Adrián Hinojosa
Informan, hoy viernes, que el avión de Michel Temer no tiene combustible para viajes largos, en el Brasil que es un país continental, es por lo menos preocupante: el desabastecimiento llegó hasta la presidencia. Comenzó el miércoles y este viernes que parece un domingo, sin carros en las calles y un clima de Apocalipsis: aviones que no pueden aterrizar si no traen suficiente gasolina para despegar, la gasolina en Sao Paulo a USD 2,74 el litro, las plantas avícolas con los pollos sin comer más de 50 horas, son mil millones de pollos en peligro, 5.000 litros de leche desechados en la carretera por un productor, otro que regala 10.000 litros de leche y una industria láctea sin recibir los 4 millones de litros esperados. En los centros comerciales ya no se puede comprar más de 5 artículos de cada producto. La policía en Belo Horizonte deja en “puestos estratégicos” los carros y hace patrulla a pie. Mi hijo fue a clases, pero acudieron pocos y pasaron el día viendo películas, estaba vacía la escuela, casualidad o no vieron Mad Max. Todo como consecuencia de la huelga de los “caminhoneiros” que ha paralizado las carreteras del Brasil, es decir, Brasil todo.
Digamos que esto comenzó hace dos años, cuando salió Dilma Rousseff y la política de precios del gobierno de Temer cambió, y se decidió que lo más eficiente era que los precios de los combustibles “flotaran” con el mercado y como corolario flotaron, de 3 a 5 reales el litro de gasolina, el 65% de aumento en dos años. Claro que era mejor que flotaran junto al precio del dólar, pues así era posible importar el diésel en dólares, y, en efecto, según la Asociación de Ingenieros de la Petrobras, AEPET, en dos años la capacidad ociosa de las refinerías llegó al 25% y la importación de diésel de EE.UU. paso del 40% del diésel importado al 80%, eso es eficiencia… en dos años.
Como nos cuenta la historiadora Larissa Jacheta Riperti este mayo brasileño comenzó el 21 de mayo con una amenaza de huelga y el respectivo bloqueo de carreteras, de la Confederação Nacional dos Transportadores Autônomos, la CNTA, esto es, los “caminhoneiros”, que pedían reducción de los precios del diésel, a los que se unieron las compañías transportadoras, que querían reducción de precios y arreglar los subsidios que estaban recibiendo. Ante los oídos sordos del gobierno procedieron a cercar las ciudades, la conocida táctica camionera. El miércoles 23 comenzaron las adhesiones.
La izquierda de la mano del MST, Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, envió comida a los que cercaban Sao Paulo, la Policía Federal de las Carreteras se solidariza también. El candidato ultra derechista Bolsonaro manda su apoyo, y se le juntan una multitud de seguidores que piden, en nombre de los camioneros, la intervención militar para acabar con el gobierno. Los camioneros reciben apoyo del Partido de los Trabajadores que culpa al gobierno, y junto con otros candidatos progresistas piden la dimisión del director de la Petrobras, Pedro Parente. En este punto todo acaba muy confuso.
El gobierno intentó negociar una reducción del precio, suprimiendo algunos impuestos que inciden en el diésel, pero que significan menos recursos para los gobiernos regionales, que en la situación que se encuentran desde hace dos años, es, por lo menos, criminal. Eso no fue aceptado por los huelguistas. El viernes, en la noche, Temer firma un decreto de Garantia da Lei e da Ordem (GLO) que: “… ampara la actuación de las Fuerzas Armadas en todo el territorio nacional para liberar carreteras bloqueadas por la huelga de los camioneros”. La CUT, Central Única de Trabajadores, dice que el decreto es como echar gasolina para apagar el fuego. Aún resta este fin de semana para que termine mayo…