Una pregunta latente a lo largo de su Informe a la Nación fue: ¿De qué país habla e informa Lenín Moreno? Y quizá cabe otra más: ¿Alguien entiende y acepta que un informe como el del pasado 24 de mayo es el reflejo de un gobierno, una idea clara de la coyuntura o una pantalla para ocultar las verdaderas causas del momento político en el que vive Ecuador?

Más allá de la serie de imprecisiones, mentiras y contradicciones en cifras y explicaciones de una supuesta gestión gubernamental al servicio de la mayoría de conciudadanos, Moreno dejó en claro la precariedad intelectual de su equipo asesor y de su propio gabinete:

1.- Ni una sola idea sólida que refuerce su proyecto de derecha y al servicio de los grupos financieros y oligárquicos: con medias tintas y apelando a la cursi necesidad de unir a la nación con lugares comunes no se construye un gobierno y menos un proyecto político.

2.- Ningún ecuatoriano se movilizaría a favor de Moreno tras oír a un “Primer Mandatario” hablar de pasar la página y quedarse en la misma más de una hora. Un país requiere certezas y esperanza, un horizonte económico y social para imaginar nuevos planes, pero sobre todo la confianza de imaginar colectivamente una solución a los graves problemas del país, que no son precisamente la corrupción o el pasado al que tanto apela el aparato mediático conservador al que sirve Moreno.

3.- Apelar reiteradamente a que nada quiere para él cuando en el imaginario permanece latente los pormenores de los INAPapers, las cuentas abiertas, los pagos y todo el andamiaje a favor de sus amigos, parientes más cercanos y quienes ahora le ordenan lo que tiene que hacer exhibe a un personaje nada creíble y melodramático de una obra de quinta categoría.

4.- El guiño a Jaime Nebot y el homenaje a Julio César Trujillo, además del desabrido piropo a su mujer, retratan a quien se entregó a lo más básico de un personaje político. Un Fabián Alarcón o un Lucio Gutiérrez le quedan grande frente al poco talante que cualquier nación exige de un presidente en funciones. Moreno es cada vez más una caricatura del candidato que propuso la Revolución Ciudadana como una opción para la continuidad de su proyecto.

5.- Y, realmente, queda claro que tras soldar la alianza de derechas con Guillermo Lasso y lo que queda de Alianza PAIS, Izquierda Democrática, SUMA y un número de legisladores gobiernistas hoy es la herramienta para continuar con el modelo neoliberal, de judicialización de la política, persecución neofascista y sometimiento a EE.UU. Aunque quisiera Moreno ya no tiene más opción que seguir en el cargo, manejado por unos poderes fácticos y sometido a una entelequia política que en poco tiempo pondrá a Ecuador en el la lista de los menos aventajados para el desarrollo y la autoestima nacional.

Entonces, al menos tras pocas horas después de malgastar el tiempo escuchando a un mandatario que no manda, tenemos por delante más incertidumbre y desasosiego, molestia y poca confianza, menos deseos de darle tiempo a un gobierno que cae en las encuestas y con unos ministros que además de ganar un sueldo hacen negocios de todo tipo para sus allegados y por inercia de la burocracia más reducida cada día.

De lo que queda este año solo podremos esperar y aspirar a que las reformas laborales tengan freno en la Asamblea más que por convicción por cálculo político. Y, al mismo tiempo, añorar un sacudón en el movimiento social para reaccionar ante la avalancha de neoliberalismo que se ha desatado y todavía no tiene límite.

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