La Asamblea Nacional dio una clase magistral de legislar para el pasado. No cabe duda que la agenda legislativa y política de la hegemonía económica e ideológica está en marcha con la venia de los partidos de la derecha más retrógrada: Alianza PAIS (cuyo bloque lo lidera María Paula Romo), CREO (con Guillermo Lasso decidiendo sobre el cuerpo las mujeres), PSC (con un Jaime Nebot pintándose de cordero para morigerar su conservadurismo), Pachakutik (de cuya naturaleza política ya no quedan dudas y su accionar explica su pasado) y los restos del MPD, ID y SUMA.
Ese bloque de derecha constituye la punta de lanza de toda la llamada “transición” política orquestada y monitoreada por cierta embajada, que cuenta con una oficina en Carondelet y decide qué se hace y qué no se hace en materia de legislación, administración y relaciones internacionales, donde además el “Primer Mandatario” ya no toca un pito.
Lo más llamativo de la histórica sesión del 17 de septiembre es que por cinco votos no se eliminó la penalización al aborto por violación. Hubo instantes en la votación que se electrizaron las almas y cuerpos de las mujeres por una oportunidad histórica para alcanzar un derecho universal y con eso acabar con un sistema de violencia institucional, estatal y político. No es menos cierto que los votos de Alianza PAIS fueron clave para acabar con esa posibilidad.
Como dice el catedrático Franklin Ramírez: “A pesar de tener la bancada legislativa más grande y una Ministra de la Política, cercana al feminismo, el oficialista AP -ahora de Lenin- conservó en gran parte el legado de su repudiado fundador: AP aportó al statu quo casi tanto como CREO del opusdeíco Guillermo Lasso”. Y acota: “Con su líder lejos, la Revolución Ciudadana es la fuerza que más aporta al bloque de la emancipación”.
La lista de quienes favorecieron el castigo penal contra el aborto dice mucho del “momentum” político del Ecuador y la calidad de legislación sobre temas y asuntos donde el debate público y mediático además de ser precario nos devuelve a esas disciplinas supuestamente partidistas. Y en el caso de la derecha queda claro que un voto se paga con otros favores y ante la ausencia de debate queda oculto el verdadero motivo de quienes se hacían pasar por progresistas.
Y en eso se inscribe el voto para la renuncia del tratado de la Unasur. Es inconcebible que la Asamblea Nacional, por 79 votos elimine un espacio de integración y un mecanismo que ha dado muchos y buenos resultados. Los argumentos son tan pobres como la misma interpretación que hacen de Prosur: la ideologización. Obviamente esto tendrá unas repercusiones a favor de la agenda de cierta embajada y colocará en el basurero de la historia a quienes han promovido -desde el odio y el prejuicio- un retroceso inconcebible para las necesidades elementales de la modernidad política del continente.
En este caso concreto también pasa como con otros asuntos de Estado: es tan fuerte la campaña mediática que los legisladores (como ya ocurre con los jueces) se someten a su designio sino luego quedan marcados o condenados al ostracismo.
Y por si fuese poco ahora también se votó a favor de que castigar penalmente el uso del suero de la leche con una intención sacramentada por Lenín Moreno el pasado viernes en Machachi frente a los grandes ganadores. Como solo hay dos o tres empresas que puedan procesarlo para fines comerciales entonces los pequeños productores quedan condenados, el medio ambiente afectado y en adelante solo la concentración del capital será el destinado al beneficio de un insumo para muchos fines comerciales que podrían abrir espacio a la pequeña industria.
En conclusión: tenemos una Asamblea Nacional al servicio de los grandes poderes económicos, las determinaciones de cierta embajada y con el beneplácito de quienes se llaman feministas y ocupan altos cargos en el Gobierno y al mismo tiempo deciden la transformación del país a favor de una restauración conservadora en todos sus niveles y dimensiones.

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