Por Erika Sylva Charvet

Pueblo contra oligarquías.  Es la confrontación que se dirime en las elecciones del 11 de abril de 2021 en Ecuador.  No es la primera vez. Pero esta, sin duda, es la más decisiva, en la medida en que las oligarquías y el imperialismo están dispuestos a conseguir lo que no pudieron hasta 2006: convertir al Ecuador en un estado fallido, una neocolonia, apoderarse de todos sus bienes y recursos, universalizar la miseria y aplastarnos como insectos si osamos levantar la cabeza.

No es una exageración.  Veamos lo que ha pasado en las últimas semanas en las que, en el marco de un gobierno absolutamente repudiado por la ciudadanía, el ministro de la banca ha enviado por tercera ocasión el proyecto de ley de privatización del Banco Central del Ecuador, habiendo sido admitido a trámite por un CAL que, con esto, nuevamente se puso de espaldas al pueblo. A través de este proyecto, la banca sinvergüenza ha reclamado su botín.  No le basta con haber ganado miles de millones de dólares en estos cuatro años. Su codicia es insaciable.  Ahora pretende, nada menos, que apoderarse de la cuenta única del tesoro, es decir, de todos los recursos públicos, alegando que puede cuidar de éstos mejor que el propio Estado. ¡A otro perro con ese hueso! Lo que buscan es una mayor concentración del capital financiero a través de la privatización del sistema financiero público. Las voces de la academia, de las organizaciones sociales y de movimientos políticos se han levantado oponiéndose frontalmente a esta medida y advirtiendo sobre su peligrosidad para la economía del país.

Pero, su prepotencia no para ahí.  El mismo ministro de la banca, que es también el de las colonias, ha anunciado muy suelto de huesos, que va a “dejar listas las reformas económicas” laboral, tributaria y de pensiones.  Es decir, más flexibilización laboral, más impuestos indirectos, una política tributaria regresiva y, el sueño de las oligarquías: la privatización de la seguridad social. Oblicuamente, volvió a anunciar el acuerdo “con EEUU y el DFC” que no es sino un compromiso para vender nuestras empresas públicas más eficientes a las transnacionales.  Imperturbables, están dispuestos a aplicarnos la agenda despiadada del FMI; a empobrecernos como país porque quieren reducir el valor de nuestra economía a niveles inferiores a los de 2006; porque están decididos a instaurar la “república de los privilegiados”, de “los vacunados”,  de una élite minoritaria que concentra riqueza, ingresos y salud, frente a la “república de los miserables”, pauperizados y enfermos, porque nos bajan los salarios, las pensiones, nos aumentan los impuestos, nos niegan la salud, condenándonos a la marginalidad, al subempleo, a la mendicidad y degradación.  ¿Podemos imaginarnos vivir una mayor pesadilla que la que estamos viviendo hoy? Si, es posible si el país sigue en estas manos.

Esta agenda no puede imponerse sobre la sociedad sin una brutal represión.  Y a eso están dispuestos. Así lo palpamos en el “octubre plebeyo”; así lo evidenciamos ahora, cuando frente a las denuncias del informe de la Comisión de la Verdad impulsada por la Defensoría del Pueblo sobre los presuntos “delitos de lesa humanidad” cometidos por el gobierno de Moreno en contra de la población en octubre de 2019, la respuesta coaligada de éste, la Asamblea y la función judicial ha sido la de blindarse en contra de esta denuncia.  Para ellos, los muertos, heridos y mutilados son una realidad imaginada por mentes febriles. Así, el titular de Defensa ha calificado el informe de “infame”, el de Gobierno ha negado los “ataques deliberados, sistemáticos y generalizados” de la policía a la población, mientras el títere de Carondelet, apelando a su proverbial cinismo, ha llegado a afirmar que “…muchas de las lesiones pudieron ser causadas por los propios manifestantes y no por miembros de la Fuerza Pública” porque ellos “… tenían armas caseras, pero eran de fuego y a lo mejor ellos causaron lesiones” (PU, 24-03-2021).  Las FFAA también negaron cualquier responsabilidad en esos delitos, rechazando “categóricamente” el informe argumentando que son “democráticas” y “respetuosas de los derechos humanos”, mientras la Asamblea Nacional, la institución a la que le corresponde velar porque se respeten estos en la sociedad, se negó a conocer el informe, otra decisión que le deshonra.  Casi inmediatamente de este blindaje del Estado contra las víctimas de octubre, 27 personas, la mayoría indígenas que participaron en el levantamiento, vinculadas a la CONAIE, fueron llamadas a juicio el 31 de marzo de 2021 en el denominado “caso Contraloría”, un evento oscuro cuya naturaleza de operación encubierta a cargo de fuerzas siniestras para desprestigiar la protesta ha sido sugerida por algunas fuentes. No es una coincidencia que todo esto ocurra casi simultáneamente.  Es una señal de que irán con todo en la represión contra quienes se resistan a su agenda letal.

Es en el marco de este cerco de muerte de las oligarquías y el imperialismo sobre la vida de nuestro pueblo, que se producen las elecciones del 11 de abril de 2021. Imposible no verlo.  Felizmente, en las últimas semanas, decenas de organizaciones de diverso tipo, intuyendo el peligro que se cierne sobre el Ecuador con la candidatura de la derecha neoliberal representada por el banquero Lasso, han plegado a la candidatura de Andrés Arauz, apostando por el programa del progresismo planteado para el período 2021-2025, que no se podrá construir sin su participación.

Por eso, quienes han optado por el voto nulo, tendrían que reconsiderar sus diagnósticos, sus premisas. Quizá sus pasiones obnubilen sus juicios.  Y quienes aún no han decidido su voto, deberían meditar profundamente sobre lo que implicaría para sus vidas una actitud indiferente en esta coyuntura crucial o una apuesta equivocada.

Desde 1979 que tengo memoria electoral, “venga de donde viniera”, la opción de la izquierda en la segunda vuelta se inclinaba a parar a la derecha, a la oligarquía. Esa era la línea que la aplicamos disciplinadamente. No había opción para el voto nulo, o los que lo planteaban eran grupos minoritarios sin peso electoral, caracterizados por su ostracismo. Pueblo contra oligarquía también en las elecciones de este 11A. Andrés Arauz frente a Guillermo Lasso. No hay lugar a equivocarse, a dudar, ni fundamento para anular. Con nuestro voto por Arauz no solo pararemos a la oligarquía como en el pasado. Sobre todo, defenderemos la Patria del neocolonialismo reinstalado con Moreno, y la vida de nuestro pueblo de quienes quieren seguirla destruyendo.

Por Editor