Lo dicho: Lenin Moreno cumple el programa de gobierno de Guillermo Lasso y Jaime Nebot. Ahora implementa el paquetazo neoliberal propuesto por CREO y Partido Social Cristiano en las elecciones presidenciales del 2017. Y ahora, con la liberalización de los precios de los combustibles intenta paliar la ineficacia de su gestión y con la violación de derechos laborales quiere cargar a los trabajadores y empleados públicos el peso de su incapacidad para administrar una economía en función de todo el país y no de un grupo oligárquico.
Lenín Moreno ya perdió todo el capital político, en principio otorgado por la Revolución Ciudadana y quienes se quedaron acolitándole en todo desde el año 2017, luego el de la derecha mediática, política, financiera y oligárquica y también el de cierta embajada, con todo lo que ello implicaba para su “estabilidad” y “gobernabilidad”.
Han sido dos años de hacerse de la vista gorda con las “declaraciones cuánticas”, los cambios de ministros sin el debido escándalo mediático por las torpezas y violaciones a la ley (como su secretario de la Administración, involucrado en la mayor estafa financiera a millones de ecuatorianos o el de su consejero Santiago Cuesta haciendo negocios privados a nombre del Estado) o el silencio sobre una denuncia grave y sin eco en los medios del caso denominado INAPapers.
Dos años y medio para hipotecar el país y para inventarse un cuento que ya ni la prensa de derecha se traga: todo es culpa de Rafael Correa. Si algo les justificó a los críticos de la Revolución Ciudadana, cuando decían que el “populismo solo es posible con precios altos del petróleo”, ahora podrían pedirle a Moreno explicaciones del manejo económico con un barril por encima de los 60 dólares durante casi dos años.
¿Cómo se entiende que firmen un acuerdo con el FMI donde se reconoce que la deuda externa no sobrepasó los 40 mil millones de dólares en el año 2017 y ahora el Banco Central fije el monto en 56 mil millones de dólares? ¿No es que la deuda era un lastre para el manejo económico porque además la patria había sido vendida a China y a proyectos monumentales? ¿No hay una sola obra nueva y tenemos el doble de deuda externa de hacer tres años?
Pero ya el 2019 empezó mal para Moreno y sus aliados: no solo en las elecciones locales perdieron el libreto político para cosechar con base en un anti correísmo enfermizo, sino que luego del 24 de marzo el declive económico y la impopularidad del triunvirato Moreno-Nebot-Lasso. Y conforme han pasado los meses el equilibrio político, sostenido por el aparato mediático conservador, ya no sostiene ni una sola cifra favorable. Las salidas a los medios de figuras como María Paula Romo o en su momento Santiago Cuesta, además del pacto en la Asamblea con los pupilos de Guillermo Lasso, constituyen actos de desesperación, arrogancia y soberbia política de un gobierno sin liderazgo y menos con neuronas para aceitar sus propósitos extremistas de derecha.
El síntoma de su desesperación empezó cuando no pudo controlar la protesta de la provincia de Carchi. Su operadora política, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, ya no cuenta con el aval ni del socialcristianismo ni de los medios para convertirse en la “apagafuegos” y mucho menos en la carta del régimen para las elecciones del 2021, a pesar de que periodistas sumisos y morenistas como Carlos Rojas, de Ecuavisa, le hagan propaganda gratis.
Entonces, en la perspectiva de perder ya todo control, el Vicepresidente Otto Sonnenholzner, sale a pedir comprensión y advierte de medidas que ya llegan a todo el país vía Whatsapp, nunca por los medios tradicionales y menos por cadena nacional. Un paquetazo neoliberal, para financiar los déficits y para eliminar toda traba al sector privado en su afán de acumular la mayor cantidad de riqueza, sacarla fuera del país y de eso modo repetir la fórmula argentina.
El ministro de Economía dijo a la prensa que el acuerdo con el FMI no alcanza, por eso lanzó la venta de bonos por 2 mil millones de dólares y con base en esto queda probado lo que los más críticos anti correístas ya denuncian con vergüenza: Lenín Moreno y su equipo no saben de economía, tiene unos ministros desconectados de la administración del Estado por estar conectados con sus negocios privados y una embajada que le presiona para atacar a Venezuela o sacar la Unasur como si con eso la economía se aceitara o el consumo se incrementara.
Un gobierno sin brújula y esclavo de las élites más egoístas y codiciosas no tiene salida. El paro del Carchi es solo un síntoma de algo que se veía todos los días en muchos espacios sin mayor amplificación mediática. Seguramente habrá otros paros en cadena (el domingo Alausí ya bloqueó las entradas a esa ciudad) porque la realidad de los gobiernos locales es desesperante, no pueden cumplir (a cuatro meses de instalados) ni con las obras elementales ofrecidas en campaña. Y en ese contexto tendremos muchas más acciones desesperadas para responder a una explosión contenida.