Sesión cinco

En la Real Audiencia, la política es la musa de la mentalidad televisiva, baila pálida entre los titulares de los medios de la cuaresma con el juego del carnaval por celular y la dádiva clientelar de campaña.

Pareciera que los Animales de los Espejos, del cuento de Borges, estamos pretendidamente sometidos a la tarea de repetir cada gesto, frase, pose o enunciado del lado oficial del reflejo, quizá no por las artes mágicas de El Emperador Amarillo, como en el cuento, sino por algún funcionario de salón amarillo.

El espejo que conecta la sociedad, la comunidad, el día a día con lo político-institucional, no refleja nada. El Azogue político-financiero tampoco nos refleja, nunca lo hizo pese a la sobredosis de notablecracia ad-hoc; aquella vieja forma política intrínseca de la Real Audiencia que actualizada circula en el licuado nacional de coyuntura.

En la república del Agua Tibia tod@ vecin@ amaneció pretendidamente condenado a repetir las formas del lado “A” del espejo. Con destino único y reservado para la imitación. Sin embargo, como en la novela de Miéville, El Azogue, inspirada en el cuento de Borges, los imagos, en respuesta, abandonan las superficies refractarias del establishment que busca paralizarlos y salen a reconfigurar la realidad. Se toman por asalto el reflejo oprimente y recuperan el sentido, el movimiento y las formas. El tiempo es uno y son mucho más fuertes moviéndose  como cardúmenes.

Entre brazada y brazada, la noche sobre la mesa dispone el tablero de ouija. Se encuentra en estado líquido, es un ojo de agua posado en el centro de la mesa aún hechizado por el relato de Borges, en el cual, con la revolución de los seres del otro lado del espejo se emancipan también los seres del agua. En el centro flota la lupa de la ouija como un salvavidas para el otro lado de la refracción acuosa.  

Se yerguen, desde el centro de la señal acuática, las palabras de un hechicero azteca: “Quien no odie a los símbolos sólo conocerá la fe por aproximación. Nadie detestaba tanto la nueva religión como el hechicero indígena de Tlapana. Es una farsa, decía entre dientes, impuesta aquí y en todas partes por la espada. …El hechicero se lamentó el tiempo que perdía la humanidad construyendo alegorías que luego daba tanta flojera descifrar (si esto era posible). A continuación, el águila se transformó en tigre que devoró a los simbologistas y, al apaciguarse, se volvió sarape. Rendido, el viejo indígena durmió plácidamente.

Justo antes de salir de su recreación oleográfica y caer dormido reintegrándose al agua, la mano izquierda del hechicero señala a Fausto Reinaga, quien toma asiento en la silla frente a mí,  pone dos de azúcar en el café, un sorbo, poza su dedo en la lupa que flota sobre el tablero y en sus ojos se activa el Kollasuyo: El hombre es tierra y la tierra es pensamiento, habla su faceta amáutica, pone un punto de orden cardinal para la producción de pensamiento y pregunta ¿cuán colonizados están los Imagos, acá arriba del Kollasuyo?. ¿Hemos superado La podredumbre criminal del pensamiento europeo? Hasta una voz tan radical suena amortiguada en la gelatina de las redes sociales, pienso. Sus oídos escuchan mis pensamientos sin problema y me responde en voz alta: Estos tiempos son tan peores como aquellos en los que mi madre peleó en las sublevaciones anti-colonialistas de Zárate Willka en el año de 1898, y antes, en época de mi ancestro, el rebelde Tomas Katari quien lideró sublevaciones populares en la década de 1780; revueltas que fueron continuadas por sus hermanos después de la ejecución de Tomas en manos de soldados españoles.

No tengo argumento frente a la perspectiva de los últimos siglos, le digo; bucear en la Comuna es necesario hasta para alimentar la ebullición reactiva a la coyuntura. La tarea pendiente sobre esta tierra ecuatorial es aún la simbiosis entre el pensamiento filosófico y la lucha política. La génesis de una especie de academia con alma, con nombre y apellido histórico, que utilizando la episteme para la liberación concreta de los sujetos de emancipación, marque línea al continente. Un corpus inencasillable, vacunado contra la mercadotecnia que delinee los surcos del pensamiento continental más allá del acontecer coyuntural.

Reinaga me sigue confrontando: cuídate del reflejo colonizador distorsionado de cristo y Marx es la sentencia amaútica para mi formación occidental. Yo le digo, cuídate también de los simbolistas que caricaturizan las luchas en estatuas, días internacionales, conmemoraciones políticamente correctas de ocasión o hashtags.

A Reinaga le sucede en la trasfiguración refractaria, Tristán Marof: el caucus no se legitima en ningún Consejo Electoral, hay que aplicarle La Justicia del Inca, habla su voz potente cargada de diáspora por los in-numerables países que transitó. Una voz que no volverá a ser exiliada de este lado del espejo.

Tristán, toma asiento en la otra silla con la barba crecida de sus últimos años y nos dice: El Ingenuo continente Americano ya no lo es tanto como en 1929.

Mucho se ha transitado en la senda de la descolonización, en la amalgama alquímica entre el trotskismo, el marxismo y el indianismo; sin embargo seguimos produciendo a Suetonio Pimienta, no solo en la diplomacia servil, como sucede en la novela, sino en todas las profesiones en América Latina.

https://books.google.com/books/about/Suetonio_Pimienta.html?hl=es&id=2cvQmQEACAAJ
https://books.google.com.ec/books/about/Suetonio_Pimienta.html?id=2cvQmQEACAAJ&redir_esc=y

Los Imagos se liberan del olvido, aquí bajo la República del Agua Tibia consuenan en la verdadera nación con Marof y Reinaga. Suena el himno nacional al revés en esta noche espiritista, Ayayayayay dice Maihuasca pateando el tablero.

Suena también en contrapunto La Leyenda Incásica de Sixto María Durán en su Quito natal, casi dos siglos después de haber andado por estas tierras que en mucho son las mismas.

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