Al parecer el actual vicepresidente llegó para cumplir una misión: cubrir a la derecha ecuatoriana de la retirada de Lenín Moreno. Aquellas justificaciones de que era supuestamente un economista reconocido como dijo el “Primer Mandatario”, cuando lo insinuó como su segundo, quedan de lado. No tiene ni idea de economía y si algo sabe de radiodifusión tampoco lo aprendió bien, tal como se exhibe ahora en los medios y éstos lo maquillan en sus “resbalones”.
La derecha le ha encargado a Otto articular un tejido de encubrimiento, retirada e impunidad. Y con eso además cubre sus propias espaldas por todos los acontecimientos desde que asumió el cargo tras la caída de María Alejandra Vicuña. Pero también queda pendiente hasta dónde será corresponsable de esconder las denuncias conocidas como “INAPapers”. ¿Dirá algo cuando se procese judicialmente ese tema, se inculpe a los responsables y, de ocurrir, se sentencie a quienes aparecen en los delitos ahí señalados?
Es evidente que en los círculos cercanos a Moreno ya se ve con recelo a Otto porque sus relaciones directas son en Guayaquil, con las plutocracias y patricios de allá, asumiendo con calma y prudencia la disputa interna del gobierno, porque entiende que ahí no gana nada, pero ante todo conociendo de cerca el modo de actuar de su jefe, comentando en privado que no tenía idea de sus “alcances” y, por supuesto, dudando de quedarse en el poder en caso de una “licencia definitiva”, que se anunciaría el 24 de mayo.
Ajeno a la “lógica política” que imponen los Ruptura en Carondelet también ha tomado distancia de Juan Sebastián Roldán y María Paula Romo, quienes quisieron llevarlo hacia sus rediles. Ahora su agenda de medios y de reuniones se aborda directamente con un asesor (dicen que es un venezolano radicado en Miami), evita los encuentros formales donde queda en segundo plano y ni siquiera emite un bostezo y hace sus actos propios donde parecería más en el rol de Primera Dama que de “economista” o “planificador”.
La llegada a la Vicepresidencia hizo de Otto un objeto de análisis para los ministros, una señal de peligro para Santiago Cuesta y José Agusto Briones, una tentación para integrarlo a la camada de los Ruptura, pero se olvidaron de que tiene un grupo económico poderoso que lo respalda y sostiene, y también su propia familia, con conexiones muy bien aceitadas con las esferas oligárquicas que saben perfectamente usar los tiempos y los teléfonos.
¿Sorprende que no diga nada sobre INAPapers? Pronto llegará su hora, dice una fuente allegada al Vice. Otros, en cambio, consideran que su silencio es acordado hasta que Moreno salga… y luego hará exactamente lo que hoy hace su jefe con su antecesor. ¡Cosas de la política cuántica!
Entonces nace otra duda: ¿qué tiene que ver en todo esto Otto y Jaime Nebot? ¿Son cercanos? ¿Cuenta en sus planes una operación para que el Caudillo del Puerto llegue a Carondelet?
Nuestras fuentes dicen que no. Es más, consideran que los aliados de Otto ya ven a Nebot jubilado de la política, por más esfuerzos que hagan algunos medios, periodistas y políticos por colocarlo en el podio presidencial. Creen que no le ayuda en nada al proyecto de la derecha un político agotado en los mismos esquemas de antes, por más “refrescamiento” aplicado a su discurso liberal contemporáneo.
Por tanto Otto luce como esa figura necesaria, útil y conveniente para remozar la derecha ecuatoriana, aunque mantenga el mismo recetario que ahora aplica Moreno, que lo pondría Nebot, pero con el costo de su desprestigio y pasado bochornoso. ¡Cosas de las disputas guayacas y oligárquicas!