Más de una ocasión Ruta Kritica lo advirtió: Lenin Moreno no da la talla para las responsabilidades adquiridas y encargadas por unos electores que votaron por un proyecto político a favor de garantizar derechos, sustentar y desarrollar más y mejores políticas públicas, favorecer el trabajo y no al capital, garantizar soberanía y autodeterminación, pero sobre todo trabajar a favor de los más pobres y no de las corporaciones empresariales ni las élites oligárquicas.
Con el incremento de los combustibles acaba de dibujar su futuro inmediato y, sobre todo, hipotecar al Ecuador. Y como si eso fuera poco, un audio lo coloca en la peor de las situaciones legales, penales e históricas: se convierte en el responsable político del asesinato de los tres integrantes del equipo periodístico de El Comercio. Ojo: responsable estatal, de lo cual ya hay un precedente fresco en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entidad que sostuvo que se pudo salvar esas vidas si se negociaba con sus captores y luego asesinos.
Pero también es cierto que con todo lo ocurrido se configura cada día más la evidencia de un plan muy bien sustentado desde algún lugar, aparato político o embajada para devolverle a la derecha criolla, a la hegemonía militar continental y a los tentáculos de los poderes financieros más recalcitrantes todo el Estado ecuatoriano.
Moreno se equivocó si esperaba de esos sectores gratitud y reciprocidad. La derecha no agradece favores de quienes no son de su peculio ni de su clase. Cuando no los necesita los desecha y ya tenemos varios casos, ejemplos como Fabián Alarcón o Jamil Mahuad lo prueban. Y con los antecedentes de su supuesta trayectoria política de izquierda jamás recibirá la gratitud esperada y mucho menos de quienes ahora lo rodean y lo usaron para gobernar sin haber ganado las elecciones. Bastaría recordar qué decía de Moreno una María Paula Romo, Juan Sebastián Roldán o Richard Martínez.
Sin lugar a dudas ha llegado la hora de que Lenin Moreno de un paso al costado, pero también que todos los funcionarios por él designados no asuman ningún cargo porque no nacieron de un legítimo proceso constitucional. Por tanto, cesadas sus funciones lo más urgente es un encuentro nacional ciudadano que ponga en vigencia plena la Constitución de Montecristi.