Los comunicados oficiales, según el propio presidente Moreno, ocultaron las cifras reales de contagios y muertes por covid-19, pero lo que no han escondido es el maniqueísmo como su doctrina de gobernanza. La agenda mediática instalada por el régimen, muestra su constante pugna contra el mal: las fake news y sus presuntos responsables.
Las fake news representan el fenómeno in silico del rumor de pasillo in situ. La reproducción indiscriminada de información falsa corresponde, en gran medida, a la ausencia de información veraz constante pues, la sociedad líquida de la información requiere consumir noticias a cada instante. A ello, se suma la falta de credibilidad que los ecuatorianos reportan del primer mandatario pues, según Click Report, para febrero de este año solo el 7,72% de la población creía lo que anunciaba Lenín Moreno.
En la actualidad, presumo, los datos no son más alentadores que meses atrás pues, los beneficios de la famosa austeridad, que incluyó despidos y falta de inversión pública, nunca llegaron. Por el contrario, actualmente nos sumimos en la pandemia fruto de las prioridades que estableció el Gobierno de Moreno. Esta es la consecuencia de gobernar bajo la agenda del FMI, de preferir entregar dotación a la Policía Nacional para mantener el poder. En efecto, la sociedad es vulnerable de creer cualquier cosa pues el Gobierno ya no es considerado una fuente fehaciente.
Sin duda, las fake news no son un problema menor en el manejo de toda crisis, pero en esta emergencia sanitaria: el Gobierno les atribuye poderes mortales. El secretario general de Comunicación de la Presidencia, Gabriel Arroba, dijo que «los grupos políticos que están detrás de la creación de noticias falsas y de crear el caos en la ciudadanía, tienen un concepto torcido de la política, lo que están buscando es votos, pero, lo que están logrando es perder vidas».
Mediante este discurso oficial, pretenden dilucidar la responsabilidad estatal referente a la pandemia en el Ecuador. La doctrina del bien y el mal se construye, una vez más, para excusar la inoperancia del Gobierno ecuatoriano frente a la pandemia. Bajo la premisa que anuncia Gabriel Arroba, para el Gobierno, las fake news son causal de muerte, por ende, de contagio. ¿Esto es algo lógico?
Esta vez, el régimen de Lenín Moreno no pudo culpar directamente al enemigo público pues, en esta crisis el culpable es un virus a quien no se le puede atribuir cargos culposos, al menos mediáticamente. En constancia, el Gobierno es al acreedor de la responsabilidad de tratamiento del covid-19 cuyo accionar se refleja en el creciente número de contagios diarios.
Sin embargo, los anuncios oficialistas vituperan, de las fake news, a «grupos políticos» como medio de escape. El objetivo, desesperado, fue buscar responsables, para las muertes y los contagios, fruto de la mala administración de la emergencia sanitaria. La controversia entre el bien y el mal del maniqueísmo que circula por Carondelet, pretendió asociar el discurso de las fake news con el correismo.
Durante el transcurso de la semana, los medios tradicionales, a los que apela la vocería oficial como sustento para determinar qué es lo falso, han reproducido el discurso oficial. En El Telégrafo, por ejemplo, vemos titulares como «La Crisis de las ‘fake news’», en El Comercio «Apuntes sobre el rumor». Opiniones respetables, sin duda, que evidencian las premisas del oficialismo.
Mientras tanto, los actores políticos del Gobierno intentan construir su imagen benevolente al repartir raciones alimenticias en barrios marginales del Guayas, con zapatos enlodados y camisa sudada. Otros con llamadas actuadas, transmitidas en cadena nacional, utilizando la condición de vulnerabilidad económica de las personas, como sensacionalismo puro. Procuran ser los buenos.
Sin embargo, la prensa internacional (CNN, RT, El Correo, El País, BBC, por mencionar algunos) ha corroborado lo que el oficialismo consideraba fake news. Con fuentes certeras, los medios internacionales evidenciaron la problemática que censuran, en complicidad con el Gobierno, los medios tradicionales del Ecuador. Los cadáveres en las aceras, los fallecidos que permanecen en sus casas, el fracaso de la telemedicina, entre otros. En resumen, la disputa entre el bien y el mal que construye el poder estatal, refleja sus propios temores. A nivel nacional se intentó perpetuar el discurso de las fake news pero, en el contexto internacional, solo se reflejan los resultados, terribles, del manejo de la crisis sanitaria. Hasta el momento, siempre ha necesitado excusarse con el mismo culpable.