A propósito del fin de cartelera de la película Panamá del cineasta ecuatoriano Javier Izquierdo

El film de 75 minutos narra el encuentro de dos amigos en la ciudad de Panamá en 1985, José Luis y Esteban, quienes rememoran su adolescencia en el Colegio Americano de Quito y revelan cómo sus vidas han seguido caminos muy distintos. Izquierdo reafirma su cine de ficción que recrea a personajes poco conocidos en historias reveladoras del pasado de este país. En esta película, interpreta semanas antes de que Juan Carlos Acosta Coloma fuera asesinado a palos por el febrescorderato, luego de ser detenido al participar en el secuestro al banquero Nahím Isaías, ocurrido en Guayaquil en septiembre de 1985, siendo miembro del comando que ejecutó la acción guerrillera de Alfaro Vive Carajo, en alianza con el Movimiento 19 de Abril colombiano (M-19).

Resulta el primer audiovisual ficcional que trata sobre esta memoria de lucha social que vivió el Ecuador en los 80. Antes, el tratamiento fue desde el cine documental con obras de Mauricio Samaniego (AVC Documental, 2015), Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera (La muerte de Jaime Roldós, 2013), María Fernanda Restrepo (Mi corazón en Yambo, 2011) e Isabel Dávalos (Del sueño al caos, 2007). Filmes que revelaron las tramas de la democracia ecuatoriana en el marco de las guerras internas provenientes de los procesos revolucionarios y la aplicación de la doctrina de seguridad interna en el Ecuador. Panamá apenas menciona estos contextos en pequeños destellos desde el inicio hasta el final del film, porque su preocupación, más bien va por el diálogo pausado y revelador de detalles, creador de ambientes y soporte del recuerdo. La conversación se sostiene desde una fotografía ágil con el gesto y los registros que dinamizan la imaginación. Su estilo logra conectar aquellos referentes históricos con la vida de dos jóvenes que tienen mucho de qué hablar al momento de encontrarse y ponerse al día con sus vidas.

Esa es la magia que propone el director de este largometraje: hacer de José Luis, el protagonista del film, un referente de Juan Carlos Acosta Coloma como un tipo bastante común, chévere, buena nota, inteligente, cauto, sensible y afectivo. Es decir, desenmascara al subversivo y descubre la mesura de este ser humano. Una visión que habla también de los creadores del guión: los hermanos Izquierdo, Javier y Salvador; en todo caso, dice mucho de un trabajo de investigación que coincide mucho con la manera de ser de Juan Carlos Acosta Coloma, Emilio como lo conocieron en AVC.

Emilio, a inicios de los 80, militó en proyectos rebeldes de la izquierda ecuatoriana. Su giro significativo como guerrillero fue cuando ingresó al M-19 como parte de una estructura que hizo la logística a la insurgencia colombiana, en la que también actuaron Patricia Peñaherrera, Santiago Kingman, Juan Cuvi, Elizabeth Muñoz y Paco Torres, jóvenes ecuatorianos que luego se sumaron al proceso del naciente AVC, que se dio a conocer en 1983. Emilio fue vivaz, flaco y decidido, llevaba a cuestas una melancolía manifiesta sobre todo con sus amores, quizá como una llave para conquistar sus corazones o un juego existencial propio de su generación. Fue uno de los protagonistas del importante operativo de la Toma del Diario Hoy, en mayo de 1985, en el que, a pesar de tener la misión de reducir al guardia del medio de comunicación, más bien fue dominado por el controlador de seguridad. En todo caso, supo mantener la iniciativa para seguir y convencer al cuidador que deje de hacerse el machito, mientras llegaron otros alfaristas para asistirlo y culminar con la difusión de la proclama por la Democracia en Armas de AVC en el rotativo.

Juan Carlos fue un poeta de esos beneditianos (seguidores a muerte del uruguayo Mario Benedetti) que le cantaron al amor y a la lucha libertaria, a la vida y al desprendimiento de ella para ser consecuentes y decididos hasta vencer o morir. Romántico y liberal, hijo de las revoluciones cubana y mayo del 68. El flaco fue parte del comando que secuestró al banquero Nahím Isaías que luego del fallido escape, improvisó un resguardo con gran parte de la organización de AVC en Guayaquil, hasta que fue detenido, herido en la pierna y torturado a morir.

Esta elipsis de poesía y lucha rebelde, se conecta con Panamá porque así lo plantea su trama. Es decir, la película desarrolla silencios, como bien lo sostiene uno de actores principales del elenco. Silencios que provienen de documentales, literatura, estudios y testimonios valiosos, como también de otras pausas que se mantienen en quienes fueron testigos de esta memoria y de la vida de Juan Carlos Acosta Coloma.

Panamá no solo deja conocer la manera de asumir la decisión de un joven que se rebela contra su estratificación social, sino también deja vivir el reto de manejar aquella ruptura con honestidad, lealtad y respeto al amigo de la adolescencia con quien comparte sus secretos. Izquierdo alienta una potente memoria que también ya convocó a la literatura de Abdón Ubidia en su última novela La hoguera huyente, editada hace poco más de un año.

Mis manos son torpes

Mis manos son torpes,

desde que te fuiste

lo que cojo lo rompo,

los libros se hacen cada vez

más viejos,

los días más fríos,

las noches más largas;

yo me vuelvo más humo

más triste y más flaco.

Todo el dolor va creciendo

desde que te fuiste.

Juan Carlos Acosta Coloma (Poemas) Foto: Ostinato Cine


Por Editor