Algo nuevo está pasando. Los levantamientos en América Latina anuncian nuevos y mejores tiempos. ¿Entendemos lo que está pasando? Es el parto de los Pueblos para una mejor historia. Así lo entiendo yo. Consecuentemente tenemos que ubicarnos o mejor reconocer que ya nos hemos ubicado. He aquí unas reflexiones que pueden ayudarnos entender lo que está pasando y con quienes tenemos que ubicarnos porque, su somos conscientes y decididos “No vamos adónde no queremos ir” sino: “Nos dejamos llevar adonde a otros les conviene”. Según mi parecer estamos en el proceso de la 2ª Independencia de América Latina.
La 1ª Independencia fue por haber botado a los colonizadores españoles de nuestro continente. Pero el primer día del cambio no fue más que el primer día… de lo mismo, con otros colonizadores, o sea, los que se aprovecharon de la ida de los españoles. Las estructuras colonialistas se cambiaron en estructuras capitalistas, más o menos parecidas a las anteriores, controladas y manejadas por los nuevos ricos, nuevos explotadores, nuevos hacendados, nuevos empresarios, nuevos comerciantes, nuevos banqueros, nuevos dueños de los medios de comunicación… a costa de los mismos pobres de la ciudad, del campo y del páramo, esclavos empobrecidos, lo que más se puede. Esta historia dura desde la 1ª Independencia.
Ahora los pobres de la ciudad, del campo y del páramo dicen: “¡Ya basta!” y han comenzado a organizarse no solamente para pedir respeto y derechos sino para cambiar el sistema capitalista inhumano por la explotación de las personas y de la naturaleza. Esta 2ª Independencia comenzó con Cuba hace 60 años. Siguieron Nicaragua, Panamá, Honduras, Venezuela, Paraguay, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, México… Unos cayeron por las sucias maniobras del gobierno de los Estados Unidos y la complicidad de las oligarquías nacionales. Otros se mantuvieron. Todos están en esta lucha, más especialmente Ecuador, Bolivia y Brasil que logro la libertad de Lula.
Pero esta 2ª Independencia es parte de una lucha planetaria: la 3ª guerra mundial ha comenzado desde varios años y son los países árabes del Medio Oriente que pagan el precio más alto, porque intervienen militarmente Estados Unidos, Europa e Israel, de un lado y Rusia del otro. La dominación de América Latina se organizó mediante la creación de grandes instituciones que protegen y aumentan sus riquezas y dominaciones de estos países. Están la ONU (Organización de las Naciones Unidas) porque tienen derecho de veto los 5 miembros fundadores, la OEA (Organización de los Estados Americanos) bajo el mando de Estados Unidos y la complicidad de su presidente uruguayo Almagro, la OMC (Organización Mundial del Comercio) para organizar los préstamos y las deudas que no son más que robos disfrazados, el Banco Mundial y el Banco Internacional de Desarrollo que son formas muy eficaces de saqueo…
Nos hicieron creer que no había mejores soluciones que las que nos imponían, al mismo tiempo que nos presentaban como panaceas un conjunto de falsedades que aceptamos y que protegían sus intereses y ganancias: un mundo de fantasías con los supermercados y los malls, un mundo de consumismo enfermizo promovido por las propagandas y el crédito fácil, un mundo de individualismo tenaz donde cada cual cree es el camino seguro de la superación y la felicidad, un mundo irreal con los regalos de tabletas y otros aparatos digitales, un mundo materialista donde la religión no fuera necesaria, un mundo de paz engañosa porque es la paz de los esclavos o de los cementerios…
Los gobiernos progresistas de las 2 primeras décadas de este siglo 21 lograron abrir grandes brechas en estos esquemas capitalistas y hacernos ver que otra organización social es posible, otra economía es factible, otra cultura es mejor… peor no sustiruyeron el sistema capitalista. Mantuvieron marginadas del poder a las oligarquías nacionales, controlaron la economía, desvelaron las mentiras de los grandes medios de comunicación social, sacaron -en el caso de Ecuador- a la base naval norteamericana de Manta, lograron un mejor reparto de la riqueza nacional, hicieron grandes obras sociales y de infraestructuras nacionales, devolvieron dignidad y autoestima a millones de ciudadanos de a pie…
Pero esta ‘Casa nueva y grande’ tenía muchas partes configurada por el capitalismo: una cultura de la corrupción generalizada, una democracia o participación popular débil, unas fuerzas armadas y policía con ideología burguesa sin apoyo popular, una educación de corte capitalista que no promovió una mentalidad crítica, unas religiones de corte tradicionalista en el caso de la Iglesia católica o fascista en el caso de las Iglesias evangélicas, unos medios públicos de comunicación demasiados cortos para dar a entender la realidad y los desafíos actuales, unas organizaciones sindicales y populares sin grandes bases ni protagonismo, unos partidos de izquierda siempre listos para pactar con la derecha para sacar intereses particulares… ¿Y los cristianos? Mayoritariamente refugiados en nuestros templos, sacristías y curias, muy desligados de la realidad nacional, alejados de los pobres o paternalistas con ellos, sin palabras de denuncia ni de esperanza, sin un proyecto liberador inspirado en el Reino ni una espiritualidad transformadora, unos 4 pelagatos empeñados en construir en cada provincia la Iglesia de los pobres…
Por estas razones las oligarquías regresaron con fuerza en la mayoría de los países por la fortaleza de sus estructuras capitalistas, la complicidad de los corruptos que se volvieron traidores a la causa de los pobres, la indiferencia masiva de los individualistas, consumistas y materialistas, la pasividad de muchos jóvenes, el apoyo silencioso del clero católico y evangélico al statu quo de las derechas…
En esta coyuntura surgen los levantamientos en la mayoría de los países latinoamericanos: regresan los Fernández en Argentina, protestan los jóvenes en Chile pidiendo una nueva Constituyente, se levantan los pobres de Haití, Puerto Rico, Honduras, Perú, Brasil logrando la libertad de Lula, gana AMLO (Alberto Manuel López Obrador) en México… Por todas partes gritan: “¡Fuera todos, fuera!”, fuera los partidos políticos con sus politiquerías, fuera los gobiernos y sus funcionarios corruptos, fuera los organismos de justicia que se compran y se venden al mejor postor, fuera los sindicatos podrido, fuera las Iglesias…
Las protestas tienen propuestas, tal vez dispersas, sin grandes líderes fuera de Correa, Lula, Evo… Por eso los oligarcas, sus partidos, sus partidarios y sus organizaciones paramilitares aprisionan, destruyen, condenan, satanizan a todo que huele a Correa, a Lula, a Indígenas, a pobres. Por eso que buscan arrinconar a las mujeres en la cocina, la cama y la casa o simplemente matarlas. Por eso se cierran a los jóvenes los cupos en las universidades o se les niega un empleo haciéndoles creer que “¡tú, sí puedes salir adelante siendo macho, estudiado, pero obediente y tranquilo!”. Por eso descalifican al papa Francisco que califica de perverso y criminal al sistema capitalista, defendiendo a los pobres, clamando por los migrantes, animando a los movimientos populares, gritando por la destrucción de la Amazonía y de sus pueblos…
¿Dónde nos ubicamos? si nos decimos humanistas, cristianos, ambientalistas, miembros de ONG y de proyectos caritativos o de desarrollo… Ya no se puede quedar indiferentes o de brazos cruzados: O somos solidarios de las luchas de los pueblos o somos cómplices de los oligarcas asesinos. Ya no podemos ni engañarnos ni engañar a los pobres, porque ya hemos tomado partido.
O vamos adónde queremos ir juntos o nos dejamos llevar adónde a otros les conviene. No hay más alternativas.