Por Rodrigo Rangles Lara
A tan solo tres meses de tomar la posta del cogobierno con Lenin Moreno, el neoliberal Guillermo Lasso afronta el enojo de una caudalosa ola de arrepentidos, que sufren las consecuencias de haber consignado su voto para elevarle a la primera magistratura del país.
Con su promesa de: “No les voy a fallar”, engañó a buena parte de los ecuatorianos, obnubilados con una manipuladora campaña mediática que disfrazó, hábilmente, los reales propósitos de una inversión millonaria para encaramarse en el poder; así como los intereses geoestratégicos que estaban tras él.
Los que le apoyaron en ese objetivo no vieron, o no quisieron ver, la gestión antipopular y pro empresarial evidenciado en el largo protagonismo político de Lasso, actor en primerísima primera fila de regímenes ultra derechistas; ni su mano antidemocrática maniobrando el poder durante el gobierno del traidor vende patrias, Lenin Moreno, o sus afanes de enriquecimiento fácil, coronados con los 30 millones de dólares del feriado bancario.
En esa engañosa mimetización ayudaron dirigentes de partidos políticos de tendencias aparentemente centristas o izquierdista, como la Izquierda Democrática o Pachakutik, sin faltar la Unión Nacional de Educadores (UNE), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUE) , una mayoría abrumadora de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), asociaciones de médicos, burócratas, campesinos arroceros, bananeros y tantos oportunistas que renegaron de sus posturas progresistas denostando contra sus antiguos aliados.
Todos ellos se unieron entusiastas a las pretensiones electorales de Lasso, dirigida desde los poderes fácticos nacionales y extranjeros que condujeron, a buena parte de la población, a escoger como gobernante a uno de los sacerdotes del capitalismo salvaje que destruyó la institucionalidad y llevó a la miseria a millones de seres humanos en el Ecuador.
El banquero vendió humo y le compraron. (Créditos a 30 años plazo y uno por ciento de interés, por ejemplo) La cortina se esfumó el mismo día que juró respetar la constitución, la estafa se develó y el enfado estalló de diverso modo. Así, arroceros, lecheros y bananeros, convocaron a movilización y paralizaron varias vías de la costa, reclamando los precios de sustentación prometidos en la campaña.
“Estamos quebrados y, a este paso, vamos a la miseria”, “nos están robando nuestro trabajo” lamentaron indignados los perjudicados productores que, machete en ristre, gritaban su ira, parapetados tras rumas gigantes de la verde fruta, colocadas a modo de trincheras, en medio de las carreteras.
Cualquier desgracia humana provoca tristeza y demanda solidaridad, pero ¿Qué hacer frente a necios empedernidos que, conscientemente, escogen su desgracia? Ese es el caso de los maestros que enfilaron modositos tras el candidato del Opus Dei y ahora lloran la traición de su apóstol, en medio de una huelga de hambre.
No se quedan atrás, en el nivel de inconciencia, dirigentes de organizaciones de trabajadores que sumaron entusiastas sus votos para colocar en el poder al “señorito” Lasso, creyendo en sueldos mínimos de 500 dólares y reivindicación de derechos.
Ya probaron las bondades de las “conquistas” emanadas de la truculentamente llamada Ley Humanitaria, inspirada desde el Banco de Guayaquil y, al mejor estilo masoquista, pensaron ilusamente que su suerte sería diferente con su candidato preferido.
¿Estarán arrepentidos? No sabemos, lo cierto es que, ahora, retornaron a su habitual lamento, tratando de impedir aprueben draconianas leyes de flexibilización laboral contra la inmensa masa de asalariados públicos y privados, expuestos a las angustiosas penurias vividas en los centros laborales del siglo dieciocho, con jornadas extenuantes, salarios de miseria, prohibición de huelgas y sindicatos; en fin, carentes de derechos.
Movilizaciones antigubernamentales, en varias provincias de la Sierra, inauguraron la nueva postura de la CONAIE, bajo la conducción del progresista Leonidas Iza, que llama “a la unidad de los sectores sociales urbanos y rurales para construir una nueva sociedad” y convoca a la lucha “madre de la conquista de todos los derechos”.
Entre los 21 derechos colectivos, plataforma de acción de la CONAIE, consta la oposición a la privatización de los bienes estatales, el rechazo a la indetenible alza del precio de las gasolinas; defensa de la soberanía, eliminación de la pobreza, apoyo a los productores pequeños y medianos del campo y la ciudad, justicia social, entre otros.
En los últimos días se conocieron despidos, señal evidente de las privatizaciones en marcha. Más de 400 profesionales de la salud, parte de una larga lista, en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), otros cien y se habla de 1.200 más, en el Banco del Pacífico son una leve muestra de lo que espera a burócratas de empresas estatales e instituciones públicas candidatas a venderlas a los ansiosos empresarios privados.
En este “País del encuentro”, pronto habrá un explosivo desencuentro si continúan sumando los miles o millones de arrepentidos con el demagogo gobierno del bachiller, que, además, están dolorosamente aprendiendo de las “bondades” del capitalismo sin alma y comienzan a descubrir la truculencia del prefabricado sonsonete inculpando a Correa de los males nacionales, como fórmula para encubrir el asalto a los bienes nacionales, la ineptitud de los gobernantes y su inhumano entreguismo a intereses extra nacionales.
Muy precavido y para curarse en sano, el Comandante del Ejército, General Fabián Fuel, solicitó al presidente Lasso reformas legales para “evitar acusaciones de lesa humanidad” cuando, en situaciones de caos, “debemos actuar con firmeza contra la subversión o procesos judiciales”.”
Está en lo cierto cuando avizora tiempos de convulsión social, pero sus asesores seguramente le habrán informado que, su antecesor Oswaldo Jarrín, debió archivar el pretendido Reglamento del Uso Progresivo, Racional y Diferenciado de las Fuerzas Armadas, declarado inconstitucional porque generaba consecuencias directas en el ejercicio de los derechos a la vida e integridad de las personas.
Seguramente le habrán dicho también que no solamente se necesitan reformas legales en el ámbito nacional, porque los imprescriptibles delitos de lesa humanidad se castigan, a nivel internacional, de conformidad al Estatuto de Roma y bajo la jurisdicción de la Corte Penal Internacional, como ha sucedido con varios dictadores que, en su momento, hicieron de las suyas.
Me parece que el general Fuel, en lugar de solicitar esas imposibles reformas antidemocráticas, debe aconsejar a su Comandante en Jefe que cumpla las ofertas de campaña, respete la constitución, gobierne para bien de todos los ecuatorianos y administre el país con transparencia.
De ese modo, habrá paz con ecuatorianos agradecidos y no beligerantes arrepentidos.