Arturo Belano

Nueve meses de gobierno de Lenin Moreno y su mayor (único) resultado en la materia de luchar contra la corrupción es haber encarcelado, en un proceso judicial lleno de huecos e inconsistencias jurídicas, al ahora ex Vicepresidente Jorge Glas, con un guion calcado al de Brasil, con el que condenaron al Ex Presidente Lula da Silva, sin pruebas y solo con las afirmaciones de un supuesto corruptor a quien luego no condenan. Y este es su mejor (único) resultado porque los procesos de Petroecuador fueron iniciados en el periodo del Ex Presidente Rafael Correa. No es ningún mérito el haber repatriado a CAPAYA, cuando no aportó nada significativo en el proceso contra Glas y ahora, resulta inocente en uno de los procesos en su contra por toda la olla de grillos que resultó Petroecuador en su periodo, tanto ministerial como gerencial.

A parte de este dudoso «éxito» solo hemos presenciado una retahíla de denuncias lanzadas porque sí, que buscan efecto mediático inmediato, que marcan una supuesta distancia con el gobierno de Correa, que quedan en el aire porque carecen de sustento técnico o legal o ambos y que luego se olvidan. Sin embargo, en el mismo periodo vemos cómo se acumulan denuncias en otros sectores gubernamentales y en otros niveles de gobierno. Véase como ejemplo, la forma en la que se desvaneció jurídica y mediáticamente, el caso Metro de Quito, en construcción por la misma Odebrecht, o la forma misteriosa con la que el Ex Ministro de Inclusión Económica y Social adquirió una vivienda de más de USD 350 mil sin mayor explicación. Tampoco es un éxito la aprobación en la Consulta Popular de la muerte civil para los condenados por corrupción, máxime cuando solo sirve para el futuro, pero abre el camino a una postulación, esta sí, indefinida de personajes tan nefastos como los Bucaram.

Es lo único que hay. El efímero Frente de Transparencia solo fue una cortina de humo, reconocida por el propio Ex Secretario General de la Presidencia, Eduardo Mangas y nunca negado por el Presidente Moreno. De ese frente salieron un conjunto de iniciativas que pudieron haber sido interesantes, aunque eran reiterativas sobre las acciones que ya se venían realizando y que entendían la lucha contra la corrupción como un asunto meramente judicial y poco decían sobre los mecanismos de prevención. Mejorar estos mecanismos incluyen las medidas (muchas o pocas) que impulsó el gobierno del Ex Presidente Correa y que han tenido relativo reconocimiento regional, como el sistema de compras públicas, o la reforma de la UAFE que fue obra de ese periodo de gobierno y que hoy pareciera que se quiere usar, solapadamente, como instrumento de persecución.

Sin embargo, no se mira a la corrupción como un asunto de toda la sociedad, como si la corrupción fuera un problema del directivo público de izquierda. Nada se dice de la corrupción del sector privado que evade impuestos, no paga salarios, coloca sus capitales fuera del país. Tampoco se dice nada de los directivos públicos cuando son de derecha y generan políticas públicas para favorecer a las élites y cometen las mismas prácticas dolosas que solo se endosan a la izquierda, posicionando así en el imaginario social la idea de que: privado corrupto es igual a empresario honesto, directivo público de derecha corrupto es igual a perseguido político, directivo público de izquierda corrupto es igual a que todas las personas de izquierda son corruptas.

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