Por Gonzalo J. Paredes

La convención nacional de la Revolución Ciudadana (RC) causó sentimientos encontrados: por un lado, estaban los que deseaban como candidato a la presidencia a Andrés Arauz, otros se ilusionaron con la elección de Jorge Glas quien había recuperado sus derechos políticos un día antes, y un grupo más pequeño tenía sus esperanzas en los prefectos reelegidos y reivindicados en las urnas. Sin embargo, la RC escogió, entre sus asambleístas, a una mujer manabita y con esto busca romper, una vez más, los llamados ‘principios’ de las campañas electorales acentuados históricamente en los ecuatorianos (y en algunos estrategas de campaña): “una mujer para la presidencia de la República es una misión cuesta arriba (un camino muy empinado, diría yo)”. Es que, para entender esta elección, hay que comprender las lógicas de la RC.

Es que la RC no es la primera vez que trata de llevarse por delante aquellos principios. En 2006, quebró lustros de colocar en el poder público a los gamonales de la partidocracia. En 2013, destrozó la lógica electoral del ‘equilibrio regional’, tanto Rafael Correa y Jorge Glas son de la costa y de la misma ciudad. En otras palabras, quedó obsoleto aquel principio electoral de que serranos no votan por costeños y viceversa. Y si alguna duda quedaba, en 2017, la RC alcanzó la presidencia con una persona con capacidades especiales (y no me refiero a su mitomanía). Por lo tanto, la primera lógica del correísmo y de la RC es practicar la irreverencia frente a las anquilosadas formas hacer campañas electorales.

La segunda lógica del correísmo es algo que va más allá de las campañas electorales, recae en la forma misma de gestionar el poder. En innumerables ocasiones las decisiones que tomó el buró político de RC y su líder Rafael Correa han tenido un pesado costo político. Y es que, los principios ideológicos, éticos y morales han primado más que lo identificado como “políticamente correcto”. Por ejemplo, el proyecto de ley de las herencias, solo por mencionar uno entre muchos. Para estas elecciones, la RC va por aquel principio del respeto a la equidad de género en la función pública.

La tercera y última lógica del correísmo es la que surgió con la traición de Lenin Moreno. No hay partido o movimiento político en la vida democrática del Ecuador desde 1981, que no haya sufrido mayor traición y persecución que la RC. Por eso que, a diferencia de otras tiendas políticas, le cuesta más elegir a sus candidatos, cualquiera que sea la dignidad o cargo porque propios y ajenos ambicionan el legado y la estructura organizacional y política de la RC. Por ejemplo, los caballos de Troya argumentan la falta de democracia en la RC sin contemplar que, consciente o inconscientemente, la proscripción está vigente y la persecución se mantiene. Solo buscan desplazar anticipadamente al ex presidente.

Bajo esta lógica, el perfil del candidato a la presidencia fue con base en los años que sirvió al país durante el gobierno de la RC, su probada resistencia bajo la persecución de Moreno y María Paula Romo, su devoción y entendimiento con respecto al proyecto político instaurado y perfeccionado desde 2007, y el pleno conocimiento de la existencia de un equipo de gobierno eficaz, antes de serlo, para implementar las mejores políticas públicas que permitan salir del desastre en que se encuentra hundido el país. No obstante, para entender por qué Luisa González es la flamante candidata de la RC no basta con esta última lógica, se hace necesario sumar a las dos anteriores, es la conformación de una gran triada que caracteriza y confirma lo innovadora que es la Revolución Ciudadana.

Les dejo una ilustración para los que todavía no alcanzan a entender las dinámicas del correísmo.

Por RK