En el gobierno de Rafael Correa, los asuntos del interior estuvieron altamente diferenciados. Los responsables políticos fueron equiparados todos al mismo nivel y se conformaron estructuras administrativas de alta jerarquía para que un ministro o ministra sea el primer y directo responsable de la mejora del sector. Esto explica que hayamos tenido un Ministerio del Interior, una Secretaría de la Política o una Secretaría de Riesgos y no solo un gran ministerio que se encargara de todo esto. El nivel de desarrollo relativo de las instituciones de este sector era perverso en unos casos, precario o inexistente en otros, con lo que era necesario focalizar la responsabilidad de cada sector en alguien con alta capacidad de decisión.
La fórmula de la fragmentación le permitió a Correa mejorar el control de los sectores porque podía interactuar directamente con un solo responsable de un solo asunto específico, en lugar de lidiar con un solo responsable de varios asuntos a la vez, lo que le hubiera limitado la capacidad de respuesta por la complejidad de recuperar, reparar o construir esos sectores. Esta forma de asignar responsabilidades, finalmente, le dio resultado al gobierno anterior; todos en el mundo reconocen el gran impacto que tuvo la política de seguridad ciudadana al disminuir todos los indicadores de delitos, siendo el más relevante el pasar de cerca de 20 asesinatos por cada 100 mil habitantes por año, a menos de 6, y con ello, aumentar la percepción ciudadana sobre la seguridad.
Resultados como este, fueron posibles, además, porque se consolidó un sector que antes no existía. El sector Justicia como asunto del Ejecutivo para crear políticas públicas de acceso a la justicia y el desarrollo de políticas de articulación entre actores del sistema de justicia, así como del diseño de leyes de mejor calidad y la generación y desarrollo de políticas de rehabilitación social, fueron el resultado de conformar el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos. Esto demuestra también la comprensión de que los asuntos del Interior no son, ni se parecen a los asuntos de la Justicia. Evidentemente, son complementarios, como los sectores de Salud e Inclusión Social, pero no son lo mismo y, por lo tanto, no se pueden agrupar en un solo paraguas.
Por otro lado, separar los asuntos del Interior y crear una estructura que se dedique a los asuntos de la política, le permitió al gobierno anterior una articulación mucho más clara, directa y organizada de la gestión de la política en todos sus frentes; por un lado, con las funciones del Estado, así como con los actores políticos (como movimientos sociales) y los gobiernos autónomos descentralizados, por otro.
Esta comprensión de la forma de organizar las instituciones fue eliminada con el gobierno de Moreno. Los eruditos que mal desempeñan su labor en Palacio, consideraron, desde su más supina ignorancia, que los asuntos de la política, los de la seguridad interna, los de la justicia y los de la rehabilitación social, eran lo mismo y podrían gestionarse desde una sola cabeza. Al interior del gobierno, no hay nadie que pueda defender académica, programática, o lógicamente, este desastre. Todos se miran las caras cuando en Carondelet buscan respuestas al desastre que vive el país en todos estos asuntos a la vez: una Asamblea devenida en circo pobre, una delincuencia que campea a sus anchas, jueces incapaces de ejercer justicia porque los están destituyendo por cualquier razón (léase por no fallar en contra de cualquier correísta o sospechoso de serlo) y con las cárceles convertidas en polvorín. Nadie quiere mirar a la única persona responsable, pero todos saben quién es.
La gran abanderada de la Ruptura de los 25 años que se fue del gobierno de la Revolución Ciudadana, llevando a dos o tres rugrats con ella, porque en 2011 Rafael Correa metió las manos en la justicia para romper con el perverso y corrupto sistema que todos conocíamos; regresó en 2018 para hacer exactamente lo mismo, meter las manos, para devolver el sistema a ese estado de podredumbre que motivó su salida de la RC en primer lugar. Es toda una Ministra de la Paradoja.
Hay que darle el beneficio de la duda a esta muchacha. Es muy difícil que pueda atender todos estos asuntos a la vez. Así que, se ha dedicado solo al asunto que mejor rédito aparente le da. Perseguir al correísmo hasta la extinción jurídica (ya mismo humana) de todos los que comulguen, se muestren adeptos, hayan trabajado para ese periodo. Es aquí en donde el país debe detenerse y preguntarse seriamente: ¿qué clase de gobierno es el que tenemos, para el cual, la única agenda de política pública relevante en asuntos del Interior es la de exterminar a sus otrora, amigos? Es que la gente que nos gobierna es tan feudalista que, al puro estilo de lo peor de la época medieval, ¿es capaz de utilizar el aparato del Estado, solo para llevar a las cenizas a un grupo de seres humanos que antes fueron sus amigos? La ciudadanía en común sabe la respuesta de esto y por eso la credibilidad de Moreno es sólo superada por la de Lasso (contando desde la peor, claro está). Los medios de comunicación también lo saben y están contentos. Porque lo que hace esta Ministra es hacer “el tonto útil” con total felicidad. Ella y su marido (para todos los efectos), y sus amiguitos, y el propio presidente Moreno creen que eso los convertirá, al fin, en parte de esa socialité que tanto añoran. Sin querer darse cuenta de que cuando hayan terminado con su fascismo polite, serán usados como trapeador y recibirán el mismo o peor trato que el que ellos dan a sus ex amigos. Para muestra, pocos botones: Carlos Baca, José Serrano, Elizabeth Cabezas, Eduardo Mangas, Fernanda Espinosa, Augusto Barrera, Andrés Mideros, Fander Falconí. Todos “tontos útiles” que llevaron a la práctica la agenda fascista, dictatorial y derechamente kafkiana de las élites gobernantes (la banca y la oligarquía comerciante) y que después fueron despachados y “pordebajeados” (para hablar en el coloquial guayaquileñismo en donde se asientan esas élites)
El problema con todo esto es que, mientras la Ministra usa el poder del Estado para saciar su aparente sed de venganza, mostrando su verdadera calidad humana, el país pende de un hilo por la notoria incapacidad de la Premier de la República para mantener el orden al interior de las filas policiales a las que, en lugar de reprender y mantener a raya, felicita cada vez que muestran su lado más represivo (lo cual debería darnos terror a todos). Mientras la “Paula” se aprovecha de los recursos del Estado para encarcelar por cualquier razón a ex funcionarios del gobierno anterior, el desgobierno logra que lo peor del socialcristianismo salga a flote, la Viteri se declare en “guerra para alcanzar la paz” y tenga a su libre disposición, los recursos represivos del Estado, sin beneficio de inventario. Mientras MPR mal usa los bienes del Estado para irse de vacaciones, la Asamblea es una vergüenza.
El problema con todo esto es que habrá más personas inocentes que sufran de la delincuencia, de la falta de justicia; habrá más personas que no tendrán acceso a un verdadero país y sus derechos serán cada vez más ultrajados. Ninguna de las luchas por la igualdad de género, la nueva república, los derechos individuales, que supuestamente embanderaba la otrora Ruptura, hoy ID, mañana quien sabe qué, llegarán a buen término porque a ella, estas cosas, finalmente nunca le importaron.