No solo son las encuestadoras que colocan a Guayaquil y la gestión de su alcalde como si en esa ciudad habrían desaparecido todas las desigualdades, la pobreza y los servicios públicos fuesen de primera calidad. Claro, queda la duda de si efectivamente los guayaquileños están súper conformes con la vida que llevan o son víctimas también del aparato mediático que oculta debajo de sus portadas y noticieros las lacras y la precariedad social. Lo cierto es que a nivel nacional, ahora más que nunca, las élites económicas allanan el camino para la candidatura presidencial de Jaime Nebot en el 2021. Y dentro de esas élites ahora participa el gobierno nacional con sus ministros de “izquierdas” y derechas.
Ese conjunto de acciones pasa, por ejemplo, por enfatizar cansonamente de que vivimos la peor crisis de la historia, de que el modelo “socialista” fracasó, la corrupción de ahora y siempre es de absoluta responsabilidad del correísmo y la única salvación es someternos al neoliberalismo, a los dictámenes de la potencia del Norte y dejar de lado cualquier integración que huela a bolivarianismo o soberanía.
En ese esquema desaparece toda sospecha de los amigos, socios, compañeros o empleados de Nebot. Charly Pareja Cordero, abogado de Odebrecht y de algunas empresas que sirven al alcalde de Guayaquil, no existe en el listado de corrupción. ¿El dinero en paraísos fiscales del máximo líder socialcristiano es producto de su sueldo como alcalde? ¿Hay algún indicio o pista que hable de los negocios que le permitan tener esa fortuna? ¿El modo de manejar la justicia en Guayaquil es ajeno a su influencia, incidencia y obsecuencia?
No, todo en Nebot es límpido. En su pasado no cuenta su condición de gobernador en el régimen que más violaciones a los derechos humanos registra la historia. Mucho menos aparece ya en su historial cómo se hizo el contrato de la avenida Perimetral de Guayaquil y de qué modo ese negocio favoreció la plusvalía de los terrenos de sus amigos y colaboradores.
Aunque el inventario es largo los obedientes de ahora lo ponderan como la tabla de salvación ante todos nuestros males. Y con su influencia en el gobierno actual, la amistad “histórica” con Moreno, el círculo cercano (empezando por la esposa) que parecería tomar decisiones después de la venia de Nebot y el toma y daca en algunas acciones de carácter político en la Asamblea y en el discurso de odio contra Rafael Correa -desde el mismísimo Presidente de la República- el lavado de imagen que recibe el más “exitoso” alcalde de la ciudad más desigual y con crecientes índices de pobreza y desempleo sigue su marcha sin freno.
Con sus debidas distancias y salvando las proporciones esto tiene el mismo patrón de comportamiento tras la caída de Abdalá Bucaram, la llegada del interino Fabián Alarcón y el arribo victorioso de Jamil Mahuad, con el apoyo decidido de Nebot y León Febres Cordero, todavía vivo en aquellos años. Y ya sabemos en qué devino el pacto socialcristiano, socialdemócrata y democratacristiano. Pero sobre todo qué papel jugaron en esa etapa las “izquierdas”, los medios y las élites quiteñas.
No cabe duda que la historia da vueltas, a veces sobre su propio terreno. Por tanto, Nebot no tiene asegurada la presidencia; las élites se pueden equivocar de nuevo y, sobre todo, hay unas fuerzas subterráneas que solo se expresan en los períodos de mayor énfasis político y ni los medios ni las encuestas y menos los ilustrados periodistas de radio y televisión advierten nada. Es más, por ahora estamos en una coyuntura donde no hay un solo indicio de que la marea, en su corriente profunda, nos lleve hacia un neoliberalismo crudo y duro, porque hay resistencias que en su momento se expresarán del modo más adecuado.