Arturo Belano

Pareciera ser que el libro favorito de Lenín Moreno es “Un mundo feliz” de Aldous Huxley. En el libro, todo se puede resolver con tomar soma y seguir con la vida disipada y sin preocupaciones y participar de cuanta orgía porfía fuese posible encontrar. Para Moreno, todo se resuelve contando una anécdota de su juventud, que generalmente es un chiste mal contado, y que termina, en algún momento, en una afirmación con alto o bajo contenido sexual.

Por otro lado, tenemos un sinfín de actores que representan a los más oscuros, mezquinos y ambiciosos intereses, tomando o “dando tomando” decisiones al Presidente, el cual, a estas alturas del partido, tiene cada vez más problemas para gobernar, y está cada vez más, secuestrado por todas las élites económicas, políticas y sociales con las que gobierna. Para ser aceptado por la socialité guayaquileña (que pareciera ser su gran sueño), acepta nomás la imposición de un conjunto de medidas económicas que favorecen a los mismos exactos grupos económicos antes beneficiados por los gobiernos títeres que han ejercido el poder desde antaño, y se olvida que tuvo y tiene un plan de gobierno que cumplir y, si no lo hace, es causal de revocatoria del mandato.

Tenemos, además, a los supervivientes de siempre, también tomando decisiones y haciéndose los que no las toman. Jaime Nebot y su grupo encontraron, luego de 10 años de no poder gobernar ni un ápice en el país, la forma de volver a su fórmula más exitosa, gobernar sin hacerlo, decidir sin que se les note, imponer su agenda sin que sea la suya. Así gobernaron con Lucio, así gobernaron con Mahuad y así han estado en las decisiones más perversas y dañinas para la República, sin que parezca que fueron ellos. Muy hábiles, debo reconocerlo, empujan la toma de una decisión y luego marcan distancia, tal como ahora lo hace Nebot con el tema de los combustibles. Y lo harán siempre hasta que Moreno les deje de ser útil y entonces, preservando sus intereses, harán las jugadas que correspondan para, a lo mejor, llamar a una muerte cruzada.

No podemos dejar de lado el bochornoso papel de los medios de comunicación tradicionales. Son los campeones de la doble moral y de la incoherencia. Si hubiese verdadera libertad de expresión con responsabilidad ulterior, ninguno de los medios actuales podría, siquiera, seguir existiendo. Juegan el juego que mejor sabían jugar: serviles a los intereses económicos de los dueños de los medios y de sus amigos o familiares. Así, no les importa ocultar la verdad y mantener desinformada a la ciudadanía sobre lo que realmente está sucediendo en el país. Son hábiles alfiles de los mejores postores. Y en este momento en que el contubernio es casi incestuoso entre la banca y los empresauros con Moreno y su círculo más cercano, están en su papayal; llenando el día de cortinas de humo, mintiendo descaradamente, acabando con la vida privada de quién sea, a cambio de que la inoperancia se difumine. Ahora, la ejecución extrajudicial es un asunto menor, antes hubiera sido suficiente para exigir la renuncia del gobierno. Y, ojo con esto, lo más probable es que, cuando Moreno deje de ser funcional, esa ejecución extrajudicial volverá a ser suficiente para exigirle la renuncia al Presidente.

En este escenario, los medios callan todo, mienten lo que pueden y tergiversan casi cualquier cosa. Las élites están felices llenándose los bolsillos del dinero que era de los ecuatorianos pero que se les “perdonó” sus deudas y, obviamente, enviándolo fuera del país. Moreno y sus acólitos hacen y deshacen con el Estado porque, como no pueden hacer mejor que lo que hizo Correa, su objetivo parecer ser, acabar con todo lo hecho, enviando el surgimiento de la República al año 1900 otra vez. Y están convencidos de que pasarán a la historia como los salvadores de la patria y no como lo que en realidad son, sus verdugos.

Esta es la dictadura perfecta, sin oposición, porque la única oposición la están proscribiendo de la legalidad, lo que siempre es nefasto para la democracia; sin bases sociales dispuestas a salir a las calles, porque sus dirigentes (sus élites) están con la barriga bien llena y totalmente cooptados con cualquier puesto en cualquier ministerio, de los que aún sobreviven; sin medios de comunicación críticos, porque los que hay son de la peor calaña y están que no caben de la dicha con el desmantelamiento de la República; y sin dictador, porque Moreno no es quien gobierna sino un conjunto de fuerzas que saben que pueden hacer y deshacer lo que les dé la gana; desde perseguir con el aparato de control a cualquier disidente o cualquier leal al gobierno anterior, o imputar delitos que no existen a través del aparato de justicia, o sencillamente, impidiendo que puedan trabajar en absolutamente nada si se atreven a expresar su opinión, tal como el caso de Fernando Casado, juzgado y condenado por “luchadores de la libertad de expresión” y ejecutado por la Universidad en donde fue docente, solo por pensar de una manera, incómoda para alguien en alguna parte.

La gran diferencia entre “Un mundo feliz” y esta realidad casi inverosímil que nos toca vivir, es que en la historia de Huxley, el soma era infinito, al igual que las orgías, pero en el Ecuador donde gobierna Moreno, no hay cacho malo ni medio de comunicación obtuso que pueda ocultar lo que el ecuatoriano promedio siente: un gobierno que no hace nada, una economía en picada, los precios por las nubes, los servicios públicos en decadencia. Tarde o temprano el descontento se desbordará y no será por la Nutella, sino por cosas verdaderamente importantes, y cuando el descontento es por cosas que realmente valen la pena, los gobiernos terminan por dejar de serlo.

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