La renuncia del vicepresidente Otto Sonnenholzner marca el inicio de una campaña electoral tramposa y los preparativos para el escape del Presidente Lenin Moreno, gobernante incompetente y corrupto, autor del desastre económico, político, social y moral del Ecuador.

Sin inmutarse, en su intento de ganar las elecciones presidenciales próximas,  como si ninguna relación tuviese con el gobierno morenista y la triste situación que vive el Ecuador, el renunciante Sonnenholzner ofrece trabajar, desde fuera, “en un camino que nos lleve lejos de la inequidad, el hambre, el desempleo y la corrupción”.

Y en un malabarismo lingüístico, creyendo que los ecuatorianos sufrimos de grave amnesia colectiva dijo, en su mensaje de despedida, que se esforzará para “lograr una sociedad justa, próspera y equitativa”, sin olvidarse de atacar, aunque fuera de lugar, a “un modelo fracasado que tiene sumido en la pobreza y desolación al pueblo venezolano”.

En el colmo de la ironía, agradece al Presidente  – de quién dice es una buena persona – por haberle permitido trabajar y “dar los primeros pasos para sacarnos de ese modelo fracasado” y Moreno, con irredento cinismo, le devuelve las lisonjas ponderando los servicios y el aporte conjuntamente logrado “en la lucha contra la corrupción”. 

Ese discurso mentiroso y tramposo, aprendido y mejorado durante los 18 meses de cogobernar con el  maestro de la impostura y la traición,  permite ver con claridad meridiana lo que espera al Ecuador, si en mala hora, el heredero del imaginario exitoso modelo cuántico, causante del desastre nacional, llegare a la Presidencia de la República.

Lo dicho tiene sentido si conocemos que alrededor de Sonnenholzner, impulsando un proyecto llamado “Presidenciables por el verdadero cambio de la libertad”, aparecen el ex Vicepresidente Alberto Dahik, el dirigente socialcristiano Luis Fernando Torres y el infaltable César Montúfar, ofreciendo  realizar un gobierno que garantice salud, educación, libertad y otros beneficios sociales, en la clásica línea demagógica de empresarios electoreros.

Y, en concordancia con el pronunciamiento del renunciante Vicepresidente, convocan a una cruzada electoral que combata  “el narco-chavismo, el hiper estatismo y al neo –marxismo disfrazado de progresismo”  y, de paso, defienda “la vida, familia, la propiedad privada y las tradiciones de nuestra cultura”; proclama que recuerda a los fanáticos  falangistas de mediados del siglo pasado, propagandistas de Tradición, Familia y Propiedad.

¿Torres actúa a nombre del partido o por su propia cuenta?  Eso lo sabremos cuando Jaime Nebot fije públicamente la posición de socialcristianos o maderas de guerrero. No obstante, si lo desautoriza  ¿Estaremos frente a una división del socialcristianismo? Caso contrario, tampoco sería sorpresa,  fortalecería la candidatura del gobierno, al fin y al cabo, fueron cogobernantes y  socios.

Entre tanto, el banquero Guillermo Lasso, que va por su tercer intento, aspiraba usufructuar de la deserción política de Nebot y sumar  adhesiones con los seguidores de la Lista 6, más deberá esperar impaciente la decisión oficial socialcristiana para medir el alcance de sus menguadas aspiraciones.

El reincidente aspirante presidencial, otra ficha electoral movida desde el oficialismo para protegerse, pretende impunemente distanciarse del peor gobierno de la historia ecuatoriana, tras haber sido  el poder tras el poder, que le sirvió para incrementar su incalculable fortuna, bien protegida en los paraísos fiscales.

Lasso ha demostrado ser un insatisfecho crónico y  ambicioso redomado, solo así se explica que, so pena de sufrir una nueva frustración, insista en llegar a la Presidencia como culminación de un capricho riesgoso – ególatra al fin – de elevar su fortuna y, en esa desesperación, comete exabruptos demagógicos, pretendiendo engatusar a los electores, como aquel de ofrecer  “salvar al país del desastre en los primeros cien minutos de gobierno”.

En el ajedrez político actual ¿Cómo va a jugar el régimen tras la salida de Sonnenholzner? Se habla, insistentemente, de María Paula Romo como la ungida Vicepresidente, pero más allá de nombres, el requisito fundamental que debe cumplir, la o el escogido, es una lealtad a prueba de bala que garantice cubrir la fuga de Moreno, librándole de prisión segura; así como, tratar de impedir, a cualquier costo, el triunfo del constituido frente “Unión por la Esperanza”, punta de lanza de la Revolución Ciudadana.

El Presidente, sus ministros y colaboradores, operadores de injusticia, así como esa amplia gama de partidos y grupos fácticos unidos a movimientos sociales que asaltaron el poder para saquearlo, reflejan su pánico en cada paso que dan, incluso rompiendo la constitución, para impedir que el ex Presidente Correa participe en los próximos comicios y, de ese modo,  quedar libres de la justicia.

La ceguera y el odio visceral no les permite percatarse, o se niegan a admitirlo, que mientras  más le persiguen, mientras más zancadillas le ponen, mientras más inventan calumnias y le empapelan; su figura y la de su movimiento crecen en el favor de la gente agradecida de los derechos gozados en la llamada “Década ganada” y aumenta también el rechazo al régimen debido a las dolorosas  penurias  vividas  a causa de su incompetencia, insensibilidad y entrega al inhumano modelo económico neoliberal.

La constitución del frente “Unión para la Esperanza”, que proclama la devolución de “derechos, dignidad y sentido de futuro al Ecuador”, es una  saludable vacuna para enfrentar el devastador virus  derechista – propiciador de esta campaña electoral tramposa destinada a salvar a Moreno y asociados – porque es el germen de cohesión de los progresistas ecuatorianos,  temor de los asaltantes de la Patria, seguros maquinadores de un fraude electoral, única posibilidad de mantenerse en el poder, escapar del odio popular y las inevitables sanciones legales, ganados con mérito propio.

Así van las maniobras de escape de Moreno.    

Por Editor