Por Juan Proaño Salgado y Jacques Ramírez Gallegos

Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza

Simón Bolívar

Hace poco inició la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas del próximo veinte de agosto en Ecuador. Como ya es usual, en esta coyuntura la guerra mediática contra la Revolución Ciudadana (RC) se intensifica. Así, distintos actores políticos, sociales, intelectuales, periodísticos y judiciales, radicalizan sus operaciones en la opinión pública, con diversas acciones e instrumentos coordinados de desinformación, para orientar e incidir en la decisión de los votantes. El objetivo no solo es derrotar al binomio de la RC, Luisa González y Andrés Araúz, sino, fundamentalmente, dar continuidad al proyecto de sociedad neoliberal que reestableció Lenín Moreno y profundizó Guillermo Lasso. Veamos.  

La disolución de la Asamblea Nacional por decisión del Ejecutivo, popularmente conocida como “muerte cruzada”, que conllevó la obligación de realizar elecciones inmediatas para ambas funciones del Estado[i], estuvo motivada por diversas razones. Destacamos sucintamente dos, diferenciadas por su visibilidad en el escenario político-mediático. Por un lado, la determinante presión y resonancia que supuso el juicio político contra el presidente saliente, quien estuvo a un tris de ser censurado por peculado y sustituido por un vicepresidente con nula gobernabilidad, en un contexto de graves acusaciones por supuestos vínculos de la mafia albanesa con el círculo familiar íntimo de Lasso. Y, por otro, el disimulado temor de sus aliados, solapados y manifiestos, frente a la vertiginosa deslegitimación social que este provocó, en menos de dos años, al proyecto político de acumulación económica que vienen sosteniendo las derechas desde la presidencia de Moreno. Al respecto, recuérdese la fenomenal victoria de la Revolución Ciudadana en las elecciones seccionales de febrero del presente año –ganando cincuenta alcaldías y nueve prefecturas— y, como contraparte, la descomunal derrota en las ocho preguntas propuestas por el régimen y sus socios en el referéndum constitucional.

Así, el actual proceso electoral se trastrocó, para antiguos y nuevos representantes de la reacción neoliberal ecuatoriana, en un “salvavidas” que posibilita rearticular las debilitadas fuerzas sociales conservadoras y relegitimar la propuesta política y económica de las élites, con falsos discursos de “orden y progreso” con austeridad fiscal y “mano dura”, dada la crisis de seguridad que arrasa al país. Incluso el gobierno, a pesar de su evidente capitulación política, avizoró en la “muerte cruzada” una oportunidad para impulsar, en el irrisorio tiempo que le queda, medidas que terminen de beneficiar a los sectores privilegiados que representa. De este modo, y más allá de cualquier matiz programático o simulación electoral, Otto Sonnenholzner, Fernando Villavicencio, Xavier Hervas, Jan Topic, Yaku Pérez y Daniel Noboa, son los actuales candidatos del establishment neoliberal nacional e internacional que compiten por ser los relevos de Lasso, Nebot, Noboa y Moreno, al tiempo que son promovidos por estos.

Esta “nueva” derecha forma parte de la “tradición” neoliberal ecuatoriana, que se reivindica utilitaria y tramposamente “antipopulista”, “antisocialista”, “antiestatista” y “anticorreísta”, solo con el fin de continuar capturando el poder político para: (1) privatizar al Estado y someter a la sociedad a los intereses del mercado; (2) claudicar la soberanía nacional en función de la geopolítica imperial estadounidense; (3) perpetuar la dependencia económica y el ajuste estructural endeudando cada vez más al país con el FMI; (4) profundizar la concentración de la riqueza e incrementar la pobreza sin salud, educación, seguridad, vivienda, ni trabajo digno para el pueblo; (5) engañar a la sociedad con discursos “anticorrupción” y  de “libertad”, mientras aplica políticas y diseña leyes en favor de los grupos de poder económico y de mafias enquistadas en el Estado, cercenando derechos y radicalizando la dominación de clase; y, para (6) perseguir, estigmatizar, reprimir y encarcelar a cualquiera que proteste, se oponga o denuncie su proyecto político de exclusión social y muerte, utilizando en su contra la Fuerza Pública, el aparato jurídico-político y los medios de comunicación hegemónicos. En definitiva, los remozados “cuadros” de la restauración neoliberal son y serán más de lo mismo, agentes de la miseria planificada, iguales o peores que Lasso y Moreno.

En este contexto, la guerra mediática[ii] se torna condición necesaria para la producción del consenso neoliberal contra la Revolución Ciudadana, en tanto proceso donde se activan y articulan diversos actores que llevan a cabo, directa o subrepticiamente, una guerra psicológica para incidir en las percepciones y creencias de los electores, como estrategia de contención de la conciencia y acción populares autónomas[iii]. Es decir, la sociedad es “bombardeada” a través de prensa, radio, televisión, redes sociales y aplicaciones de mensajería, con información y noticias falsas, sesgadas o descontextualizadas, mentiras, siembra de sospechas, denuncias espurias, escándalos, calumnias, rumores, difamaciones, censuras y terrorismo emocional de corte neofascista[iv], para intentar confundir su capacidad crítica y de razonamiento, interviniendo en las subjetividades, distorsionando y manipulando los hechos y datos de la realidad según protervos intereses.

Retomando a Noam Chomsky[v], la producción del consenso es un “modelo de propaganda” que sirve para movilizar y dirigir la opinión pública por medio de campañas mediáticas permanentes en relación con los requerimientos políticos del orden social hegemónico. Dicho consenso es factible debido a la estructura concentrada de la propiedad de los medios de comunicación[vi], que monopolizan el poder informacional y actúan como un sistema de transmisión de mensajes y símbolos con el fin de modelar al ciudadano promedio, difundiendo relatos e imágenes construidos en función de la visión del mundo e intereses económicos que las élites desean establecer. En otras palabras, la fabricación del “consentimiento” en relación con un orden social injusto, requiere de una industria de la persuasión con una propaganda sistemática que, mediante el control de las “mentes y los corazones”, permita (re)producir el conformismo, la obediencia y la aceptación “voluntaria” de la dominación por una parte de la sociedad, en conjunto con el ejercicio concreto de la coerción.

Vale insistir que, ante la debacle de la derecha política, los medios han asumido el rol de representación de su pensamiento y de articuladores de las fuerzas sociales opuestas a la Revolución Ciudadana, orquestando campañas sucias para desacreditar y expulsar de las contiendas electorales a sus referentes. El Lawfare, guerra política por la vía judicial-mediática, es una de sus más actuales expresiones. En ese sentido, el conglomerado comunicacional ha generado intencionalmente miedo y odio contra su enemigo político (y económico) como estrategia de acumulación electoral[vii] en beneficio de las derechas, a través de agentes del poder tales como periodistas, comentaristas y/o influencers, quienes con un guion preestablecido y repetido hasta el hartazgo, intoxican el debate público con discursos de odio, preludio de acciones violentas que pueden pasar del sicariato mediático al asesinato político real.

En suma, el consenso mediático neoliberal junto con los representantes de la “nueva” derecha y el gobierno en funciones, están llevando adelante una guerra sucia electoral contra el binomio de la Revolución Ciudadana, a través de una serie de artimañas ya conocidas por un porcentaje relevante de votantes, pero fundamentalmente dirigida hacia sectores indecisos y de jóvenes para manipular su decisión, dado que podrían definir el resultado de la próxima elección. Este complejo político-mediático procura establecer un régimen de pos-verdad,[viii] organizado bajo nuevas formas de propaganda y desinformación facilitadas por la tecnología, para mantener disciplinada a la sociedad y afianzar su ideología, es decir, la del capital sobre el ser humano, la de la explotación como núcleo de las relaciones sociales de producción.

De esta manera, debemos estar alertas dado que nos encontramos en medio de una guerra mediática, uno de los componentes esenciales de la guerra de cuarta generación[ix], donde los representantes del neoliberalismo armado[x] harán uso de todas las herramientas legales e ilegales que estén a su alcance para poder mantener sus privilegios y poder. La violencia social y el caos institucional que atraviesan al Ecuador parecen no ser casuales sino premeditados, tanto por las políticas de los fundamentalistas de mercado, como por una red de intereses opacos que no les molestaría imponer un Estado de Seguridad Nacional[xi], una dictadura encubierta, con tal de mantener sus negocios y avasallar a quienes luchan por una sociedad verdaderamente democrática, de justicia social y Buen Vivir. El modus operandi no es nuevo para Latinoamérica; el proceso de acumulación del capital es cada vez más feroz. Frente aquello, solo la lucha unificada de las grandes mayorías sociales en un bloque histórico plurinacional y popular, permitirá el resurgimiento de la patria con dignidad, bienestar y autodeterminación para la emancipación social.


[i] Constitución de la Republica del Ecuador.  Artículo 148. 2008 (Ecuador).

[ii] Sierra, F. y Sola-Morales, S. (2020). Golpes mediáticos y desinformación en la era digital. La guerra irregular en América Latina. Comunicación y Sociedad, vol. 17, pp. 1-31. URL https://www.scielo.org.mx/pdf/comso/v17/0188-252X-comso-17-e7604-en.pdf

[iii] León, O. y Burch, S. (2022). Las mentes y corazones en la mira. Conglomerados mediáticos, redes sociales digitales y vigilancia. En Rivara, L. y Prieto, F. (coord.), El nuevo Plan Cóndor. Geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe (pp. 53-78). Buenos Aires: Batalla de Ideas; Instituto Tricontinental.  

[iv] Buen Abad, F., López, S., Salamanca, A., Soto, J. (2012). Elementos de la Guerra Mediática. URL https://www.researchgate.net/publication/228559403_ELEMENTOS_DE_LA_GUERRA_MEDIATICA

[v] Chomsky, N. y Herman, E., (1990). Los guardianes de la libertad. Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas. Barcelona: Grijalbo Mondadori.

[vi] González Pasos, J. (2020). Medios de comunicación: ¿al servicio de quién? Buenos Aires: CLACSO. URL http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20200423054514/Medios-de-comunicacion.pdf

[vii] Proaño Salgado, J. (2021, Marzo). La Fabricación del odio como estrategia de acumulación de poder político. Ruta Crítica. URL https://rutakritica.org/la-fabricacion-del-odio-como-estrategia-de-acumulacion-de-poder-politico/?v=3fd6b696867d

[viii] Prior, H. (2020). La manufactura del consenso: «spin doctoring» y propaganda en la era de la posverdad. Más Poder Local, 42, pp. 49-57. URL https://www.maspoderlocal.com/web2010-2020/files/articulos/consenso-spin-doctoring-posverdad-mpl42.pdf

[ix] Díaz Triana, R. (2017, Enero-Junio). Brasil bajo ataque: guerra mediática y poder inteligente. Cuadernos de Nuestra América, no. 49, vol. 27, pp. 99-114. La Habana: CIPI. URL http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/cu/cu-022/index/assoc/D13667.dir/CNA49_brasil.pdf

[x] Proaño Salgado, J. (2021, Abril). Democracia plurinacional o neoliberalismo armado: ¿A quién favorece el voto nulo? CENAE. URL https://www.cenae.org/democracia-plurinacional-o-neoliberalismo-armado-iquesta-quieacuten-favorece-el-voto-nulo.html

[xi] Marcos, N. y Torres, C. (2022, Octubre). De octubre de 2019 a junio de 2022: terrorismo de Estado, neoliberalismo y revuelta social en Ecuador. Revista F-ILIA, número 6, II Semestre, pp. 105-127. Guayaquil: UArtes URL https://ilia.uartes.edu.ec/download/6-marcos-y-torres-pdf/?wpdmdl=14343&masterkey

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