No solo es el Acuerdo Ministerial 179 del ministro Oswaldo Jarrín la prueba del sentido que adquiere el autoritarismo neoliberal del régimen de Lenín Moreno Garcés. El “uso progresivo de la fuerza” se aplicó en octubre de 2019 para reprimir a protestantes pacíficos que se defendieron de la arremetida policial primero y de las FF.AA. después. El exceso y el abuso de policías y militares fueron marcados y denunciados por organismos internacionales de defensa de los derechos humanos, a los que Jarrín exigió pruebas.
El autoritarismo morenista quedó institucionalizado tras la consulta popular de febrero de 2018, que armó una arquitectura jurídica perversa impulsada por Julio César Trujillo desde el Consejo de Participación y Control Social, entidad desde la cual incluso se violentó la Constitución, porque el inefable “jurisconsulto” se atribuyó poderes constituyentes y, por ende, autoritarios, dictatoriales y persecutorios.
Quienes ahora se resienten y hasta denuncian ese acuerdo ministerial son los que convirtieron en monumento vivo a Trujillo: MPD, Pachakutik, Democracia Sí, Partido Socialista, Partido Comunista, CREO, PSC, Fuerza Ecuador, Alianza PAIS, Conaie, FUT, UNP y sin duda AER, AEDEP y la Asociación de Canales de Televisión. Ese grupo también lo integran las voces de la cultura, la militancia política y la sociedad civil que respaldaron el latrocinio de Moreno y Trujillo, llamando votar siete veces sí. Y, por supuesto, no se puede descontar a la “banda organizada” de portales y periodistas operadores de la USAID en el país. Ya es por demás conocido el rol jugado por “periodistas” en portales como 4Pelagatos, Mil Hojas, La Posta, Plan V, Código Vidrio, entre otros. Ellos actúan al amparo de la impunidad que les da la Ley Orgánica de Comunicación por ser medios digitales y por la protección y la pauta oficial (nacional y extranjera) que reciben.
Ese autoritarismo tiene tentáculos y brazos ejecutores para crear falsos positivos, seguramente atentados forjados para inculpar a inocentes, y también para provocar incendios, al estilo de la Contraloría, como indican los viejos manuales denunciados por Philip Agee, en los años sesenta cuando, en Ecuador, explotaban bombas para acusar a los comunistas de entonces.
Durante tres años lo dijimos desde Ruta Krítica, y también lo han señalado otros actores políticos y personalidades del campo cultural y académico, muchos de ellos en silencio o bajo el pedido de anonimato. Algunos ahora han salido a decirlo abiertamente: en estos años de gobierno ha habido miedo y persecución soterrada y abierta. Y, además, como sin duda alguna lo advirtieron, incluso con pruebas, Rafael Correa y Jorge Glas, el régimen pactó con la banca, los empresarios, los Bucaram y otros. Ahora es evidente, como lo demuestran las denuncias de corrupción de las últimas semanas.
El autoritarismo neofascista del régimen de Moreno se manifestó, igualmente, en la creación de listas de antiguos funcionarios del gobierno de Rafael Correa, y en la búsqueda de allegados al correísmo. No dejaron de lado la pesquisa en redes sociales. Bastaba con tener una foto con Correa o haber estado en algún evento público del exgobierno para ser separado de la función pública.
Muchos miran para otro lado, pero la persecución y encarcelamiento a los altos dirigentes de la Revolución Ciudadana sola fue una advertencia para los demás. El mensaje fue claro: si se oponen tenemos a la Fiscalía, Contraloría y organismos de seguridad e inteligencia para levantar auditorías, exámenes especiales, prisiones preventivas o juicios con pruebas y testigos forjados.
No nos vengan a decir que Moreno se derechizó y traicionó (no a su plan de gobierno o a Rafael Correa, lo cual es indiscutible) sino a quienes le aplaudieron -en su momento- la mal llamada “toma de distancia” de la Revolución Ciudadana, lo cual no fue más que una puñalada por la espalda al ideario por el cual fue electo presidente. Ahora, aparece Gustavo Larrea para señalar a Alianza País como la organización responsable de toda esta debacle. ¡Como si él no hubiera aupado los pactos, componendas y negociados! ¿Acaso se olvida de sus eternos nexos con el PRE? ¿Acaso le extraña el comportamiento de Moreno? Alguien que ha dado demasiadas demostraciones de su falsía, que no ha dudado en fraguar pruebas o en incumplir ofrecimientos humanitarios, como cuando dejó que asesinaran al equipo periodístico de El Comercio en Mataje. Y seguirá pasando porque, como dice un refrán popular, “Quien traiciona una vez, traiciona siempre”. Y Moreno no tiene escrúpulos. Tampoco quienes lo acompañan en la destrucción del país.
Ahora que la rabia popular se expresa, a pesar del confinamiento, del estado de emergencia y del toque de queda, surge el Acuerdo Ministerial 179. Una demostración más del brutal autoritarismo neoliberal del morenismo. Los estrategas de la represión saben que sembraron un polvorín con el desastre sanitario, por su incapacidad para atender la emergencia y también por el paquetazo que no atiende la pandemia sino las obligaciones con el FMI. Y frente a la indignación, ellos no tienen mejor respuesta que tirar a matar.