Moreno es número uno para rodearse de gente cómo él. Reyes Midas al revés. Todo lo que tocan lo convierten en miseria. Allí tenemos a los usurpadores que este gobierno ha tenido por Vicepresidentes, ambos puestos a dedo; la inefable ministra de Gobierno que, malentiende sus funciones y es ministra de la Policía, la Política, de Salud Pública, de Gestión de Riesgo, padre y madre a la vez; el ministro de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información que no entiende de Telecomunicaciones y peor de Sociedad, o siquiera, de información; el torerito resentido que, ahora lo sabemos, todo lo que tiene de inteligente lo viene heredando de su impresentable padre que es capaz de decir en televisión española que no es que los cadáveres en las calles de Guayaquil no puedan ser recogidos, sino que están siendo velados tres días, (porque así es el guayaco); y allí también encontramos al cuencano Paúl Granda.

Como muchos de estos Reyes Midas, este individuo ha creído toda su vida que su misión en este planeta ha sido ser Presidente de la República. Para eso, trazó una estrategia que incluyó ser Vice alcalde de Cuenca y luego Alcalde. En teoría, desde allí, tendría el camino abierto para ser elegido el gran Presidente. Historia más o menos parecida a la de la María Paula con ligeras diferencias. Ambos tuvieron la suerte de que se “encontraron” con Rafael Correa y aprovecharon el minuto de fama que les daba el estar cerca de la Revolución Ciudadana. Por eso, en su tercera participación electoral (primero quiso ser Prefecto aunque sin éxito, luego logró ser concejal, cuando todavía se elegían la mitad de los concejales cada dos años) y de allí a la alcaldía de esa ciudad, cubierto por el halo de éxito de Alianza País.

Sus dotes como Rey Midas al revés se hicieron visibles durante los 5 años que gobernó la Atenas del Ecuador. Granda siempre ha sido incapaz de tomar decisiones. Sus cercanos siempre reconocen lo insoportable e irritante que resultaba trabajar con alguien que, ante problemas acuciantes de la ciudad, no quería tomar decisiones y dejaba que las tomen los demás, sin hacerse responsable de nada. Cierto es que hizo una que otra cosa durante 5 años que gobernó Cuenca. Uno que otro parque, una que otra calle, uno que otro festival. Nada significativo en realidad.

Lo que sí fue, fue un campeón de meterse en problemas. El primero, el circo social. Una carpa hecha al apuro, sin especificaciones técnicas que debió servir para espectáculos circenses de una iniciativa en la que lograron engatusar al mismísimo Circo del Sol y que no sirvió para maldita la cosa. Más de 1 millón de dólares destinados al proyecto que no quedaron en nada porque la carpa no tenía ni ventilación, ni baños, ni cambiadores, era de lona de camiones que lo convertía en un horno literal. Vamos, una miseria a toda regla.

Luego, siendo Alcalde en ejercicio demostró ser un político precario. Tan precario que perdió la elección de 2014, ante el mismo y también mediocre Marcelo Cabrera que, 5 años antes, salió por la puerta chica de la Municipalidad porque durante los 5 años que gobernó la ciudad hizo, literalmente 3 plazuelas en el centro y pavimentó calles. Y sería todo su legado. Con todas las de ganar, Granda perdió por la misma diferencia con la que le ganó 5 años a la “Chola”.

Pero la cosa no queda allí, sin duda, la gran miseria que hizo para esa bella ciudad fue dejar firmados los contratos de construcción del Tranvía, aun cuando (al menos eso se entiende) Cabrera le ganó porque prometió NO hacer ese tranvía. Al buen entendedor pocas palabras, si pierdes la elección porque tu contrario promete hacer justo lo contrario que tú; has de dejar pues allí y que el nuevo alcalde vea cómo resuelve el problema del transporte. Pero no. El chico Granda, empujado por quién sabe qué motivaciones, firmó los contratos e inició la apertura de la obra, dejando la ciudad, literalmente, partida en dos. Cabrera llegó y se hizo de la vista gorda durante 2 años. A don Marcelo le importó un pimiento verde maduro partido por la mitad que la ciudad se desmorone y se inventó un montón de artilugios inverosímiles para que la obra no avance. Así, enterró para siempre a Granda como actor político, incluso como ciudadano. El pobre chico ya nunca más podrá volver a Cuenca sin sentirse señalado con el dedo. Siendo honestos, tampoco lo puede hacer Cabrera porque la gente los ve como los grandes responsables de haber detenido la ciudad durante 6 años, con la diferencia de que Cabrera es, a los ojos de la gente, buena persona, divertido, amiguero y bueno para el trago. Justo lo que Granda no mismo es. Así se acabó el sueño de Paúl Granda de hacer Grande a Cuenca.

Pero la historia no termina allí. Resentido y enojado, logró que Ricardo Patiño lo coloque como consejero de la Embajada de Ecuador en España a donde viajó, para, en realidad, terminar de estudiar. Así, resentido y todo, logró una beca no oficial para un puesto de cualquier clase en Madrid y gracias a la cual, se gradúo. No queda muy claro cómo, pero al parecer, también aprovechó la buena remuneración que percibía para mantener contactos permanentes con Moreno, afianzando los lasos que los unían desde el ya mencionado circo social.

Si no, no se explica que Moreno lo nombre Ministro de Transporte y Obras Públicas. No sé si es suficientemente visible la ironía. La única persona que, para resolver el problema del transporte en una ciudad intermedia, creó una solución que, pudiendo ser buena, arruinó el comercio, la vida comunitaria, la producción en toda la ciudad fue nombrado ministro de los Transportes de todo el país. Cuando se lo mira en retrospectiva se entiende que Moreno claramente estaba diciéndonos cuánto le importaba, desde que asumió el poder, resolver los problemas del país: un pimiento verde maduro partido por la mitad.

Luego lo pasaron a la Secretaría de la Política y su capacidad fue tan buena y reconocida que terminaron por eliminar esa secretaría para que la asuma la gran María Paula, como una de sus miles de ocupaciones. Y creo que no hay nada más que decir de este paso.

Su paso final ha sido presidir la organización pública más complicada, compleja e imposible de gestionar. Que lo hayan puesto como presidente del Consejo Directivo del IESS es la ratificación de que Moreno le importa, como él mismo ha reconocido ya, un bledo el país. Es decir, de todos los de dudosa capacidad administrativa y política que lo rodean, escogió al que tenía fehacientes demostraciones de incapacidad. Y claro, Granda asume nomás porque es eso, o quedarse sin trabajo y vista la realidad, no le va a quedar más que quedarse allí hasta que Moreno lo saque, cosa que no parece que vaya a pasar.

Allí, este buen Rey Midas al revés se agranda una vez más y empieza a hacer lo que mejor saber hacer. No tomar decisiones de ningún tipo. De ningún tipo. No es que el IESS era una organización maravillosa antes de que llegue Granda, pero al menos funcionaba. Ahora ni eso. El descalabro del sistema de salud del IESS es más que notorio. La incapacidad para cobrar a los grandes deudores, las deudas acumuladas con prestadores privados, muchos de los cuales son de dudosa calidad, la precarización de las condiciones de los hospitales antiguos y el desprestigio de los nuevos, construidos, oh sorpresa, durante su otrora ídolo Correa, le van pasando factura desde el año pasado, la entrega impune de los hospitales de la costa como cuota política, incluyendo el hospital Teodoro Maldonado de Guayaquil a los Bucaram, los cuales, con esa sola organización tienen su basta y sobra para no hacer ni decir nada de nada en contra de Moreno.

Finalmente le estalla la bomba en la cara. Lo de las mascarillas es solo uno de los miles de ejemplos de su incapacidad manifiesta. Este no parece ser un hecho fortuito, se nota que se hace público por la pandemia y porque, al interior, debe haber gente que está harta de ver la desidia y la forma tan incompetente de resolver los problemas que tiene el IESS en todo el país.

Vista así la realidad, se entiende que Moreno quiera, desesperadamente, nombrar un fideicomiso privado al que vayan los patricios guayacos para que se repartan el botín de la explotación de la clase media ecuatoriana (ya venida a menos por 3 años de decisiones económicas orientadas a mantener felices a las plutocracias que mantienen en el poder a Lenin) porque en lo que queda del Estado y su estructura de organizaciones públicas solo hay miseria ocasionada por la forma tan incompetente de gobernar, porque todos son reyes Midas al revés. Granda es sólo el último de los ejemplos en salir, pero no será el último. Mientras tengamos esta pandemia colgando cual espada de Damocles sobre nuestra gente, y siga este gobierno, tendremos muchas más oportunidades para ver lo que hace con el Estado, la mediocridad con iniciativa.

Por Editor