Francisco Herrera Aráuz/EcuadorInmediato

A medida que pasan las horas y comienzan a develarse verdades, los gobiernos de Ecuador y Colombia aparecen cada vez más culpables del asesinato de los tres miembros del equipo periodístico del diario El Comercio, y ya no solo por negligencia u omisión, sino que ahora se esta sumando una verdad amarga: hay ocultamiento de información, lo que martilla mas y más la culpabilidad en el caso, sobre todo por las intrigas que motivan el comportamiento de ciertos mandos policiales o militares y de los propios miembros de los gabinetes presidenciales del presidente Lenín Moreno Garcés, o del propio Juan M. Santos inculpados históricamente en el caso.

El secuestro del equipo periodístico del diario El Comercio, desde el pasado 26 de marzo de 2018, y que arrebató las vidas de Paul Rivas, Xavier Ortega y Efraín Segarra, está desgranando una serie de datos que se vuelven cada vez mas indignantes a medida que pasan de uno en uno a ser parte de una historia crítica. Las familias de los tres ecuatorianos, que pidieron que se les entregue toda la información, descubren en cada una de las páginas del expediente reservado que hay una serie de hechos conexos que bien pudieron haber impedido o evitado el secuestro de los suyos, y por ello ahora han dejado la actitud resignada a lo que hizo el gobierno del presidente Moreno o las mentiras de Santos, para pasar al reclamo justo de las acciones, omisiones, negligencias y ocultamientos de este caso, culpando al régimen de lo ocurrido.

Ha sido grave descubrir que un oficial de la policía, con alto grado y mando, estaba en contacto previo y anticipado con el señalado “Wacho”, desde octubre de 2017, de manera directa, unipersonal, y a diario. Los mensajes por red social WhatsApp solo denotan una cercanía extremadamente confiable entre el oficial y el guerrillero, pero que se vuelve difícil de aceptar que haya sido reservada entre los dos sin conocimiento del mando policial ecuatoriano. ¿Cómo puede un policía actuar solo en una situación semejante, con el nivel de advertencias que hizo el presumible interlocutor de que iba a secuestrar, asesinar, colocar explosivos y atentar contra el estado ecuatoriano? Hay información que no puede callarse un agente del orden, so pena de permitir que las cosas pasen y actuar en complicidad impune.

Los familiares se han sorprendido cómo y de que manera fue tratado el tema, sin haber tomado las debidas prevenciones con el propio estado ecuatoriano. Esto porque, cuando se da el cambio del mando policial en la frontera con Esmeraldas en noviembre de 2017, el policía que recibe el teléfono móvil institucional con todos estos mensajes procede a informar a sus superiores y no se conoce que acciones se asumieron en el tema. Entonces, si ya existía una advertencia y, peor aún si se comenzaron a ejecutar las amenazas del guerrillero, sea con el estallido del cuartel policial en San Lorenzo en enero de 2018, o la colocación de explosivos en una de las torres eléctricas en Quinindé en febrero de este año ¿Por qué no se asumieron las debidas seguridades con la población que circula en la zona o vive en la misma?, queda como una duda lacerante las palabras del presidente Moreno que acusa a su antecesor de “haber desmantelado a las fuerzas de seguridad” y “tener excesiva permisividad” con la guerrilla, el narcotráfico y el crimen organizado en el gobierno anterior. Por favor, ¿no estaban actuando así en su gobierno?, no se entiende como, tras haber descubierto el ocultamiento de información en la propia policía no actuaron, no previeron, no se adoptaron los protocolos de seguridad pertinentes. Eso es impunidad e irresponsabilidad desde la cabeza del gobierno para abajo por esta grave negligencia.

Y si no se quiere aceptar que hasta esas alturas la negligencia campeaba en la zona de frontera, peor ha sido descubrir que fueron secuestrados en Ecuador, que “Wacho” operó en el país para capturar al equipo periodístico. Y digo, es por la versión que diera el ministro César Navas el pasado 27 de marzo al informar del secuestro de los tres del diario El Comercio, tanto para la familia como para toda la comunidad nacional, que salta la intriga de ¿Cómo operó el guerrillero y su grupo criminal para cometer este delito en Ecuador? Si el ministro del Interior empieza admitiendo que fueron confirmados por el secuestrador de la captura de sus víctimas, y algo peor, que ellos fueron vistos la última pasando la zona de frontera y que “fueron advertidos en un reten militar, que los dejó pasar, de lo peligroso de la zona” entonces ¿Por qué no se evitó e impidió pasar a los del equipo periodístico, si ya se sabía de la presencia de “Wacho” en el sector? De veras que una acción disuasiva nos hubiera evitado toda esta trágica historia.

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Por admin