Por Stefany Chuchuca

En Ecuador cada vez la realidad es más dura y la frustración más grande. Cada vez estamos más alejados, cada vez la disputa por tener la “razón” termina en discordia, pero hay algo que no estamos viendo y es que estamos en la búsqueda incesante de identidad.

Las y los ecuatorianos no tenemos aún una identidad definida, una de verdad, profunda, una identidad que de una u otra manera nos prohíba bajar la cabeza o mirar a un costado cuando existen actos de corrupción, injusticia, vulneración de derechos y la lista desgraciadamente continúa… 

En la medida que sigamos siendo manipulados, colonizados, explotados por una parte por medios de comunicación hegemónicos, por el imperialismo norteamericano o por los gobiernos de turno, nuestra búsqueda de identidad seguirá siendo un ideal, un deseo que no pasa de ser eso, un deseo.

Cada movimiento revolucionario, cada movilización, cada intento de liberación son un impulso hacia la identidad que empieza con el contagio a nivel individual para luego esparcirse de manera colectiva.

La palabra identidad es una palabra de lucha, es una consigna, no es algo que hayamos conseguido, todavía no la tenemos. Una de las razones es debido a que nos encontramos aislados, segmentados, nos destruimos entre nosotros con disputas absurdas y se vuelven absurdas porque se aborda el tema de coyuntura por cualquier lado, menos por el que realmente es el centro de todo y es precisamente esa falta de identidad la que nos hace caer una y otra vez y entregar el timón –cada cuatro años– del barco llamado Ecuador a quien nunca ha ido al mar.

La capital de las y los ecuatorianos se encuentra en el total abandono, la pugna por la alcaldía continúa, el metro sin funcionar. Hoy en día, los espacios públicos cada vez son más inseguros, ya ni los que viven en ciudades amuralladas se salvan, pensaban que la inseguridad era sinónimo de publico y al darse cuenta de que no es así ahora muestran su indignación mediante un hashtag porque salir a las calles es para los del páramo según el Sr. Nebot.

Ignorar por un momento los temas de coyuntura no hace que desaparezcan, mas bien acentúa su presencia cada vez mas. El resultado es que la identidad sigue siendo un ideal. Pero en lo que si estamos de acuerdo es que en nuestro país en estos últimos años se ha evidenciado un proceso irreversible y que indica que estamos en camino hacia nuestra identidad. Este proceso ha costado y sigue costando vidas, mucha sangre, mucho dolor y que de alguna manera es un camino que está trazado en el tiempo y del cual ya no hay marcha atrás.

Por Editor