Pedro Pierre       

En días pasados alguien escribía: “Si la migración forzada es una injusticia, la xenofobia es un crimen”. Lo vemos claramente ahora tanto en las Américas como en Europa. Nos entristecen profundamente las caravanas de miles de gentes que cruzan Centroamérica y nos avergüenzan sumamente las palabras y actitudes del presidente Trump. Por estas razones hay que proclamar bien en alto que “Ningún migrante es ilegal” y que hay ‘extranjeros en su propia tierra’.

  1. “¡NINGÚN MIGRANTE ES ILEGAL”

Ese es el lema a favor de los migrantes frente a las calificaciones de indocumentados, ilegales, extranjeros, refugiados: “¡Ningún migrante es ilegal!” Pues la tierra y sus bienes son de todos. Desde que nuestros primeros antepasados salieron de África, todos somos el resultado de migraciones que nunca han parado a lo largo de la historia de nuestro planeta. Estados Unidos es el ejemplo más recién: el territorio de lo que es hoy América del Norte ha sido invadido hace apenas 250 años por migrantes europeos -a veces de la peor calaña- que eliminaron a físicamente sus ocupantes milenarios.

Ahora se nos habla de 4 caravanas de migrantes centroamericanos que viajan a Norte América huyendo del hambre, la miseria, la violencia, los asesinatos estatales, la falta de seguridad, de empleo, de condiciones mínimas de vida digna… situación provocada por los mismos Estados Unidos, por gobiernos apoyados por ellos, por un sistema capitalista impuestos por el imperio norteamericano. Estos migrantes van a buscar en Estados Unidos lo que se les robó, en definitiva lo que es de ellos… En las Américas en particular, las fronteras han sido inventadas para separar los pueblos, oponerlos los unos a los otros, asegurar la dominación de unos pocos sobre los demás, organizar la explotación por parte de las multinacionales e instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), OMC (Organización Mundial del Comercio), BM (Banco Mundial), BID (Banco Internacional de Desarrollo), etc.

Acaba de darse en México el 8° Foro Social Mundial de las Migraciones frente al actual desastre humanitario de dimensiones nunca vistas antes. Su lema era: «Migrar, resistir, construir y transformar». Dentro de un mes la ONU (Organización de las Naciones Unidas) está convocando a los países del planeta para lograr un ‘Pacto Mundial’ que promueva una migración “segura, ordenada y regular”. Al Foro Social de las Migraciones, el papa Francisco ha enviado un mensaje particularmente frontal. Advierte el papa que no nos podemos limitar a denunciar las injusticias y sus responsables sin promover medidas que las van contrarrestando y superando: todos somos cómplices, directa o indirectamente, de estas migraciones que hoy se vuelven inmensas caravanas de decenas de miles de gentes y familias enteras. Hace notar el papa que «migrantes, refugiados y desplazados son ignorados, explotados, violados y abusados en el silencio culpable de muchos… La ‘cultura del descarte’ se ha vuelto una enfermedad ‘pandémica’ del mundo contemporáneo… Hay maldades que extirpar, injusticias que arrasar, discriminaciones que destruir, privilegios que derrocar, dignidades que reconstruir y valores que plantar”. Recuerda el papa que las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos populares, están invitados «a comprometerse para promover una repartición de responsabilidades más equitativa en la asistencia de los solicitantes de asilo y refugiados».

En este tiempo en que ya los grandes almacenes nos manipulan para hacer una Navidad de derroche, ¿qué vamos a hacer, individual y organizadamente, para que nos solidaricemos tanto con migrantes como con las y los que son demasiados pobres para migrar…?

  1. ‘¡EXTRANJEROS EN SU PROPIA TIERRA!”

La migración venezolana es la gran noticia nacional e internacional para hacer quedar mal al presidente Nicolás Maduro. Dicen los periódicos y medios televisivos que salieron 1’500,000 venezolanos: una cifra que llama la atención. Saquemos cuentas con lo que pasó en Ecuador con el feriado bancario del principio del milenio por obra y gracia de Jamil Mahuad y de los banqueros como también de los asambleístas de derecha que decidieron que el Estado se hiciera cargo de las posibles bancarrotas: ¡una invitación a declararse ya en bancarrota! Lo que hicieron. Por una parte, el Estado tuvo que devolver a los ecuatorianos perjudicados 7’000 millones de dólares que se sacaron de nuestros bolsillos: ¡el equivalente, en esa época, del presupuesto anual del Estado! Por otra parte ese mismo año, por la crisis provocada tuvieron que migrar 3 millones de ecuatorianos, o sea, la 1/4ª parte de la población. Hagamos una comparación con la migración venezolana. Actualmente en Venezuela la población es de 32 millones de habitantes. La cuarta parte representa 8 millones de personas: estamos lejos del millón y medio de migrantes sobre más de un año. Se entiende que no se puede aprobar ni justificar la migración forzada.

Se dice también que en Ecuador hay unos 250,000 venezolanos cuya mayoría vive en condiciones muy precarias… A lo mejor por ser nosotros un país dolarizado se les hizo creer que aquí éramos muy cerca del paraíso. De allí viene la dificultad de acogerlos con gran generosidad ya que el desempleo, la pérdida de puestos de trabajo y el aumento de la pobreza están a la orden del día. Y según se ve en la proforma presupuestaria de 2019, se está bajando las entregas a la salud, educación, alimentación y otros rubros sociales. Se ve eso en la percepción de los ecuatorianos de los cuales “59% temen perder su empleo” según un estudio de la Corporación Latinobarómetro.

Ahora hablemos de “los extranjeros en su propia tierra” como son los indígenas, los negros y los pobres en general, ya que 18 familias ecuatorianos poseen más de la 3/4ª parte de las riquezas del país. Los que eran y son en derecho los dueños del Ecuador, o sea, los indígenas, son actualmente en su mayoría los más pobres del país: ¡qué escándalo! Y la población negra viene después, descendientes de los 40 o 50 millones de esclavos traídos desde África: ¡otra vergüenza! porque tenemos una gran deuda con todos ellos. Consciente o inconscientemente somos cómplices de tales injusticias: Ecuador, país de las grandes desigualdades en un sistema neoliberal que las está aumentado. ¡Ecuador, país ‘católico’, que no vivimos el compartir ni la igualdad! ¿Cuándo veremos obispos y nuncios sentados en las mesas de los pobres? Eso sí que sería una gran y buena noticia: ¡Hay Proaño, cuán lejos estás, indio en medio de los indios! Y tú, Jesús, nos vuelves a decir: “He tenido hambre y me dieron de comer, estaba encarcelado y me visitaron, era extranjeros y me acogieron… o no me dieron de comer, no me visitaron, no me acogieron…” porque el juicio final es ahora, en la realidad de hoy.

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