La derecha, cuando pierde el poder, se comporta como si se lo hubieran robado. (Almudena Grandes)
Ocurre que solo ellos tienen derecho a hacer y deshacer en el mundo. En realidad les vale lo que la gente dice, piensa o sufre.
Ocurre que solamente ellos saben qué es bueno y qué es malo, qué conviene o no. Las demás opiniones no cuentan.
Ocurre que utilizan las palabras para descalificar sin conocer su verdadero alcance o su real significado. Pero si suena como insulto, insulto debe ser.Y entonces dice algo así como que «unos cuantos hippies que quieren cambiar el sexo de los niños y derrumbar estatuas…»
¿Leería alguna vez un libro?
Y si lo leyó… ¿entendería?
¿Vería alguna película medio elaborada aunque sea en versión trailer?
Se queja de que un montón de gente ha perdido el empleo por una consulta popular, según él, mañosa, de hace nueve años, pero no alcanza a ver el estropicio de los últimos tres años y medio, en donde no un difuso ‘montón’, sino cerca de un millón de personas han sido desvinculadas de sus puestos de trabajo fijo y real por un gobierno al que apoya y de seguro con la anuencia de su voto y de su partido. Y no se trata del ‘emprendimiento’, que mejor debería llamarse ‘subempleo’, ‘trabajo informal’ o ‘mendicidad con pretexto’ que consiste en vender maduro frito o prensa mercantilista en la puerta de una plaza de toros una o dos veces al año. No. Eso mismo no tendría que existir como tal cosa en ningún país que se proclame respetuoso del cristianismo en cuyo nombre se rasgan las vestiduras y piden que con sus hijos no se metan, pero no están hablando precisamente de pedofilia, la acción en la que muchos clérigos si se han metido con los hijos de muchos padres y madres indefensos.
Se dicen respetuosos de las ‘tradiciones’. Pero lo que quieren es imponer su voluntad, tener sus farras de ritual sangriento, pues ya que como hoy por hoy se vería muy mal azotar esclavos con un flagrum, quieren por lo menos vivir el adrenalinazo de la matanza de un ser indefenso en cuyo sufrimiento se regodean.
Están llenos de discursos en donde priman el sofisma y la falacia. Torturan a la lógica hasta hacerle gritar. Tratan de ignorante y estúpido a quien no piensa como ellos, pero son incapaces de detenerse cinco segundos a evaluar la validez de sus propios argumentos. Porque en el trasfondo les importan solamente dos cosas: el control y la ganancia. En realidad no se conduelen de quienes vendían maduros fritos en la puerta de la plaza: se conduelen de no poder lucrar con la tortura de un animal. En realidad no les importan las tradiciones, sino que el mundo siga siendo el difuso lugar de caos, desigualdad y prepotencia real en donde pueden seguir medrando a costa de los demás.
Y ay del que medio se les oponga. Porque dentro de su pastosa ‘alcurnia’ del país y la región de los mayordomos venidos a más, fanáticos de la Reina Isabel la Católica, cuya estatura física y moral no supera la de la estatuilla de la calle Madrid y 12 de octubre, no dudarán en demostrar cuán vulgares y groseros pueden ser. Ah, y también ignorantes, no faltaba más.
Tomado de fuenteobeejuna