Felizmente se encendieron las alarmas por todo el planeta con el asesinato del negro George Flyod en Estados Unidos. Despertamos descubriendo que el racismo y su corolario, la esclavitud, son unas realidades actuales espantosas en nuestro mundo moderno. Por eso el sociólogo brasileño Emir Sader acaba de escribir que “Una minoría blanca y racista domina el mundo”. Es otra presentación de las protestas juveniles del año 2019: “¡El 1% de la población mundial explota el 99%!”. No podemos menos que decir ‘¡No a la esclavitud moderna!’ y preguntarnos ‘¿De qué color es la piel de Dios?’.
NO A LA ESCLAVITUD MODERNA
El asesinato a manos de policías blancos del negro estadounidense George Floyd ha revelado que el racismo es la forma disfrazada de la esclavitud moderna. Hay que decirlo bien alto: todo trabajo o empleo cuyo salario no cubre la canasta básica es un trabajo esclavo. En Europa y otros países industrializados, las y los trabajadores en logrado en mayo de 1968 la equivalencia entre la canasta básica y el salario mínimo. En Ecuador estamos lejos de la cuenta: a medio camino si se considera que actualmente la canasta básica ecuatoriana ha llegado a los 800 dólares, sin cubrir todos los elementos que incluye la canasta europea. Nos engañamos si creemos que algún buen gobierno nos va a regalar este derecho del salario mínimo equiparado a la canasta básica. Nuestros derechos se conquistan en duras luchas, cuando se hemos hecho conciencia de su necesidad y estamos organizados en consecuencia. En Ecuador nos gana la falta de conciencia, organización y valentía.
¿Qué es lo que nos puede motivar para esta lucha? Partamos de la semana laboral. Mediante numerosas luchas y mucha sangre derramada por la represión, se había logrado que la semana de trabajo fuera de 6 días con 8 horas de trabajo diario y de un día de descanso obligatorio. La mal llamada ley ecuatoriana recién aprobada de ‘apoyo humanitario’ ha derrumbado estos logros sin que muchas ni muchos protestáramos por este atropello mayúsculo. Así se pierden los derechos si no somos capaces de defenderlos. No sólo hay que echar la culpa al gobierno de los empresarios, banqueros y corruptos, sino a nuestra indiferencia, cobardía e insolidaridad.
Dejémonos sorprender por la Biblia. La organización del tiempo en ‘semanas’ de 7 días viene de las religiones del Medio Oriente que adoraban a la Luna. Esta organización fue asumida por el pueblo de Moisés y el día de descanso fue insertado en los 10 mandamientos hace más de 1,000 años antes de nuestra era. Dice lo siguiente este mandamiento en el libro bíblico del Éxodo: “Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yavé, tu Dios. Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país.”
Sí nos llama la este largo mandamiento más de 3 veces milenario. En ese tiempo el día de descanso era el día sábado, primero de la semana. Para marcar la nueva era en tiempos de Jesús de Nazaret el día de descanso pasó a ser el domingo, reconocido igualmente como primer día de la semana. Curiosamente en los tiempos modernos, por razones de economía turística, se consideró el domingo como último día de la semana y se lo unió al sábado para invitarnos a ir de paseo… Pero el paseo alcanza a pocos trabajadores… Perversamente se levantó la costumbre del descanso dominical obligatorio con el fin de abrir los supermercados y otros negocios. Pero ¡ojo: El descanso incluye no sólo a las y los vendedores sino también a las y los compradores!
Digo ‘perversamente’ porque la justificación bíblica del descanso semanal tiene 2 motivos: Era un día “consagrado a Yavé” el Dios del Pueblo de Moisés. El otro motivo es señalado por el texto bíblico en la introducción que se da a los 10 mandamientos: «Yo soy Yavé, tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud.” La finalidad de los 10 mandamientos era la negación de la esclavitud. Con el pasó de los siglos se transformó los 10 mandamientos en preceptos individualistas y espiritualistas, cuando originalmente era el resumen de la Carta Magna del Pueblo de Moisés que buscaba proclamar que ya no eran esclavos ni se hacían esclavos unos de otros. Por reafirmar esta libertad frente a la esclavitud de Egipto dejaban de trabajar un día a la semana, varones y mujeres, niños y ancianos, extranjeros y hasta los animales. Veían en este propósito la mano de Dios que los ayudó a lograr esta libertad. El trabajo dominical es actualmente, además de los salarios de miseria, los grandes signos de la esclavitud moderna. ¡Cómo han cambiado los hábitos en 3 milenios! Tal vez nos hayamos olvidado de que Dios es un Dios liberador de los esclavos y de las víctimas de las injusticias… porque la fe no es sólo creer en Dios, es vivir como hermanos iguales y de manera equitativa.
¡Cuán lejos estamos del proyecto de Moisés, que es el proyecto de Dios y también el proyecto de Jesús! ¿De qué sirve que en nuestra Constitución estemos “invocando el nombre a Dios” si lo transforma en el dios de los opresores y de la esclavitud?
Que el descanso dominical nos haga valorar nuestra dignidad, reconocer nuestros derechos, construir una fraternidad equitativa, desbancar ese maldito sistema neoliberal y ser varones y mujeres libres, libres para trabajar, descansar, conformar un país donde vivamos en paz y felicidad mayor. También podemos preguntarnos sobre Dios en todo esto: “¿De qué color es la piel de Dios?”
¿SERÁ NEGRO DIOS?
Las manifestaciones en un sinnúmero de países al nivel planetario son una buena oportunidad para analizar nuestro racismo en Ecuador con relación a los negros y los indígenas: globalmente es bastante enraizado.
Lastimosamente el hombre blanco ha pasado a ser la referencia en nuestras familias: el recién nacido es ‘bien blanquito: ¡qué precioso!’, las modelos tienen que ser blancas, en la TV ni hablar: los y las presentadoras todas tan blancas, ni preguntarnos cuánto tiempo positivo dedican en el día a los indígenas y los negros; y en las propagandas las cocineras y las lavanderas son necesariamente negras, y los que cargar inmensos sacos pesados tienen que ser indígenas. No hablemos de la educación escolar… que bien poco valora la cultura negra y la cosmovisión indígena. Igual pasa con las Iglesias: durante siglos los indígenas y los negros no podían ser sacerdotes… A pesar de que el blanco del Norte trajo la muerte, la violencia, la violación, el saqueo, la religión al servicio de la conquista y de la esclavitud… ¿Cómo no ser naturalmente racistas con todo esto?
¡Cuánta sorpresa y cuanto rechazo produce la información de los científicos que nos dicen que la raza humana, una y única, nació en África y nos afirman que todos somos ‘negros’ o descendiente de negros! Lo revela la sangre de todos los humanos de hoy. A Jesús lo presentamos pintado con piel blanca, con ojos azules y cabellos claros cuando ha sido de tez oscura, de ojos cafés y de cabellos negros… ¿Por qué somos tan poco honestos con la historia y la realidad de Jesús los que nos decimos cristianos? Bien poco caso hacemos del negro que ayudó a Jesús a cargar con la cruz, Simón de Cirene, o sea, del Túnez al norte de África. Otra curiosidad católica es la de los ángeles: ¿quién ha visto ángeles negros? Tal vez nos haya despertado el grupo musical chileno del mismo nombre, “Los Ángeles Negros”, que por los años ’70 cantaban: “Pintor nacido en mi tierra con el pincel extranjero,/ ¿por qué desprecias mi color?/ ¡Nunca te acordaste de pintar un ángel negro!/ ¡Píntame ángeles negros!”
Demos un paso más: Si la raza humana ha nacido en África y si, como dice el libro del Génesis, Dios nos ha “hecho a su imagen y semejanza”, ¿de qué color será la piel de Dios? Por suerte, una canción conocida nos orienta y nos saca un poco del susto: “Papá, ¿de qué color es la piel de Dios?/ Dije: Negra, amarilla, roja y blanca es./ Todos somos iguales a los ojos de Dios.”
¿Habremos escuchado hablar de la Teología negra de la Liberación y de su portavoz máximo James Cone? Y no viene de cualquier país perdido en África, sino de los mismos ¡Estados Unidos! James Cone scribió su Teología negra de la Liberación por el año 1970, hace 50 años, con el título provocativo de “La Negritud de Dios”… unos 2 años antes del libro famoso del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez: “Teología de la Liberación”, que marca el comienzo de esta teología en América Latina y en la Iglesia católica.
Otras preguntas: ¿Habrán encontrado en algún libro o en internet la cantidad de negros que salieron de África para ser traídos como esclavos a las Américas y la otra cantidad de murió en las caserías durante más varios siglos? Supera los 30 millones de negros y otro tanto que murió en los viajes y las caserías africanas. El motivo por el que trajeron a los negros es porque se acababan los indígenas de este continente por la invasión arrasadora, las enfermedades venidas de Europa, los malos tratos en las minas de oro y plata y en las haciendas exportadoras… Nos da vergüenza y con razón este comercio inicuo de países, de gentes y de reyes muy católicos. El desarrollo de Europa se construyó sobre la esclavitud, la sangre y el despojo de las Américas y de sus habitantes milenarios… Por eso cuando se habla de ‘deuda externa’, es legítimo preguntar ¿quién debe a quién?
Más que vergüenza, hay que pedir perdón y aprender a ser solidarios y hermanos con los negros y los indígenas… Pero más: para ser perdonado hay que reconocer la maldad ocasionada, reparar el daño cometido y comprometerse a no seguir igual de racista. ¿Sabremos escuchar el grito y entender las protestas de los negros de Estados Unidos, de Ecuador, de las Américas y de los países de todo el planeta? ¿No será el mismo grito de Dios que se hace negro con los negros e indígena con los indígenas?
En nombre de Dios, ¡A desterrar el racismo y la esclavitud! abriendo los ojos y dejando de ser cómplices e incubridores.