Espinel, esa de la funesta tarde del domingo, de los ministros Paul Granda y María Paula Romo, junto al Secretario Andrés Michelena, puede ser catalogado como acto primario de un régimen burlado, que no atinó a decir a la nación lo ocurrido. La frustración se mostró entera en las inculpaciones al resto por lo que había pasado, la ministra Romo, recién llegada al gobierno no quiso asumir ninguna responsabilidad, mientras Paul Granda lanzaba culpas al aire sin saber a quien castigar. Peor fue la actuación del Secretario Michelena arrogándose funciones de juez, fiscal y jefe migratorio, para impedir la salida del país de todos los exfuncionarios “correistas” sin distinción alguna, en una evidente injerencia del gobierno del presidente Moreno en la justicia ecuatoriana, a la que dieron toda la impresión de manejarla a su antojo para vengar lo acontecido, y a lo que sumó entusiasta el fiscal Pérez Reyna quien muy ligero anunció nuevos juicios contra el régimen anterior.

Agitando el fantasma del odio al correismo, todo con el afán de hallar culpables, las palabras arrebatadas les ganaron la controversia y ataque de la opinión pública, tanto al ministro Granda que descubría traiciones, desobediencias y complots en su contra porque no se le reportó las más de 1500 alarmas que lanzó Fernando Alvarado queriéndose quitar el grillete electrónico, lo que fue prontamente ridiculizado a su gestión por lo absurdo de las cifras que no cuadran ni con las horas ni lo días que portaba tal elemento el exsecretario. O, a un Secretario Michelena, que se autodestruía de peor manera arreciando con sus ataques a lo que él mismo fue: un funcionario del régimen de Rafael Correa, lo que más de uno lo enrostraba recordándole su propia traición.

Enardecidos y con furia, Granda y Michelena pronto echaron mano del recurso mas crítico de la izquierda estalinista y anunciaron una purga en el gobierno, exigiendo a los ministros que revisen a sus equipos de trabajo, porque tenían infiltrados a varios “topos correistas”. Peor, en cuestión de segundos las criticas arreciaban contra su pasado del que salieron anónimos, para destacar ahora que todos, absolutamente todos, fueron “correistas antes de ser morenistas”. Resultó un espectáculo indigno mirar como descubrían que los militantes de Alianza PAIS de los días anteriores estaban trabajando con ellos, cuando fueron esos mismos los que los llevaron a ganar y a gobernar, y sin duda que les habían agarrado odio tal cual el presidente Moreno Garcés.

Tras esas funestas intervenciones de los ministros y secretarios de estado, el consejero presidencial Santiago Cuesta salió a exponer sus criterios sobre lo que le ocurría al régimen contra su principal opositor, Rafael Correa, acusándolo de poseer un ejército de mas de 30 mil “trolls” que les han derrotado en las redes sociales. Su acusación se convirtió en una especie de apagar los incendios con gasolina porque prontamente salieron ante el público un sinfín de partidarios del expresidente, tantos que fácilmente rebasaron algunos cientos de miles y se autocalificaron de “trolls no pagados” sino opositores al presidente Moreno Garcés y, sin duda esto fue peor para el régimen, porque demostró cuanta negatividad desataron sus funcionarios.

Todo ese cúmulo de palabras dichas en mal momento, solo denotaron que el régimen carece de una política de comunicación, a mas de evidenciar una especie de falta de liderazgo y descoordinación entre los ministros, sumados a la intervención del mandatario ecuatoriana en la televisión nacional con un tono en desafuero nada común en el presidente Moreno. Tal vez el identificativo de “el gobierno de todos” ha pegado mas de lo normal en el gabinete al punto de tantos signos sin relación entre sí, acentúan una notoria imagen de “cada uno por su lado”. Mal momento para demostrar tanta incoherencia.

Como si no fuese suficiente la proclamación de una cirugía mayor contra la corrupción, con las que avanzó el gobierno para tomar medidas que, según sus voceros lo dijeron, eran para combatir al gobierno corrupto al que habían sucedido. Su posición denunciante, con escándalo de por medio, siempre rayó en la acusación a los demás y hasta ahora se niegan a reconocer que ellos también fueron parte de esa corrupción, en su todo o en sus partes. Y menos aún que ahora, la corrupción tan cacareada está inmersa en los propios salones de la Presidencia de la República, y no se toman acciones.

Al régimen le estalló el caso “Caterva” no por Mauricio Ayora, ni porque sea una conspiración culpa de Rafael Correa, sino porque es una verdad dolorosa que nos está afectando a todos. “Nos están robando” gritamos al unísono varios millones de ecuatorianos contra el presunto perjuicio de bancos, financieras, tarjetas de crédito y aseguradoras. El gobierno indiferente ha resuelto no hacer caso de esta rabia que se está acumulando indignada entre la población, que mira con sospecha como el principal inculpado de este acto corrupto, el secretario general de la Presidencia de la República de Ecuador, Eduardo Jurado, no renuncia, sigue en cargo y mantiene la posición arrogante de no reconocer tan grave situación. Después de esto ¿De qué combate a la corrupción habla el gobierno del presidente Lenín Moreno, si tal parece que todos actúan como cómplices y encubridores de un hecho tan grave? ¿Por qué no se trató el “segundo feriado bancario” con los titulares de todas las funciones del estado, en la reunión palaciega? No hay respuesta pese al clamor ciudadano al que le ofende tanto silencio.

Como la reacción que ha provocado todo esto da la impresión que es la de un “sindicato de nerviosos” los funcionarios mencionados y otros más, decidieron violentar una de las proclamas del presidente Moreno Garcés, y se lanzaron contra la libertad de expresión en forma iracunda. Así, frente al volumen que está tomando la denuncia de “Caterva” el consejero Cuesta Caputti anunció estruendoso que pronto pedirá el visto-bueno para que saquen de TC Televisión al periodista; Xavier Lasso se va del canal EcuadorTv por una serie de actos de censura previa, prohibidos por la Constitución, denunciando la manipulación del gobierno de Andrés Michelena. Y para colmo de males, los medios de comunicación masiva exhiben una oprobiosa complicidad con el régimen, se callan el lío de los bancos e impiden el ejercicio de la libertad de opinión. Peor cuadro no podemos tener al mirar a la ciudadanía enfrentada a un gobierno que la “gran prensa” calla y oculta.

El gobierno nacional apuntó a crear el monstruo del “correismo” y con ello se lanzó lanza en ristre a atacar todo aquello que se mueva con sabor al exgobierno. Resultado: una terrible desinstitucionalización del país creada por el régimen del presidente Moreno Garcés, en complicidad con Julio César Trujillo y toda la clase política en su conjunto. A estas alturas Ecuador no tiene corte constitucional, ni fiscalía, peor contraloría, superintendencias o entidades de control y transparencia. El consejo de la judicatura no puede ser mas bochornoso y, la función judicial se halla en acefalía por el feriado constitucional que se ha decretado mientras se arrasa con los derechos de los exfuncionarios. Tan grave es esta actuación siniestra que ni siquiera Ministerio de Justicia tienen, y para colmo se quejan de mafias que están todavía en el gobierno, del que son parte. Todo da a entender que el monstruo que crearon les está atacando en su contra, con todo el odio político que los ha envenenado.

La actitud mas canalla que se le puede atribuir al gobierno de Ecuador por la fuga de Fernando Alvarado, fue el traslado del exvicepresidente Jorge Glas a la cárcel de Latacunga, en una represalia condenable. Si bien está en su derecho el régimen, hacerlo de esa manera estrujó mas su imagen y destruyó la pose de defensor de los derechos humanos, que ahora es cuestionada severamente a nivel internacional. Glas está en huelga de hambre por 8 días, y su salud ya deteriorada de por sí, ahora se va agravando sin que el régimen sepa como enfrentar su propio ajusticiamiento contra alguien que fue de los suyos, y hoy es tratado con odio e injusticia. Ojalá no le pase nada al ingeniero Glas Espinel, porque la situación seguirá acumulando rabia e indignación.

Al final, cuando el gobierno habla de traición, le ha salido una nueva pústula a su condición sarmentosa, la de Fernando Alvarado que con 3 mensajes de video desde la clandestinidad le está aplicando la “comunicación guerrilla” dando a conocer hechos que la nación no sabía y, que demuestra una desesperación del régimen que no ha podido responder al mismo nivel al exsecretario, solo insultos, solo descalificación del secretario Michelena le dejan peor parada a la imagen presidencial. Ahora resulta que Alvarado ha recuperado su propia palabra y le esta minando duramente al gobierno.

El papel estrujado es la mejor lección que puede aprender el régimen y todos los suyos. Cada arruga es uno por uno de los gestos, actos, dichos o palabras dichas con desesperación en este momento, pero que destruyen cada día la confianza que el país tenía en el régimen del presidente Lenín Moreno.  La pérdida de ese valor humano siempre es mala y destructiva contra la persona que la pierde, peor si se trata de un gobierno, en el cual su palabra y gestión ya no solo que es comentada entre corrillos, sino que se ha vuelto un reclamo insistente para el régimen haga lo suyo sin fijarse en Correa y lo anterior, ya que no se puede gobernar echando las culpas a su mentor y creador porque se destruye a sí mismo.

Bien dice un adagio en redes sociales esta semana: “Cuando se es ingrato y se olvida a quien lo benefició, son sus propias miserias las que le refrescan la memoria a quien tan mal procede” (FHA)

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