Orlando Pérez

Chevron nos ha marcado y solo por fuera de las miserias políticas se podría entender la dimensión histórica de su acción contra la naturaleza, las comunidades indígenas y toda la institucionalidad jurídica del Ecuador.

Cuando las futuras generaciones -de todo el mundo- lean sobre este triste capítulo de la historia tendrán ante sus conciencias un sinnúmero de imágenes que no serán precisamente ancladas a las minucias jurídicas que un Procurador o un Secretario General de la Presidencia de ahora quieren usar para justificar cierta complicidad con lo ocurrido la semana pasada. En esas conciencias solo habrá rabia y desconcierto, porque además dirán que todas las autoridades debieron plantarse con dignidad y soberanía frente a una empresa criminal y poderosa que cometió el ecocidio más grande del continente en el siglo XX.

Sin embargo, también es oportuno hablar de cuál es la agenda política para la Amazonía tras lo ocurrido con Chevron y su impunidad. Por lo menos es necesario pensar que esa agenda debería contener una respuesta política de las instituciones estatales, los partidos políticos y las organizaciones sociales y comunitarias. No se trata de lo que haga un gobierno u otro. Ya eso está demás mencionarlo. Se trata de pensar en la Amazonía como un ecosistema universal que en gran medida garantiza la sobrevivencia del planeta y de las especies animales y vegetales. Y por lo tanto hay una responsabilidad colectiva e histórica en ello.

A pocos meses de la campaña electoral en los pueblos, cantones y provincias amazónicas del Ecuador hay más interés por las candidaturas antes que en una respuesta a lo hecho por Chevron, la pobreza de los pobladores y las amenazas a ese ecosistema. Y cuando ocurre esto saltan algunas preguntas que siempre quedan nadando en la niebla de la incertidumbre y la ausencia de respuestas:

1.- ¿Basta con que el Presidente de la República sea un ciudadano amazónico para que la atención sea prioritaria o hace falta más que eso para entender la dimensión de su complejidad?

2.- ¿Qué entendemos por desarrollo amazónico? ¿O más bien deberíamos pensar en un proyecto de vida para toda la región antes que someterse a ese sentido capitalista y colonial del desarrollo?

3.- ¿Cómo se entiende “obra pública para la Amazonía”: carreteras, edificios, alcantarillado, asfaltado en una zona a la que todos dicen se debe proteger de la avalancha urbanística?

4.- ¿La “salvación” económica de los amazónicos es el turismo con todas las taras y secuelas que ya deja en otras regiones del mundo?

5.- ¿Qué tipo de ciudades amazónicas imaginamos para los territorios que colindan con la selva y con los pueblos ancestrales de la región?

6.- ¿Cómo se abordan los problemas ambientales, de los pueblos, de los recursos naturales y de la organización administrativa de la Amazonía? ¿De qué diálogo y participación en su solución hablamos cuando se hace política pública a espaldas de las seis provincias amazónicas?

7.- ¿Una política pública y una decisión política nacional para entender a la Amazonía como un territorio soberano en toda su dimensión solo será posible con declaraciones o hay que estar atentos a las intenciones de Estados Unidos sobre esta región donde le ponen mucho cuidado a cada uno de los actores sociales y a las estrategias comerciales y militares?

8.- ¿Las organizaciones indígenas están conscientes que un Estado Plurinacional e Intercultural no es solo un artículo de la Constitución sino una convocatoria a una reflexión más profunda y alejada de las minucias de las disputas e intereses locales y grupales?

9.- ¿Los movimientos y partidos políticos de la región amazónica ecuatoriana miran a su electorado como consumidores, clientes, electores o ciudadanos con los cuales hay que establecer otro tipo de relación política en función de las particularidades de cada una de las poblaciones?

10.- ¿El gobierno central entiende bien por qué es importante la Amazonía para la sobrevivencia de la naturaleza y podrá desarrollar un verdadero diálogo para definir las prioridades políticas, económicas y culturales o será un gobierno más que pasa y deja pendiente la agenda histórica para esta región?

Pues por ahora son preguntas que dan vueltas desde el siglo pasado y por ahora hacen falta espacios de verdadero diálogo para no solo encontrar respuestas sino para descubrir otras interrogantes más que estarán en el futuro inmediato.

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