Por Dax Toscano Segovia

En marzo de 2020, la primera dama de Colombia, María Juliana Ruiz, esposa de Iván Duque, propuso sacar la bandera del país como símbolo de unión. El llamado lo hizo en medio de la profunda crisis que vivía Colombia como resultado del avance de la pandemia del Coronavirus que hasta esa fecha había registrado la cifra de 306 muertes. Actualmente el número de fallecidos asciende a 60 mil, en un país marcado por la violencia social y paramilitar.  

En ese momento, la actriz y escritora Margarita Rosa de Francisco publicó un tuit en respuesta al mensaje de María Ruiz en el que dijo sobre la bandera colombiana: “Yo propondría usarla como papel higiénico”. La actriz de la novela “Café con aroma de mujer” añadió que: “Sacar la bandera es sacar la cara por el sistema de salud y educación de este país, no solo en tiempos de crisis sino desde siempre. Eso es sacar la bandera. El trapo de colores puede servir para limpiar cualquier superficie”.

Inmediatamente, desde diversos sectores, fundamentalmente desde el uribismo, la descalificaron y lanzaron ataques contra ella. Su mensaje, sin embargo, encerraba algo más profundo. Querer a la Patria no significa solamente exhibir o exaltar a los símbolos patrios, sino hacer algo concreto por transformar la dura realidad que vive un país.

Renán Vega Cantor dice que “existe una diferencia sustancial entre un sano nacionalismo y el patrioterismo barato, una xenofobia que reduce la existencia de una nación a símbolos elementales: una bandera, un escudo, un himno, unos colores determinados por los cuales se está dispuesto a matar”.  

El pensador colombiano es muy crítico de la exaltación de ese patrioterismo mediante la utilización de la selección de fútbol, a la que cuestiona por los financiamientos que recibe de grupos económicos que han generado la destrucción de la nación y la explotación de la clase trabajadora.

En el Ecuador pasa algo parecido. “Ecuador siempre primero/ primero en nuestro corazón/ todo un pueblo está esperando/ Tricolor querida, tu consagración”, es una de las canciones que se crearon para vivar a la selección de fútbol con la cual la gente se ha identificado en los eventos en los que ha participado y donde el nacionalismo y patrioterismo se ha exaltado, tal como se lo ha hecho con los triunfos obtenidos por Richard Carapaz en el tour de Francia o las victorias del Chito Vera en la MMA. Han sido estos eventos, encumbrados mediáticamente, los que han convocado a la unidad del país.

Sin quitar los méritos deportivos a cada uno de estos personajes y a la selección, lo cierto es que el sentido de unidad no pasa de eso, a no ser cuando la derecha política también hace sus llamados patrioteros en defensa de la nación, cuando sus intereses se ven afectados.

Lo hicieron en las manifestaciones contra la ley de herencias y plusvalía en el 2015, así como contra la imposición de salvaguardias arancelarias que el gobierno de Correa dispuso sobre algunos productos suntuarios. Gracioso resultaba ver a la burguesía quiteña, bien emperifollada, luchar contra el impuesto a la Nutella, mientras se contactaban con sus amigos a través del iPhone y degustaban unos deliciosos croissants.

Dicho llamado a la unidad nacional, acompañado de la bandera tricolor y cantando el himno nacional, tal como lo hizo Nebot en ese mismo año, en la avenida 9 de octubre, en la ciudad de Guayaquil, donde dijo que este país es de negros, blancos, indios, pobres y ricos, empresarios y trabajadores, pero unido, sin divisiones, no fue el mismo en octubre de 2019 cuando los florindos de la ciudad de Quito y la oligarquía racista de Guayaquil expresaron su rechazo a las movilizaciones populares contra las medidas neoliberales implantadas por el gobierno de Moreno.    

Hoy, con el claro afán de desprestigiar a Andrés Arauz, debido a que en el programa “Ingobernables. De a leva y a fondo”, con Jalál Dubois y Rodrigo Padilla el candidato presidencial dijo no conocer la primera estrofa del himno nacional del Ecuador, los sectores opuestos a su candidatura han sacado a relucir su patrioterismo.

¡Horror! ¡Indignación! Arauz no sabe la primera estrofa del himno escrito por el ambateño Juan León Mera, intérprete intelectual de la aristocracia criolla, con una ideología conservadora y católica, en la noche del 15 de noviembre de 1865.

El 10 de agosto de 1870 se interpretó por primera vez el himno compuesto por el autor de Cumandá, con música de Antonio Neumane.

El 11 de marzo de 1977 el Consejo Supremo de Gobierno decretó que solo se cante el coro y la segunda estrofa, de un himno compuesto por seis. Quizás por esta razón muy pocas personas conozcan el himno nacional completo.

Los indignados hijos del yugo, que no son sino la oligarquía criolla heredera de los sectores opuestos al proyecto del Libertador Simón Bolívar, hoy utilizan el desconocimiento de Andrés Arauz para atacarlo y con ello decir que no tiene sentido de Patria y menos conocimiento de la historia.

Esos florindos, fachos, reaccionarios, seudo progres que hoy pretenden dar lecciones de patriotismo, son los mismos que tienen como su modelo de vida al estadounidense. Son los de Samborondón, los de Isla Mocoli, los de Cumbayá, los que no ven nada de malo que sus hijas e hijos estupidizados salgan disfrazados a pedir caramelos o a participar en fiestas de brujas para celebrar Halloween, los que dicen okey, los que tienen como héroes al capitán América, los que aspiran a viajar a Disney a conocer a Mickey Mouse o vivir en Miami. Esos son nuestros patriotas, los que la piel se les eriza cuando oyen el “O say can you see” y que se emocionan cuando ven la bandera de las barras y las estrellas. Los mismos que babean cuando ven Top Gun, deseosos que una base gringa esté enclavada en nuestro territorio.

Mientras tanto, la historia profunda de nuestros pueblos, la de la lucha y resistencia negra e indígena, la desconocen. Son los que ven a los pueblos indígenas como algo folklórico, mientras expresan un profundo desprecio cuando los tienen cerca, en “su entorno”.

La hipocresía de estos oligarcas, florindos, fachos con su patrioterismo es tal que festejan a un Lasso en TikTok vestido con zapatillas Nike y haciendo pasos de Michael Jackson, mientras claman por su triunfo para que lo público sea golpeado con las privatizaciones y las empresas transnacionales puedan venir a destruir la economía nacional.

A todos esos grupos habría que preguntarles si están dispuestos a luchar por los intereses del pueblo y no de su clase, para demostrar en realidad si son patriotas.

Indignados los hijos de la banca, de Lasso y de las cámaras de comercio porque saben que si su candidato pierde, ellos, los que han destruido al Ecuador, dejarán de gozar de privilegios.   

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