Por Rodrigo Rangles Lara
Resultados de una encuesta privada, según los cuales el binomio Arauz –Rabascall se perfila como holgado ganador de la segunda ronda electoral, desató el pánico en Carondelet que soñaba impunidad a sus ajetreos antidemocráticos y nauseabundas pillerías gubernamentales, con el deseado ascenso al poder de su socio Guillermo Lasso.
No es para menos. El remedo de demócrata que desondra la historia nacional, y ahora habita el palacio presidencial, sufre insomnio cuando le informan que el apoyo popular al frente de la Unión por la Esperanza (UNES) creció tras ese fallido acuerdo entre Yaku Pérez, apadrinado por organizaciones pro norteamericanas y el banquero cogobernante.
Incontrolable urticaria sufrieron en las alturas del poder y el conglomerado derechista, porque se esfumó ese anhelado Frente por la Patria al tenor de un pecaminoso show apadrinado, artificiosamente, desde el Consejo Electoral, donde los dos delfines neoliberales expusieron a la faz pública su verdadero yo, cual “travestis políticos”, con el consecuente rechazo en la ciudadanía.
Como sienten imposible unir a tirios y troyanos – desde la ultraderecha hasta izquierdistas bancarios, incluida la CONAIE – y enfrentar en masa a los triunfantes correistas, la desesperación se apoderó de Moreno y sus aliados, de fuera y dentro del país, que fracasaron en sus mil y una jugarretas, incluida la mentalizada por la inteligencia colombiana, apoyada por la revista Semana y abortada desde distintos frentes democráticos.
Juan Sebastián Roldán, Secretario General de la Presidencia y mano derecha del autoritario mandatario, es el primer importante desertor gubernamental, incapaz de afrontar responsabilidades de sus dañinos y oscuros actos. Pronto le seguirán otros temerosos de rendir cuentas, si damos por cierto los comentarios que, en los pasillos de Carondelet y corrillos políticos, se murmura y comenta sobre clandestinos contactos que, “los de arriba”, hacen con embajadas amigas buscando protección y abrigo.
Pero mientras unos maniobran el escape, otros avezados autoritarios y mañosos manipuladores de la ley, como el auto designado Contralor Pablo Celi y la 10/20 Fiscal General, Diana Salazar; pretenden arbitraria e ilegalmente interferir el proceso, en un claro golpe antidemocrático que impediría la realización de los comicios de abril y abriría paso a una dictadura.
Destitución del cargo y suspensión de derechos políticos pende sobre sobre la cabeza de esos dos malos servidores públicos que amenazan meter mano, indebidamente, en la Función Electoral, impunes porque gozan del apoyo de poderosos padrinos nacionales y extranjeros.
Tomemos en cuenta, además, que en la ultra derecha neoliberal y en cercanos a Moreno se levanta la idea de: “cualquier cosa, a cualquier costo, menos el Correismo” y bajo esa consigna, en su desesperación para evitar lo inevitable, maniobrarán incesantes descabellados proyectos sin importarles llevar al país hacia horizontes inimaginables de violencia.
No se trata solamente del pánico frente a la rendición de cuentas, y vaya si tienen razón de estar asustados. Al temor desborda la ambición y varios de ellos que, insatisfechos de tanto dinero acumulado tramposamente en este ejercicio gubernamental, maquinan en su favor y desus aliados extranjeros la privatización de las empresas estatales.
Sufren porque el tiempo se les viene corto y, entre el miedo y la ambición desmedida, quieren jugar sus últimas cartas para continuar mañosamente en el poder, aunque en ese juego, a modo de Ruleta Rusa, les amenace prisión durante muchos años.
El más preocupado de todos es Moreno. Al fin y al cabo, llegado el momento, los demás están en plenas facultades para correr y poner pies en polvorosa. La hora precisa de la huida, con la tensión del pánico a cuestas, cuando la justicia les pisa los talones, hasta los atléticos dan traspiés.
Recordemos al coronel Lucio Gutiérrez y su inolvidable resbalón que casi le cuesta la vida, al intentar apurado tomar el avión, en su desesperada huida. Sucedió el día final de su obligado mandato, al escapar de la ira popular.
No olvidar. La historia se repite, en ocasiones como comedia y, otras, como tragedia.